Diez hijos, cinco mujeres y muchos escándalos: vuelve Eddie Murphy, el rey de Zamunda
El actor más taquillero de los 80 y 90 regresa con la secuela de la comedia ‘El príncipe de Zamunda’. Su vida privada deja un reguero de polémicas y curiosidades
Ya no es príncipe sino rey de Zamunda , pero a la crítica le ha traído sin cuidado el ascenso de Eddie Murphy en la escala real, aplicando la guillotina sin piedad. El cómico, que se había refugiado en la música a la espera de un buen guión («No quiero hacer nada más que dé asco. No quiero dar asco», le confesó a Ellen Degeneres), aceptó el proyecto 32 años después de un éxito que ahora Amazon ha estrenado tras pagar 125 millones de dólares por tenerle como cabeza de cartel.
La vida de Murphy no ha sido de comedia sino más bien un drama que roza el final feliz. Abandonado por su padre cuando cumplió tres años, fue a parar a una casa de acogida junto con su hermano Charlie cuando su madre enfermó de tuberculosis . Ella mejoró y pudieron recomponer parte de la familia, pero para entonces todo se había complicado: su padrastro era alcohólico con tendencias agresivas y su padre había sido asesinado con un cuchillo por una amante, crimen que Eddie aprovechó años después para uno de sus monólogos.
Se hizo popular en el instituto por sus dotes para la imitación y su sentido del humor le convirtió en un conquistador. De hecho, sus diez hijos (hay 29 años de diferencia entre el primogénito y el benjamín) son fruto de cinco relaciones distintas, alguna de ellas en paralelo . Defensor del poliamor, se casó con Nicole Mitchell , con quien vivió el gran escándalo de su carrera: fue detenido por llevar en el coche a un transexual que ejercía la prostitución . Lo irónico del caso es que el humor de Eddie Murphy se había caracterizado por su homofobia: «Si veis que me muevo mucho es para que los maricones no me vean el culo. Las tías salen con sus amigos maricas, se besan y luego ellas me quieren besar a mí, contagiando el sida por ahí». Nunca se disculpó por esas barbaridades, sin embargo, lo que sí hizo fue llegar a un acuerdo con 'National Enquirer' tras una millonaria denuncia. La revista había pagado los 15.000 dólares de la fianza para obtener el titular que tanto ansiaba: 'La vida sexual secreta de Eddie Murphy. Su fulana travesti lo cuenta todo'.
Aunque nunca ocultó sus romances paralelos y fue aceptando uno a uno a sus hijos, sólo tuvo problemas con Mel B, la ex Spice Girl, con quien compartió tatuaje de amor eterno. Ella quedó embarazada, Eddie rechazó la paternidad y exigió una prueba de ADN humillándola en público; «No sé de quién será ese niño», llegó a decir en televisión. La pequeña Angel Iris llegó al mundo sin saber todo lo que había sufrido su madre por hacer valer sus derechos en un largo juicio durante el cual su padre se enamoró y volvió a casarse, esta vez con Tracy Edmonds. Fue en Bora Bora, en una de esas celebraciones que requerían confirmación legal a la vuelta a Estados Unidos. Tracy sigue esperando que Eddie firme los papeles que la conviertan oficialmente en esposa.
No fue la única crueldad que ha demostrado con una pareja. Cuando rompió con Lisa Figueroa , ella le dejó un mensaje desesperado en el buzón de voz: «¡Eddie, por favor! ¡Te quiero! ¡No me dejes, vuelve conmigo!». El actor usó la grabación como tono de llamada en su móvil para que todo el mundo pudiera escucharlo.
Coleccionista de hijos y coches de lujo (un Rolls Royce y un Ferrari son sus favoritos), en ellos ha gastado casi toda su fortuna: de los 300 millones que se calcula llegó a tener, mantiene 85 en su cuenta corriente. Tampoco es ya la estrella que podía exigir por contrato un séquito de 50 asistentes (entre ellos, entrenador personal, mayordomo y un conductor de limusina disponible 24 horas al día) o medio millón de euros extra para gastos de invitados al set de rodaje. Estos caprichos quedaron registrados en un libro que denunciaba cómo la Paramount había disparado el presupuesto de su éxito ‘El príncipe de Zamunda’.
Pero todo eso ha quedado atrás: corren nuevos tiempos y ahora debe demostrar que puede ser rentable , que su humor ya no ofende ni puede costarle la cancelación. Está en su mano. O en su boca.
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