El verdadero problema familiar que Julio Iglesias no quiere resolver

Ha dado orden a su entorno más próximo para que no se pronuncien sobre el escándalo mientras desmiente las informaciones sobre su estado de salud

Saúl Ortiz

Saúl Ortiz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La salud de Julio Iglesias se ha convertido en temática habitual en las tertulias del colorín. Varios medios internacionales apuntaron hace unos días que el cantante tiene importantes problemas de movilidad. Además de intentar escapar del Coronavirus aislado en una de las alas de su mansión en La Romana, el motivo de su desaparición mediática se debería a sus limitaciones físicas.

Julio no tardó en salir al paso de los rumores . Solo unas horas después de que la noticia sobre su delicado estado corriera como la pólvora y la información saltara de un país a otro compartió con sus amistades un vídeo grabado, al parecer, en su refugio de Bahamas. Imágenes en movimiento que permitían ver que el artista estaba disfrutando , en ese mismo instante, de unas impresionantes y relajadas vistas.

Consciente de que el vídeo no fue suficiente para sofocar el interés público, Iglesias subió un texto a las redes sociales aclarando que si bien sufre achaques propios de la edad , no hay motivo para las alarmas: «A veces oigo que dicen y cuentan que si estoy mal, muchas cosas absolutamente inciertas. Por supuesto que me duele la espalda como siempre me ha dolido, por supuesto que tengo menos fuerzas que tenía antes. Lógico, voy a cumplir 78 años», explicaba.

En este comunicado improvisado -un movimiento extraño pues Julio pasa de puntillas por las polémicas- también quiso aclarar que, a pesar de los dimes y diretes, a su lado sigue estando Miranda y el resto de su familia. No hay fisuras y él mismo lo explicará, posiblemente, en un documental que ya prepara en una plataforma de pago.

El verdadero problema que no afronta

Julio aclara con velocidad que no está gravemente enfermo. Explica con contundencia que tiene carrete suficiente para continuar. Sin embargo, desde hace años evita enfrentarse a su verdadero problema: la batalla legal que el valenciano Javier Santos inició en 2016 para que se le reconozca como hijo biológico.

El cantante, que es consciente de que el cotejo de ADN dio confirmó la consanguineidad, no solo se niega a darle su apellido, sino que prohíbe que se le pregunte acerca del asunto. Ni siquiera las personas que conforman su entorno más próximo están autorizadas a hablar sobre este extremo : «Son cosas de él», me dijo Miranda durante una conversación que se publicó en la extinta revista Corazón.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación