Isabel Pantoja: «No voy a hablar nada, ya estoy acostumbrada. Es increíble la maldad»
La artista asistirá atónita este sábado a otra entrevista de su hijo Kiko en la que se volverán a tocar heridas aún abiertas
Isabel Pantoja está acostumbrada a que sobre ella se escriban crónicas en las que siempre aparece portando una lanza al galope de un corcel negro. Sin más afán que el de ser una más, se ha pasado media vida intentando demostrar que, a pesar de haber pactado con el diablo en alguna ocasión, ni vive en el infierno ni firma sentencias de muerte. Más bien esquiva las sombras que le han dibujado y que amenazan con engullirla.
La tachan de altiva e inaccesible , pero olvidan que cuando se ha mostrado vulnerable han buscado sus puntos débiles para torpedearla hasta verla caída. El último cartucho lo disparó hace unos días un abogado que dice representarla y que compareció en televisión desvelando asuntos íntimos sin previa autorización y señalando a su hermano Agustín como el causante de todos sus problemas. Buscan en él la responsabilidad que no tiene y le señalan como esa mano alargada y huesuda que mueve los hilos en cualquier telefilme de sobremesa. Isabel se revuelve cuando alguien le hace partícipe de aquello que se cuenta sobre él, pues es Agustín el faro que le da seguridad en plena tempestad y el único de su círculo más íntimo que no ha buscado refugio al calor de los focos. Nunca le ha traicionado. Muy al contrario, le ha ayudado a mirar hacia otro lado cuando el incendio amenazaba con quemarlo todo.
Mantener a Isabel alejada de todo no es fácil. No ve televisión ni lee las páginas de los periódicos que diseccionan su vida. Tal vez tampoco lea este reportaje. Sin embargo, le llegan retazos de una realidad que escuece y no es fácil de asumir. Las declaraciones de su hijo Kiko, que hoy vuelve a ‘Sálvame’, son como esa lava volcánica que, lenta pero segura, acaba arrasando con todo. Ella también se quedó sin respiración al darse cuenta de que uno de sus pilares más sólidos, su hijo, acudía a los medios disfrazado de enemigo.
Nula publicidad
A pesar de que costará recuperar la confianza y hay demasiadas heridas abiertas, Isabel es de esas madres abnegadas que justifican y perdonan. No es nuevo. También lo hizo con su hija, Isabel, cuando dinamitó la familia desde los platós. Pero para que todo fluya necesita compromiso, sinceridad, constancia y nula publicidad. Cada vez que sabe que Kiko acude a televisión para dar el parte, se aleja un poco más. Los pasos van en dirección contraria. Y ya no sabe qué creer, ni a veces cómo soportar tanto dolor. En este camino de espinas tampoco favorece que su hijo siga adelante con el proyecto de la firma de ropa, Kantora is mine, porque evidencia que su perdón es tibio, interesado.
No son tiempos fáciles. Isabel lamenta la muerte de su madre, doña Ana Martín, e intenta resistir como puede a una ausencia que no sabe como suplir. Nunca se arrepentirá de haber dedicado la mayor parte de los últimos años en intentar proporcionarle una buena calidad de vida, pero no duerme abrazada a sus cenizas. Se desvivió por ella y antepuso su tranquilidad a todo lo demás. La enfermedad paró la maquinaria profesional pero enriqueció su mundo interior y mostró que, tras la impetuosa fortaleza con la que seduce desde los escenarios, se encuentra una mujer frágil, familiar e inevitablemente emocional.
Justicia silenciosa
Pasa sus días escuchando música española de todos los tiempos, organizando los planes profesionales futuros y recomponiendo los recuerdos de una vida apasionante. Está más delgada pero se alimenta bien. No le preocupa lucir menos arreglada pero tampoco está dejada. En Cantora es más Maribel que nunca. Y es allí donde quiere estar, sin buscar la comprensión de aquellos que la dejaron caer en pleno vuelo: «No voy a hablar nada, ya estoy acostumbrada. Es increíble la maldad», dice en una charla informal con ABC.
Estar en silencio es una opción presente pero puede que no futura. Tampoco significa que Pantoja esté de brazos cruzados viendo el tiempo pasar. Habla, alto y claro, ante las administraciones y los juzgados. La Agencia Tributaria le acaba de devolver 250.000 euros tras un error que se ha admitido y la demanda a Teresa Rivera ya está en marcha. La hermana de Paquirri no solo le acusó de haberle sido infiel sino de haberle engañado en todo sentido. No está dispuesta a que nadie borre su historia de amor con Paco y de la que ABC fue testigo en reportajes históricos que descansan en la hemeroteca. Herida pero no muerta, honrará su memoria hasta que este anochecer continuo acabe siendo un amanecer tardío.