Rocío Carrasco relata su suicidio frustrado: «Siempre me quedaba el Puente de Segovia para tirarme»

En el final de la docuserie 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', descubrimos las razones de su terrible decisión

Rocío Carrasco Gtres

Antonio Albert

Acaba la docuserie y volvemos al punto donde todo comenzó: el 5 de agosto de 2019, el día en que Rocío Carrasco decidió acabar con su vida: «Ponen en mi conocimiento que mi hija va a ir defender a su padre en el plató de 'GH VIP' porque él entra en el programa. Yo en ese momento no estoy emocionalmente bien por todo lo que llevo pasado, con un tratamiento psiquiátrico y diagnóstico fuertes: síndrome ansioso-depresivo moderado y grave, cronificado en el tiempo».

Desde fuera, podría parecer algo menor como para tomar una decisión tan drástica, pero Rocío se abre en canal para explicar cómo se desencadena el proceso mental y emocional: « Yo vengo de estar hundida durante mucho tiempo, de tener que hacer un ejercicio descomunal para salir a la calle, de no poder desarrollar mi vida normal de no querer tener nada que ver con nada ni con nadie. Y de repente me llega esa noticia. Por mi cabeza empiezan a pasar todos los 20 años anteriores y todo lo que se me venía encima otra vez, ahora con un elemento mayor, que era tener a Rocío en un plató. Yo sabía que eso era revivir todo lo pasado y llevaba siete años sin ver a mi hija. No estaba preparada para verla a ella, pero mucho menos preparada para ver a mi hija en ese papel. No quería volver a sentir miedo, vergüenza, no quería volver a sentirme cuestionada como madre. No quería seguir viviendo así, no quería seguir malviviendo».

Malvivir es el verbo que más conjuga Rocío en este episodio. Y ese es el verbo que nos hace entender su rendición: «Ese día decidí que no quería seguir viviendo. Que no puedo, que es superior a mis fuerzas, que yo ya había hecho todo lo posible para que eso acabara. Yo no quería levantarme de la cama, había llegado el momento de todo acabara quitándome de en medio. Porque no tiene fin. Yo no le veo el final a esto. No veo que nadie hace nada para evitarlo. Yo solo pedía que no volviera a seguir maltratándome. Pero veo que no es así y que todo se va a volver a repetir. Y decido no seguir con mi vida para adelante. Yo no quería seguir con lo que yo sabía que venía. Y no me equivoqué».

Aunque mucho se ha hablado y escrito de lo sucedido esa noche, esta vez es la propia protagonista quien recuerda lo que hizo, cómo lo hizo y, como hemos visto, por qué lo hizo: «Me tomé varias pastillas diferentes. Me quedé dormida. Fidel entró en la habitación porque yo no me levantaba . Entró, me vio y me llevó al hospital. No recuerdo nada. No sé los tiempos, ni lo que contesté. Luego leí que dije que tomé la medicación habitual: sedantes, ansiolíticos, medicamentos para ataques de pánico… Recuerdo, aunque vagamante, que digo que me da igual no haberlo conseguido, porque lo iba a conseguir y siempre me quedaba el Puente de Segovia para tirarme. Y de ahí me llevaron a otro hospital, con una planta especializada para eso. Allí tomé consciencia de la barbaridad que había cometido. Era una soberana putada para los míos. Pero en esos momentos sólo piensas en que no quieres volver a pasar por lo mismo, volver a ver el odio de mi hija, volver a sentirme mala madre…».

A pesar de todo, Rocío no quiso quedarse ingresada: «Me fui del hospital porque me dijeron que había alguien de prensa merodeando. Y le dije al médico que me quería ir a casa, donde me sentía segura. No esperé al alta, me fui, cayéndose la cara de la vergüenza. Nadie me ha reprochado nunca esa acción, pero tampoco hacía falta. Me pasé día y medio llorando por lo que había intentado hacer».

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