Depp es un pirata con gafas, la última cosa que usaría un pirata

Ha llegado al dandismo del hippismo o a la etiqueta de la bohemia

El actor Depp ABC
Ángel Antonio Herrera

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Lunes

Lo que pasa con Johnny Depp es que se disfraza, pero no se nota. Ha llegado al dandismo del hippismo o a la etiqueta de la bohemia. El tío va de vaquero grunge y sombrero de gánster, como si siempre se hiciera un jaleo con la ropa, pero su carácter le ha dado a todo eso una geometría que parece exigir de mucho rato de espejo, cuando Depp es un tipo del que nadie diría que se ha mirado mucho al espejo. Ha venido a recoger un premio, en San Sebastián, y no ha dado entrevistas de temario ajeno al cine, o sea, que evita hablar del tema de la acusaciones de mal tipo que emprendió su exmujer. Hablamos de la esposa última, de nombre Amber Heard, que le pidió el divorcio, adjuntado una denuncia por violencia doméstica. No discutiremos nada al respecto, obviamente, pero la prensa que viene siguiendo el caso se divide entre los que dan credibilidad a la denuncia de Amber, y quienes ven en eso una estrategia para forzar un divorcio de escándalo, y atajarlo con un pacto de pasta poderosa. Ella sabrá. Ellos sabrán. A mí el enigma de este matrimonio, que duró poco más de un año, me trae dos cosas, preferiblemente: que Amber es una rubia de alto misterio, y que Depp es un pirata con gafas, que es la última cosa que usaría un pirata. Amber resulta un poco pariente de Vanessa Paradis, la mujer anterior de Depp. Ambas son un desmayo de mujer dorada que le va muy bien a su empaque de raro desmadejado. Vivió romances con algunas osadas de su gremio o de otros, como Kate Moss o Winona Ryder. A Depp le llaman alternativo porque es un lord Byron que se hubiera fumado un par de porros, y así no hay manera de fijar a nuestro actor en el escaparate. Siempre le sobra o le falta un collar, una corbata, o una pulsera, porque es de llevar mucho de todo eso, y todo junto, en un barroquismo que es naturalidad. Pero ahora le falta, o le sobra, la consorte que tiene y no tiene, la misma que dice en una denuncia que Depp le tiró un iPhone a la cabeza. Veremos. Lo seguro es que Depp parece, en un primer vistazo, lo de siempre, un poeta forajido. Y en un segundo vistazo puede parecernos un guitarrista que va al gimnasio. Un exótico que ha dormido mal, en cualquier caso. A saber por qué causa.

Martes

Le van a poner a Alejandro Sanz una estrella en el paseo de la fama de Hollywood. A Alejandro ya no le hace falta ninguna distinción, pero ahí está la noticia, que es novedad de Miami, aunque repercute aquí. Alejandro es un nacional que suele estar de viaje en el extranjero. Yo a Alejandro, últimamente, le voy viendo contento, y con muy buena cara . Lo diré de otra manera: ha llegado joven a los cincuenta y dos años, que son los que por ahí pasea. Ahora tiene una novia de esplendor, Rachel Valdés. Ha padecido rachas de «nube negra», que diría Sabina, por experiencia propia, y hasta suspendió una gira, hace años, por ansiedad y otras tormentas interiores, que son las de peor alivio. Tuvo club de fans, todas bachilleras de carpeta, pero ya tiene afición de multitud. De modo que es un artista. Luego está que repercute a veces de noticia sin escenario. Como ahora, o cuando se divorció de su mánager de toda la vida, y la noticia fue un trueno. Hizo matrimonio con Raquel Perera, por la vía de lo secreto, que siempre es un susto para la afición. Es lo más punky que he hecho en mi vida, soltó Alejandro como crónica de acontecimiento. En la hemeroteca queda Jaydy Michel, con la que casó por lo balinés, y hasta Valeria Rivera, que se vino un rato a España a hacer gira de platós. Ese pasado tiene ya muy poco futuro, salvo los hijos prósperos. Parece a veces que estuviéramos ante un nuevo Alejandro, pero el nuevo es el de siempre: un largo artista logrado.

Linda Evangelista GTRES

Miércoles

Linda Evangelista , una de las modelos de tirón de los noventa, vive en depresión porque la han desgraciado los cirujanos plásticos. Son los riesgos de practicar el photoshop de quirófano, que iguala las bellezas, o te deja peor que estabas.

Jueves

La despedida de oficio de Concha Velasco es novedad de ficción, necesariamente. Porque ella no se irá nunca.

Viernes

Javier Bardem presenta película, ‘El buen patrón’, donde lo borda. La obra se ha visto en el Festival de Cine de San Sebastián. Bardem es el mejor actor de España, y el esposo planetario de Penélope que nunca habla. Javier, en lo personal, practica la callada por respuesta. Él sigue fiel a su estilo, que es poner cara de púgil y solo abrir la boca si se alude a su trabajo. Con Bardem, o se habla de cine, o bien te ahorras la visita. Nos gustará o no nos gustará, pero el tío no cambia de maneras. A uno esto hasta le parecería bien, salvo que a veces Javier se descuelga con algunas generosidades de confesión, ante la prensa extranjera, que nunca se gasta aquí. Él sabrá, pero percibo que no se sacude ciertas antipatías, acaso innecesarias. Tengo a Bardem por un macho de talento, y, a resultas, me cuesta levantar una voz de censura o reproche contra él porque no dé una foto del álbum de boda, o el parte del parto de su chica. En él la gente ve un actor imbatible, o un tipo cabreado, pero es un elegante, solo que un elegante a su pesar. Gustará o no, pero no tiene igual.

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