Rocío Jurado recibió una calle en Chipiona el día de su boda con Pedro Carrasco
ABC fue testigo de los preparativos de la pareja en su chalet ‘Mi abuela Rocío’. La novia se mostró emocionada
El primer novio formal de Rocío Jurado fue Enrique García Vernetta , al que conoció en una actuación en Valencia durante su gira con ‘El príncipe gitano’. Ella quería un noviazgo al estilo clásico, rematado por un paseo al altar para el que Enrique, convertido por entonces en su representante, nunca quiso dar un paso. Ella puso fecha de caducidad a la relación, y así terminó todo.
Pero tras este primer amor, Rocío Carrasco aprovecha el Capítulo 1 de ‘En el nombre de Rocío’ la nueva docuserie que emitió ayer Telecinco para hablar de la relación que le dio a ella la vida, el romance entre la cantante Rocío Jurado con el boxeador Pedro Carrasco. Y para recordarlo, no está sola.
«La conoció en una capea», apunta Maribel Hidalgo, cuñada de la Jurado. «Toreó Pedro y se enamoraron», recuerda vagamente su amiga Fuencisla Sempere: «Rocío estuvo un rato sin poder hablar porque la tenían callada por las cuerdas vocales, la habían operado». Pero Rocío ya había visto pelear a Pedro: «Mi padre era una belleza, era un tipo guapísimo», comenta Rocío con orgullo de hija. Y cuando se lo encuentra en la plaza de toros, él le brinda el novillo. Termina la corrida, la gente se da cuenta de que ella está en el tendido, empiezan a pedirle autógrafos y ella se agobia». Y sí, como en una película romántica de Hollywood, Maribel explica que ella se desmayó y él la cogió en sus brazos: «Cuando Rocío abrió los ojos, lo primero que vio fueron los ojos azules de Pedro . Fue un flechazo». «En ese momento, ella se enamoró», recuerda Rocío. Pero todo lo romántico se viene abajo con la reacción del boxeador.
Pedro presentó a Rocío a su familia el día de su santo, aprovechando que celebraban una comida. «Era una chica sencilla, simpática», apunta el tío Antonio Carrasco. Salieron juntos, de noche, por primera vez, a cenar a casa de su amigo Álvaro Clemares, donde les pilló la prensa. Pero no estaban solos. Para que la dejaran salir, Rocío se llevó de carabina a su prima Ana: «Y de buenas a primeras, un beso en el coche» ¡Menuda carabina! Aunque a muchos les pueda parecer ahora mentira, en aquellos momentos la estrella era Pedro Carrasco, Campeón del Mundo, con una legión de seguidores y un prestigio internacional. «Estaban muy enamorados, mucho, mucho», insiste Maribel. «Se enamoraron de golpe y porrazo, fue una cosa espectacular, impactante, muy de bomba», matiza Fuencisla.
Esta vez, Rocío había encontrado no solo el amor, sino también un hombre que deseaba casarse, tener hijos, formar una familia. Lo que llevaba años buscando. La película romántica parecía tener un final feliz.
Testigos de la boda
ABC en su edición de Sevilla del sábado 22 de mayo de 1976 publicó una amplia crónica en la que el compañero narró como fueron los preparativos de los novios en el chalet ‘Mi abuela Rocío’ a donde tuvo acceso. «Alli en el primer descansillo de la escalera estaba el novio vestido de cualquier forma mientras Pedro Roizo, su peluquero de Madrid lo estaba Pelando», detalla. «No me queda ni miedo ni nervios. Los gasté peleando por esos rings», aseguró Pedro Carrasco. No quiso desvelar entonces el destino de la luna de miel. «Esta noche tras la cena nos iremos a Sevilla. Luego a Madrid. Finalmente a una isla, ¿Te basta?’ , dijo. También pudo este periódico acceder a la habitación de la novia . A Rocío Jurado la estaba peinando su peluquero, también estaba su modisto y uan mujer que le repasaba la manicura. En el centro de la habitación colgaba el traje de novia, de Herreo y ollero, de Madrid. Hasta entonces se había mantenido en secreto. Blanco claro, con volantes bordados a mano y una cola de siete metros de seda natural. Rocío solo alcanzó a decir « tengo la boca seca. Ignoro si podré decir ‘sí, quier’ cuando me lo pregunte el cura». Si quiso aclarar un bulo que circulaba por entocnes sobre el tiempo que llevaba saliendo con Pedro. «En junio hará dos años. La gente dice y dice. Pero nada de nada. Dos años», apuntó con rotundidad. Para entonces tenían un deseo «la parejita. Quiero tener una Rocío y un Pedro». A partir de ahí todo fue un jubilo de gente, claveles, tarta nupcial para todo el pueblo, un concierto en plena plaza y una calle de regalo con el nombre de la artista.
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