José Luis Rueda: «Se ha hecho justicia pero he sufrido mucho estos años»
El hijo de Gerardo Rueda charla con ABC tras enterarse de que la justicia le ha absuelto del caso IVAM
Al otro lado del teléfono, Santiago Milans del Bosch , el abogado de José Luis Rueda, de 55 años, le comunicaba este viernes a primera hora de la mañana que la Sección 5ª de la Audiencia Provincial de Valencia le absolvía de los tres delitos que se le imputaban; prevaricación, falsedad en documento oficial y malversación de caudales públicos y estafa por una venta realizada al Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), en 2004 y 2006. Era la mejor de las noticias que podía recibir tras seis años de calvario, y es que aunque fue imputado en 2018, ya desde el 2015 su nombre y el del legado de su padre, el genial artista Gerardo Rueda, era puesto en duda en algunos medios por este caso. Lo primero que hizo nada más enterarse de la noticia fue llamar a su madre, la pobre ha sufrido mucho todo este tiempo. También su hermanas, que junto a su abogado, han sido su sostén. «Estoy contento porque creo en la justicia, aunque he sufrido mucho estos tres años», confiesa emocionado al otro lado del teléfono en excluisva a ABC.
Tiene el móvil lleno de mensajes, de felicitaciones. Aunque él ahora prefiere ser cauto, le han causado mucho dolor y este largo proceso no solo le cuesta casi la ruina sino que también le ha pasado factura a nivel físico y anímico. «Me embargaron todo el patrimonio inmobiliario para depositar la fianza que se nos exigía de casi 4 millones». Ahora su abogado se encargará de recuperarla ya que no han sido siquiera condenados en costas. Aunque la Fiscalía, y la acusación popular ejercida por la asociación Acción Cívica reclamaban para él cárcel, siempre confío en la justicia y en los documentos que su padre, Gerardo Rueda, le dejó como heredero universal y que le otorgan tal y como ha reconocido la justicia en la sentencia «que tiene el derecho de explotación sobres sus obras y por ello de reproducción en cualquier tipo de soporte sin que ello altere el derecho del artista creador de la obra». «No había estado nunca en un juzgado, con eso te lo digo todo. Durante las 14 sesiones que duró el juicio en Valencia apenas pude dormir porque estaba en el hotel con mis abogados preparando el juicio. Me noté más inquieto el día de mi declaración, pero porque quería decir muchas cosas y que me prestaran atención pero tenía poco tiempo», recuerda. Graba en su memoria, algunos testimonios que tuvo que escuchar y de los que asegurá «aluciné porque no era cierto lo que se estaba contando pero te tienes callar. Pero creo en la justicia y en esta ocasión ha sido justa. Estoy muy feliz por mi padre porque era un artista genial y con un legado maravilloso».
Ahora quiere olvidar esta pesadilla, a la que se refiere como una caza de brujas que lo único que buscaba era destruir a su padre y a Consuelo Císcar, como política y que a él le ha salpicado.
Empezar de cero
No sabe como empezará de nuevo a recuperar el tiempo perdido, dejó en pleno escándalo una exposición de esculturas en la plaza del Louvre de París. Tampoco le ha dado tiempo a pensar que sin querer ha crerado jurisprudencia porque es el primer heredero de un artista que tiene que acudir a un juzgado a defender las obras de un artista. Ni Miró que murió en 1987 dejo por escrito a sus herederos una autorización que les diese la potestad para poder ejecutar obra póstuma y sin embargo se hizo. Con este juicio se ponía en duda el contenido de muchos museos y el legado de generaciones y heneraciones de artistas.
Escarabajo de la suerte
Gerardo Rueda adoptó a José Luis con 18 años. Este era futbolista profesional y a lo largo de su carrera deportiva jugó entre otros equipos de segunda división en el Real Madrid juvenil junto a Michel, Butragueño y Sanchís. Todos tienen algún cuadro de su padre en sus colecciones privadas. Pero abandonó el deporte con 25 años: «Me decepcioné con el reglamento y no podía soportar ver cómo lo dábamos todo durante la semana para luego no ser convocados». Compaginaba el deporte con su gran pasión, el arte: «Estudiaba Historia del Arte en la UNED y me aburría en clases porque en mi casa tenía un genio como maestro». Estar a su lado ha sido lo más importante que le ha pasado a José Luis en la vida. En el cuello lleva colgadas dos medallas suyas y una de él, como llevaba su padre cuando vivía. Y en el dedo luce un escarabajo egipcio de oro del año 3.000 a.C como el que enterraban a los faraones y que le regaló después de un viaje. Nunca se lo ha quitado desde entonces, es su amuleto. Si de algo puede presumir José Luis Rueda es de ser generoso, de eso dan fe todos los que le conocen. También ha quedado plasmado en la sentencia que señala que «el precio que se pagó por las obras fue acertado o en su caso muy beneficioso para el IVAM». Refiriéndose no solo al valor de tasación de las obras sino también a la generosa donación. De casi un centenar de obras que este tuvo con el museo. Y es que Rueda hijo ha tenido que vender el coche o pedir un crédito alguna vez para financiar una exposición o editar el catálogo de alguna. Ahora piensa resurgir de las cenizas como el Ave Fénix. En cuanto pueda escaparse unos días a Madrid, lo primero que hará será ir al cementerio a visitar a su padre para hablar con él y llevarle claveles a su tumba. Era su flor favorita.