Josemi Rodríguez-Sieiro - LO QUE ME APETECE

Las bodas después de la pandemia

Esos señores que invitan no comunicaron que, por razones sanitarias, algunos fuimos suprimidos

Josemi Rodríguez-Sieiro

Con esto de la pandemia muchas situaciones han cambiado. Una de las cosas que más me llaman la atención es el tema de las bodas . Los padres de los contrayentes son los que participan e invitan. Pero la realidad es que ahora se han convertido en una fiesta de los novios y para ellos. Los padres se limitan a financiar y poco más. En mi caso, a los novios los suelo conocer el día de la ceremonia.

Yo soy de los que no hago jamás el regalo de una lista de bodas. Es una decisión que tomé, después de enterarme de que la vajilla completa, que yo había enviado a una famosa presentadora de televisión en su primera boda, también se la había comprado, por partes, otra gente. Yo no pido que me convoquen, por lo tanto yo elijo lo que me apetece enviar. El error del metacrilato que le regalé, a Conchita Onieva y a Luis Zamorano , sin gustarme, y que se pasó de moda, lo subsané, veinticinco años más tarde con ocasión de sus Bodas de Plata, con un calentador de copas de Compañía de Indias.

No me gusta demasiado hacer una transferencia a una obra social, cuando yo soy patrono de la Fundación Cascajares y todo dinero es poco para ayudar a nuestros fines.

Antes de declararse la pandemia yo he recibido muchas invitaciones de boda. He hecho mis regalos, se aplazaron las bodas y ahora que todo vuelve a cierta normalidad, se han celebrado. Lo curioso es que, en mi caso y en el de otros invitados, nos hemos enterado por la prensa, porque, esos señores que participan e invitan no han tenido a bien comunicar que, por razones sanitarias, algunos fuimos suprimidos sin explicación .

Ni siquiera nos convocaron por streaming, como hizo mi amiga Toya García-Atance, pudiendo comprobar, lo bien que llevaba puesta la mantilla en Los Jerónimos, mientras yo lo veía todo sentado en mi biblioteca, delante de la ría. En estos casos incluso te puedes dar cuenta mejor del daño que producen ciertas profesionales de la influencia con sus consejitos de medio pelo, como esas zapatillas deportivas, con bordados y lentejuelas que a las de pierna recia les aumenta considerablemente el diámetro de las mismas y a las que las tienen delgadas, les hacen unos pies enormes y a todas les afecta su estatura de manera considerable, además de producirles unos andares muy masculinos. Los chales de falsa seda, o sea de nailon, están haciendo mucho daño a las invitadas, que siempre tienen una tía o una abuela que les recomienda ir recatadas a la ceremonia. También he visto a algunos señores acudir con traje claro, beige, más propio para ir a un almuerzo o gris perla, que, en este caso, lo que se debe de hacer es pedir perdón al mundo por haberlo elegido. Una ceremonia exige un traje oscuro y zapatos oscuros. La moda italiana de los trajes azul marino con zapatos hoja seca o caca de gallina debía de estar tipificado como un delito con multa incluida.

La moda, también importada de Italia, de los invitados, mientras entran los novios en el convite, haciendo el helicóptero con las servilletas es algo detestable. No me parece divertido y debía de prohibirse, casi como ha pasado con el gritito de ¡vivan los novios! o la moda, gracias a Dios, efímera y erradicada del corte de la corbata.

En el verano, ni siquiera las altas temperaturas son causa suficiente para que los señores se despojen de sus chaquetas y corbatas, convirtiéndose en energúmenos pegando saltos, como si no hubiera un mañana.

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