Rocío Carrasco: «Mi madre no me hubiera reconocido ahora, ni mi temor ni mi cobardía»
La hija de Rocío Jurado ha emprendido ‘un viaje emocional’ al volver a la habitación de su infancia
Coincidiendo con la celebración del Año Nuevo chino que se regirá bajo el signo del Tigre de Agua, felino que simboliza la fuerza y la valentía, Rocío Carrasco apenas ha necesitado sacar las uñas en su nueva batalla televisiva, ‘Montealto: regreso a la casa’ (por favor, no lo confundan con Montepinar, que esa es otra comunidad aunque de la misma cadena), un especial concebido como bálsamo por partida doble: para la hija de ‘la más grande’ y para la audiencia de Tele 5. En un decorado que reproduce fielmente la casa de la Moraleja en la que permaneció junto a sus padres hasta los 18 años, Rocío ha revivido su infancia y su adolescencia. Y lo ha hecho con un despliegue de emociones, pasando de los nervios a la ilusión, de la nostalgia a la esperanza, de la risa al llanto. ‘Un viaje emocional’, lo ha descrito Jorge Javier Vázquez . Un viaje, sí, pero algo improvisado y breve.
La protagonista de la noche ha llegado más serena de lo que estaba en su docuserie ‘Rocío: contar la verdad para seguir viva’: «Es otra situación», ha explicado. «Me apetece mucho y me hace mucha ilusión. Tengo fuerzas y ganas de hacerlo». Ahora es el momento: «No lo hice antes porque no me encontraba . Pero me parece una pasada revivirlo todo». Para enfrentarse a la nostalgia, su actitud ha sido dar un paso adelante con una nueva imagen, ha sacrificado su melena y luce un flequillo corto a lo ‘garçon’, que le da un aire a Sonsoles Ónega : «Me he dicho, ‘¿qué hacemos?’ ¡Cortar por lo sano!».
Rocío ha recibido la llave de ‘su’ casa, ha entrado en su cuarto y ha mantenido el tipo hasta los dos momentos más emotivos del programa, cuando ha escuchado una entrevista de Jesús Quintero a su madre y cuando ha visto una cinta VHS con imágenes de una fiesta familia, con sus padres bebiendo, cantando, bailando… «Esa fue la época más feliz entre mi madre y yo», ha recordado Rocío. «Luego ya nada fue lo mismo. Pero no fue por la separación , porque no fue una separación normal, para bien. Fue más tarde». A Rocío le ha impresionado verse en los brazos de su padre, Pedro Carrasco , medio dormida en mitad del jolgorio: «No recuerdo haberme visto así con mi padre», ha dicho entre lágrimas: «Tampoco había vuelto a verles juntos».
La presencia de su madre ha sido una constante. La hemos escuchado describir a su hija: «Me encanta su forma de ser, se parece mucho a mí», confesaba en una vieja cassette. «Es una niña muy abierta» . Y hemos visto a Rocío dolida por lo que ya no tiene arreglo: «Mi madre no me hubiera reconocido ahora, ni mi temor ni mi cobardía. No me hubiera reconocido ni lo hubiera permitido. Ahora estoy en el camino de ser lo que era».
Pero esto ha sido un anticipo, una presentación. Pronto iremos descubriendo las ocho piezas de esta espectacular reproducción a tamaño real de Montealto, una vivienda de 1.200 metros cuadrados para la que se ha construido un decorado de 10 metros de alto, 12 de ancho y 5 de profundidad. Es una casa de muñecas enorme que esconde más dramas que la soñada por Ibsen.
Noticias relacionadas