Mariñas en su trono

Hizo muchos otros programa de tele, pero ninguno como 'Tómbola', que era incendiario y libérrimo y algo moralista, como el propio Mariñas

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Ángel Antonio Herrera

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Jesús Mariñas aupó un trono en 'Tómbola', y desde ahí cumplía de agitador del show, durante cinco horas en las que se emborrachaba de sí mismo. Hablamos de finales de los 90. Gastaba el ingenio de amonal, se gustaba en el brochazo de peluquería, y se cansaba poco, o nada, porque siempre le alimentó el trabajo. Me consta que 'Tómbola', para él, fue lo más memorable de su carrera, tan longeva, porque ahí podía encender la insolencia, y dar en directo mala vida a los famosos, que fue uno de sus atrevimientos de cronista andariego, respondón y malvado, si venía a cuento. O mejor si no venía. 'Tómbola' es 'Tómbola', y Mariñas es Mariñas. Ya para siempre. El programa lo vienen dando en jirones de youtube, aún, pero conozco a quienes lo tienen en hemeroteca, como una teleserie, como las finales de la Champions, como el porno vintage. Y ahí en medio está Mariñas, una lengua del diablo, o un diablo de larga lengua envenenada.

Cobraba una billetería importante, hacía enemigos cada jueves noche, que era el día señalado del programa inolvidable, para bien, y para mal, y presumía de un repertorio infinito de camisas tropicales , que eran las que le gustaban, pero sin repetir jamás modelo, como las folclóricas de gran cartel. Yo creo que uno de sus triunfos mayores ha sido la elocuencia de la improvisación , porque lograba relatos de las fiestas, nacionales o no, muy dispersos a voluntad, alegremente arborescentes, mezclando el dato histórico con la pulla faltona, el juicio injusto con el detalle modistilla, la gracia teatral con la mala leche, porque sí. Amó su trabajo. Fue cruel y entrañable. Odiaba como el que ama. Y al revés.

La última vez que nos encontramos fue en un plató, en el pasado año, mientras nos pillaban algunas declaraciones sobre algún figurón nacional, para Televisión Española. Y me sacó el tema de 'Tómbola', que añoraba como el bronceado, porque a Mariñas siempre le encantó la vida de bronceado. Hizo muchos otros programa de tele, pero ninguno como 'Tómbola', que era incendiario y libérrimo y algo moralista, como el propio Mariñas. 'Tómbola' fue la Eurovisión del chisme, cada semana, una corrala en colores, un cabaré de kamikazes, un autobús de desmandados y hasta de desalmados, una peluquería en hora punta donde nadie cogía la palabra, porque ahí la palabra se robaba. Y el que más la robaba era Mariñas. El personal entraba al tinglado muy puesto de camerino, y salía despeinado de las bombas verbales que estallaban aquí y allá, debajo de las sillas, contando en su estruendo lo que no contaban nunca las revistas del ramo, que eran el prólogo venial para aquel gran show semanal. 'Tómbola' resultó un exitazo, porque «la vida se le parecía», según asestó Umbral en su momento. Ahí tuvo su trono Mariñas, diabólico como algunos niños.

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