Otro juguete roto: una famosa, al borde de la mendicidad, pide ayuda
Lely Céspedes no tiene trabajo y no cree que vaya a conseguirlo dada la mala situación derivada del COVID y su edad
Fue en los días del Telecupón cuando Lely Céspedes se hizo conocida. Coincidió en eso de pasear los números que salían del bombo con Makoke. Su belleza le hizo un siete a Carmen Sevilla. En aquellos días, su marido, Vicente Patuel, aseguran cayó rendido a los encantos de la televisiva azafata.
Se comentó hasta la saciedad que Patuel hizo sus escapadas con Lely mientras Carmen lloraba en privado y negaba en público que su matrimonio estuviera en crisis. Lo que hubo se fue y Céspedes probó suerte en el mundo del modelaje.
El nombre de Lely Céspedes alcanzó gran notoriedad cuando se conoció que estaba ennoviada con Ernesto Neyera. A él le recordarán como el tercer marido de la fallecida Carmina Ordóñez. El bailarín y Carmen mantuvieron un enfrentamiento durísimo en juzgados y platós dado que ella le denunció por malos tratos.
Poco antes de pasar por el altar, Lely confesó que Ernesto era un hombre bueno y dulce. Se instalaron en una casa en Sevilla y empezaron su vida en común. Tuvieron tres hijos y las cosas empezaron a ir mal. Entre los dos no llegaban a fin de mes. Neyra recurrió a prestamistas y puso su casa como aval. Al final, se quedó sin ella.
Una noche, Lely vivió una pesadilla en la vida real. Confesó que Ernesto la agarró por el cuello y la puso contra la pared. Tuvo miedo y salió huyendo. Fue ahí cuando decidió instalarse con sus padres e iniciar el divorcio.
La separación del matrimonio ha estado salpicada por denuncias que Céspedes ha interpuesto por impago de pensión. Un juez dictaminó que el bailarín debía pasar 500 euros mensuales a sus tres hijos en concepto de manutención. Cantidad que parece, a todas luces, insuficiente.
Acusada de robar
Lely Céspedes ha tocado fondo. Un testigo aseguró en Sálvame que había sido pillada robando en un supermercado . Se habló de un bolso de doble fondo donde introdujo jamones de jabugo y quesos de oveja. La protagonista acudió a Sálvame y expresó que tal cosa era incierta.
No hubo robo. Lely estaba en la caja cuando una persona de seguridad se acercó y le preguntó por dos alimentos que estaban en la bandeja inferior del carrito de la compra. Ella se puso muy nerviosa. Tanto que perdió el control de la vejiga. Aportó el ticket de la compra y empezó a explicar su calvario ante una Carlota Corredera que no pudo aguantar las lágrimas.
Lely no tiene trabajo y no cree que vaya a conseguirlo dada la mala situación derivada del COVID y su edad, «tengo 50 años». Cuenta, además, que por sus hijos está dispuesta a todo, incluso a «prostituirme». Afirma que su desesperación es máxima y que las noches se le hacen eternas pensando en cómo dará de comer a sus cuatro hijos. Relató que ralla las cuñas de queso para que así duren más y también que acude al banco de alimentos con regularidad.
De los amigos que conoció en su época dorada, ni rastro. ¿Juguete roto? Lely se encuentra sola ante el peligro y confiesa que solo sus hijos hacen que se levante de la cama. Sus días los pasa dándole vueltas a la cabeza para sobrevivir. La malagueña está al borde la mendicidad. Solo una línea finísima la separa del lado oscuro. Ese que tan bién conocen quienes han sido golpeados por el COVID y lo han perdido todo.
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