Muere Jack Palladino, el «Sherlock Holmes» americano, tras un brutal ataque
El detective que ayudó a políticos y famosos a tapar sus miserias fue atacado en la puerta de su casa. Pudo fotografiar a sus agresores, ya detenidos
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Al detective Palladino lo abatieron hace unos días a las puertas de su domicilio en el barrio hippie de San Francisco cuando salió a hacer fotografías a unos jóvenes armados que estaban armando jaleo en el vecindario. Le dio tiempo a tomarlas y estos, al percatarse, quisieron robarle la cámara, algo que no permitió a pesar de sus 71 años. Un enfrentamiento que le dejó en estado vegetativo en el hospital tras recibir una brutal paliza de los agresores y precipitó su muerte a las pocas horas. Ni su familia ni los médicos que le trataban eran optimistas sobre su evolución.
Palladino estaba a punto de retirarse en cuanto terminase su último trabajo, tras 40 años al frente de la agencia de detectives privados Palladino & Sutherland, que fundó junto a su mujer Sandra y que se especializó en la preparación para juicios de testigos y pruebas en litigios de alto impacto. Las fotos que pudo tomar momentos antes del asalto han sido la principal pista para que las autoridades policiales detuvieran el domingo a sus agresores, dos jóvenes de 24 y 23 años.
Palladino fue uno de los detectives más reputados de Estados Unidos, le apodaban el «Sherlock Holmes» y se hizo famoso por enfrentarse a una gran cantidad de casos de políticos y celebridades . Suya fue la primera victoria en un tribunal americano contra la industria tabacalera. Consiguió un acuerdo de 200 millones de euros al ganar una demanda que las acusaba de manipular los cigarrillos para aumentar la adicción de los fumadores. Este caso se llevó a la gran pantalla en 1999 con el título de «El dilema» y protagonizado por Al Pacino con el que Palladino compartió rodaje, ya que se interpretó a sí mismo. Entre sus clientes políticos más ilustres, Bill Clinton , por entonces gobernador de Arkansas, quien le contrató en 1992 para desacreditar a las numerosas mujeres que aseguraban haber tenido relaciones con él. Durante años le pagó 100.000 euros, tal y como revelaron las auditorías de su comité electoral. En un artículo publicado en «The New Yorker» apodaron a Palladino «la entrepierna del presidente». Courtney Love le pidió que acallara a los periodistas que investigaban si ella participó en la muerte en 1994 de su esposo, la estrella de rock Kurt Cobain .
Y entre sus últimos encargos, la difícil tarea de vigilar a las víctimas y a los periodistas que investigaban el escándalo de Harvey Weinstein y conseguir que se mantuviesen callados. Solía vestir trajes llamativos y se consideraba un detective extravagante y agresivo a la hora de defender a sus clientes. En una entrevista a la revista «People» aseguró que llegó a los clientes «porque soy descarado». Y ya pudo serlo para conquistar a su mujer, Sandra, en una operación encubierta, donde ambos participaban haciéndose pasar por reclusos en una cárcel de Long Island.
A Palladino no le importaba reconocer que no vivía para nada más que para su profesión de detective. En sus charlas con jóvenes en diferentes seminarios universitarios ofrecía una regla infalible: «Hay que conocer muy bien al testigo antes de ir a verlo». Y aunque reconocía haber sobrepasado límites , no se le pudo alegar nada ilegal o poco ético.
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