Josema Yuste: «No soy partidario del poliamor, no me daría la vida para querer a tantas mujeres»

El cómico, que vive por y para el humor, ensaya por las mañanas, tiene función por las tardes y juega al golf a diario

Josema Yuste GTRES

Antonio Albert

Cuando hablamos de teatro, Josema Yuste (67 años) tiene un lado romántico y otro aventurero. El romántico le ha llevado a protagonizar ‘Sé infiel y no mires con quién’, que le traía recuerdos de esos años en que los escenarios se llenaban de alta comedia con muchos personajes envueltos en mil enredos; el aventurero, producir una función con 9 actores que cumplirá 500 funciones en plena pandemia cuando baje el telón en el madrileño Teatro Amaya el próximo 30 de enero. Pero está orgulloso del reto porque, como nos confiesa: «Yo he nacido para hacer reír. Y te aseguro que hacer reír es lo más bonito que un ser humano le puede hacer a otro». Josema es un hombre equilibrado y organizado: «A mí las rutinas me ordenan mucho, bastante caótica es mi profesión». Más que hacer listas, lo apunta todo: «Tengo una agenda en la que escribo lo que tengo que hacer, y eso me obliga a cumplir mis compromisos». Así le saca máximo partido a cada día: por las mañanas ensaya 'El aguafiestas', la obra de Francis Veber (‘La cena de los idiotas’) que él mismo ha adaptado y que estrena junto a Gabino Diego en febrero, y por las tardes hace su función. Ahora que sabemos que su abuelo estuvo casado, tuvo 9 hijos y mantuvo una relación paralela con otra mujer, con quien formó otra familia, Josema aclara que la elección de ‘Sé infiel y no mires con quién’ no tiene nada que ver con esa anécdota personal.

Si algo tiene claro Josema es que siempre quiso ser actor: «Desde los 7 años y no sé de dónde viene eso, porque en mi familia no había tradición. Fui un niño nervioso, curioso, inquieto, pero no tenía maldad. Fui un estudiante correcto y nunca di problemas en casa. Tuve la suerte de que a mi padre le encantara el cine, el teatro y la música, así que me llevaba todos los sábados a algún espectáculo. Perdí a mi madre a los nueve años y yo era el pequeño, no sé si eso hizo que mi padre se volcara especialmente conmigo, pero me supo transmitir el amor por la cultura y el arte. Parte de mi vocación se la debo a él». Josema siempre soñó con vivir de la profesión, «pero la realidad ha superado mis sueños, la verdad».

Josema, que lleva 31 años casado con la que fuera su vecina del tercero, María José Vázquez, no diferencia una infidelidad de una traición: «Para mí es un intento de justificar lo injustificable. ‘Ay, no me di cuenta, había bebido mucho, no significa nada, pero te quiero mucho’. Lo siento, no cuela. La ‘putada’ está hecha». Tampoco es muy partidario del poliamor: «Yo es que no soy capaz de querer tanto a tantas personas a la vez, no me la vida. Me caen bien, pero quererles...», bromea. Se entiende porque Josema está encantado con su matrimonio: «Pero eso no quiere decir que a veces no discutamos. Mi tía Isabel decía que dos no discuten si uno no quiere. Y yo de pequeño siempre me rebelaba. Si yo tengo razón, no voy a dar mi brazo a torcer y defiendo mi verdad a muerte. Ahora, si tengo dudas, ya es otra cosa. Si creo que tengo razón, no cedo con nadie. A lo que voy, si hay que discutir, se discute. Y no pasa nada».

En estos últimos, sus hijos se han ido casando, aunque la boda de su hija, Ana, su ojito derecho, supuso un momento muy especial: «Cuando uno se casa, uno está tan nervioso que ni es consciente de lo que está pasando. Yo me casé dos veces, una primera ceremonia civil e íntima, nos tomamos unos chocolates con churro y a casa. Pero la segunda fue muy tradicional, a lo grande, con toda la familia. La víspera no pude ni dormir porque todo me superaba. Pero cuando llevé a mi hija al altar era muy consciente de todo, lo vives con más emoción y menos nervios».

Experto golfista

Josema es un hombre coqueto que se cuida, y mucho, tanto por fuera como por dentro. Va siempre hecho un pincel, es un fanático de la dieta mediterránea («soy partidario de la vida sana, como cinco veces al día, pero poca cantidad») y practica deporte siempre que puede: «Hace unos 30 años que juego al golf. Y no lo hago por ese lado social que tiene, en el que muchos empresarios o banqueros van a charlar y a hacer negocios. A mí me gusta porque paseo, juego andando, estoy en contacto con la naturaleza, respiro, me concentro...», nos explica. «Tengo algo de artritis, lo llevo más o menos bien, pero 18 hoyos son demasiado, es una paliza». Al final, el recorrido son 5 o 6 kilómetros al día, que sacrifica los fines de semana que está de gira, salvo que le coincida con Málaga, Valencia u otra capital con un campo cercano. Mi ‘swing’ es aceptable para divertirme, con eso me conformo, aunque soy competitivo. Si juego es para ganar». Josema recomienda el golf, o cualquier otro deporte, para todos: «Es una medicina natural para el espíritu y el equilibro emocional».

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