Lydia Lozano nos desvela sus vacaciones secretas
Este año, la colaboradora de ‘Sálvame’ ha mantenido en secreto sus vacaciones en Portugal con su marido. Con ella recordamos un viaje a Dubai lleno de sorpresas
«Creo que va a ser la mejor entrevista de mi vida», bromea Lydia Lozano al teléfono. «Por lo menos, es la que más estoy disfrutando, porque tengo a Charlie a mi lado y estoy sentada con una copa de vino con el Atlántico a mis pies. Esto es la felicidad absoluta . ¿Qué más puedo pedir?». Lo cierto es que podría pedir que la dejáramos en paz durante sus días de descanso, que bastantes follones tiene todas las tardes en ’Sálvame’, pero Lydia ha aceptado encantada compartir con nosotros sus vacaciones, que este año ha intentado mantener en secreto: «Es que lo del año pasado fue una locura. Mi amigo ya no puede atracar el barco sin que la gente se le eche encima haciendo fotos, gritando ‘¡El yate de Lydia!’ Desde aquí hago un llamamiento a los lectores: por favor, dejen en paz a mi amigo. Yo no tengo barco, es suyo. El pobre, con lo bien que se portó conmigo y lo mal que lo ha pasado».
Tras esa fatídica experiencia marina , uno pensaría que Lydia no pondría los pies en otra embarcación, pero ella no se rinde: «Tenemos amigos con barco y no me voy a perder la oportunidad de conocer la costa portuguesa por unos paparazis. Hay calas poco accesibles en el Algarve a las que llegas por mar y las vistas son maravillosas. Lo único que echas de menos en esos momentos son los chiringuitos. Pero teniendo buena cerveza a bordo, lo superas».
La periodista ya conocía Portugal, que había visitado en varias ocasiones por trabajo, incluso había entrevistado al que fuera su presidente, Mario Soares, «pero Charlie no había estado nunca y pensamos que era buen momento. Lisboa está preciosa. Nos ha encantado todo: Cascais, Comporta… ¡Es un país maravilloso que tiene tanto parecido con España y, sin embargo, es tan distinto!».
La foto
El fotógrafo es su marido, Charlie, quien, conociendo bien a su mujer, se puso a dirigir la sesión como si fuera David Lean en ‘Lawrence de Arabia’: «Hacía un viento tremendo y Charlie me dijo que me cubriera con un pañuelo. Él sabe lo que me gusta a mí un acting, así que me puse toda mona haciendo poses. Pero la foto está retocada. No yo, que conste», puntualiza Lydia: «Es que Charlie se dio cuenta que había una planta rara a mis pies, como un matojo, y me dijo que era mejor pixelarla porque restaba credibilidad y, más que el desierto, parecía un rinconcito de un parque temático». Es la primera foto retocada con Photoshop que publicamos en esta sección, pero la excusa lo merece: «Hay cosas tan reales que parecen mentira».
A Duba i fueron porque Juan Valderrama y su esposa, amigos y vecinos, le recomendaron que visitaran a Guillermo Blanco, uno de los decoradores más importantes del país, al servicio de los jeques árabes. Ex marido de la actriz Maru Valdivielso, Guillermo fue un anfitrión excepcional: «No es lo mismo ir con gente que vive allí, que conoce su cultura y sus tradiciones. Hicimos más amigos y fuimos a lugares que nadie de fuera sabe que existen. Fuimos incluso a una fiesta secreta, en la que nos pedían contraseña, en la planta 53 de una impresionante torre de cristal. La temática era el boxeo y todo parecía sacado de una película de mafiosos, con el ring en el centro. Yo estaba alucinando, viendo aquellos hombres saltando sobre las mesas jaleando a las bailarinas. De pronto escuché un grito, ‘¡Lydia!’. Era un señor que no conocía de nada, pero resultó ser uno de los camareros de la Zona VIP. Era de Salamanca, un tipo encantador, que me había reconocido y nos invitó a todo. Yo saltaba el ring para ir a la barra cargada con 10 gin tonics para repartir en el grupo. Luego se me acercó la organizadora y me preguntó quién demonios era yo: «Soy amiga del camarero, le solté, y me quedé tan ancha».
Lydia y Charlie también fueron en barco en esa ocasión: «La Palmera estaba en obras y pudimos ver todo desde alta mar. Menudo espectáculo». Pero no crean que por ir en yate se olvida de tener los pies en la tierra: «Me encanta hablar con todo el mundo, con los taxistas, con los camareros, con los vendedores… Me cuentan sus cosas, yo les pregunto y, sin darnos apenas cuenta, estamos conversando animadamente. No puedes conocer un lugar sin conocer a la gente, sin saber cómo piensan, qué sienten. Me encanta viajar pero no me gusta hacerlo como una turista. Me gusta vivir los países que visito».