Desvelado el plan de diez días que se pondrá en marcha en Reino Unido cuando muera la Reina
La filtración de los detalles del programa ha provocado que el Gobierno abra una investigación
La Reina Isabel II es, sin lugar a dudas, uno de los personajes más relevantes de la historia no solo del Reino Unido, sino de todo el mundo. En sus 95 años de vida, que cumplió el 21 de abril, ha vivido, entre otros acontecimientos relevantes, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la disolución del Imperio británico y el consiguiente nacimiento de la Commonwealth, la guerra de las Malvinas, el Brexit, la pandemia de Covid-19… experiencias a las que se suman las de su vida privada, como la muerte de la que fuera su nuera, la princesa Diana, la crisis provocada por Harry y Meghan con su abandono de la Familia Real y del territorio británico, el escándalo de abusos sexuales en el que está implicado su hijo el príncipe Andrés, y la muerte de su esposo, Felipe de Edimburgo, con quien estuvo casada 73 años, hace unos meses. Además, en sus casi siete décadas en el trono, que cumplirá el próximo 6 de febrero, ha visto pasar por Downing Street a 14 primeros ministros. Sin embargo, en el país todo está listo para despedirla como se merece una vez que muera. Si bien es cierto el plan que el gobierno pondrá en marcha durante los diez días siguientes a su fallecimiento está preparado hace mucho tiempo, la avanzada edad de la monarca y la emergencia sanitaria por la pandemia obligan a que todo esté calculado al milímetro, aunque desde las dependencias oficiales se insista en que la buena salud de la Reina no hace temer lo peor.
Los detalles de la operación, llamada 'London Bridge', fueron desvelados por el medio de comunicación 'Político', que tuvo acceso a los documentos en los que, además de mostrar la preocupación del gobierno por contar con los recursos necesarios para ponerlo en marcha, con desafíos concretos para los ministerios de Asuntos Exteriores, Interior y Transporte, se incluye un plan de seguridad sin precedentes en la nación, que debe prepararse para que su capital, Londres, se vea literalmente inundada de gente, incluyendo a locales, turistas, jefes de Estado y personalidades importantes, lo que obligará a activar un protocolo jamás visto antes para que los servicios de alojamiento, transporte, alimentación y salud, entre otros, no se vean desbordados. A esto se suma el peligro de la amenaza de atentados terroristas. En el día del fallecimiento, que se denomina en los documentos 'Día D', será el secretario privado de la Reina quien llamará por teléfono al primer ministro para darle la noticia y los trabajadores gubernamentales no podrán hacer comentarios hasta que el premier hable públicamente.
Las banderas de Whitehall se bajarán entonces a media asta, una labor que se espera concluya en menos de diez minutos para «evitar la ira» de la población por no hacerlo con celeridad. El público se dará cuenta además gracias al comunicado oficial que enviará la Casa Real. Los días posteriores están calificados como D+1, D+2, D+3, etc, hasta llegar al diez, cuando se celebrará el funeral.
Un problema logístico añadido es el de trasladar el ataúd de Isabel II desde el lugar de su fallecimiento -que podría ser en Londres, pero también en el Castillo de Windsor, o en sus residencias oficiales de Sandringham o Balmoral, en Escocia- hasta el Palacio de Buckingham, de donde saldría en procesión hasta el Palacio de Westminster, que alberga las dos cámaras del Parlamento, el día D+5. Una vez allí, será colocado sobre una estructura elevada conocida como catafalco, que estará abierta al público durante 23 horas al día durante tres días.
Apagón en redes
Mientras tanto, la página web de Buckingham será sencillamente un fondo negro anunciando la muerte, mientras que el sitio web del gobierno tendrá un banner de este color y los funcionarios no podrán publicar en las redes sociales contenido que no sea urgente, ni tampoco hacer retweets, que estarán explícitamente prohibidos a menos que lo autorice el jefe de comunicaciones del gobierno central. Las actividades del Parlamento se suspenderán durante esos diez días, y a las seis de la tarde del Día D, el Príncipe Carlos, ahora Rey, se dirigirá a la nación, pero será proclamado como nuevo soberano hasta el día siguiente. El día D+3, Carlos se embarcará en una gira por el Reino Unido que incluirá visitas obligadas al parlamento escocés, a Gales y a Irlanda del Norte, donde se celebrarán también servicios religiosos. Esto forma parte de la 'Operación Spring Tide', el plan para el acceso de Carlos al trono que se llevará a cabo de forma simultánea a los honores a la difunta monarca.
El primer ministro y la Reina, que ha participado en la elaboración del plan, han acordado que el día del funeral de Estado sea un día de «duelo nacional», pero no será declarado festivo, así que dependerá de cada empleador darlo, o no, libre a sus trabajadores. El funeral se llevará a cabo en la Abadía de Westminster, y el cuerpo de Isabel II descansará de forma definitiva en la Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI del castillo de Windsor. Al mediodía, habrá dos minutos de silencio en todo el país.
El enfado del Gobierno
Según el diario 'The Telegraph', la filtración de estos detalles no sentó nada bien en el Gobierno, que ha abierto una investigación, y cita a una fuente anónima de Whitehall que señaló que la publicación es «insensible porque no hace mucho que la Reina perdió a su esposo. Es de mala educación, algo completamente innecesario».