Carme Chaparro: «Hay personas que no se atreverían a decirme cosas a la cara pero en las redes sociales lo hacen»
Con ‘No decepciones a tu padre’ cierra una trilogía que la consolida como autora de misterio e intriga
Lo suyo es la novela negra y con ‘ No decepciones a tu padre ’ cierra una trilogía que le ha convertido en una auténtica escritora de misterio e intriga. Carme habla con pasión de su obra de la misma manera que se entrega al cien por cien en sus proyectos televisivos. Y además hoy sus hijas ya no le piden promesas de no más libros sino todo lo contrario. Es lo que tiene el esfuerzo: la recompensa.
—¿De verdad cree que los monstruos están entre nosotros?
Nadie nace Hitler y con eso te digo todo. Para los monstruos que aparecen en esta novela he tenido la ayuda de dos amigas que son psicólogas y trabajan con la Policía. Con ellas trazamos perfiles de víctimas y asesinos para ser lo más fiel a la realidad y por eso puedo decir que un monstruo es la suma de factores genéticos, ambientales y sociales, familiares… digamos que hay que tener una predisposición y luego depende en cómo te eduques o sean tus circunstancias el monstruo saldrá o no. Hoy las redes sociales nos demuestran que hay multitud de minimonstruitos. Las olas de odio, insultos y descalificaciones y jaurías que se lanzan contra determinadas personas… a veces simplemente porque han sacado unas palabras de contexto y se montan cadenas de insultos. Encima son personas que no se atreverían a decir determinadas cosas a la cara pero en las redes sociales lo hacen. Recuerdo un tipo que una vez me dijo que era basura (te diré que es una de las mejores peores cosas que me han escrito) y resulta que una amiga lo vio en mi Instagram y se quedó helada porque le conocía y me comentó que era un hombre muy simpático y cariñoso que quería mucho a su abuela. Un día decidí contestarle de forma educada en plan que si su crítica fuera constructiva que lo encajaría muy bien pero lo alucinante fue que siguió insultándome y le dije que teníamos una amiga en común y que era desconocedora de esa cara B que mostraba en redes. Es por eso que tengo muy claro que en las redes la gente actúa de una manera salvaje.
Vivimos un momento de odio generalizado. ¿Qué nos ha pasado?
Creo que es la suma de muchas cosas. Hay algoritmos que se dedican a saber lo que uno quiere y busca y por eso las aplicaciones no paran de ofrecerte productos que coinciden con tu sesgo. Eso crea unas trincheras de falsa realidad donde sólo te metes en foros con gente que piensa como tu y si aparece una voz discordante todos acuden en masa a insultar. Desde un teclado es muy fácil insultar y sé que esas mismas personas si ahora me las encontrara hasta me pedirían un selfi.
¿Y cómo se consigue hacerse inmune a esos descalificativos?
A base de llorar mucho, pasarlo mal y hasta creer que la gente opina así de ti. Tendemos a ver más lo malo que lo bueno. Un ejercicio fundamental es valorarse uno a sí mismo con independencia de lo que digan otros y te aseguro que cuesta llegar a ese punto.
La pregunta sería qué hacemos todos en redes cuando ya sabemos que hoy todo se compra y se orquesta.
Las redes me sirven para muchas cosas y lo soluciono bloqueando a la gente que no me interesa. Sería bueno que las propias redes tuvieran más control ante esas campañas.
Comienza su novela con una muerte inspirada en el asesinato de Craso (año 57 a. C.) y vuelve a centrarse en temas tan duros como la trata de mujeres, la prostitución…
Históricamente lo que le pasa a un prepucio es universal y lo que le ocurre a un ovario sólo para el gueto femenino y desde hace un tiempo muchas periodistas estamos en la lucha de contar lo que les pasa a las mujeres tenga la misma dimensión. Hace años que colaboro con Apramp, una asociación que acoge a mujeres que han prostituido y me han contado historias desgarradoras de cómo las vendían sus padres, las violaban, secuestraban, destrozaban… En la novela se hace alusión a cómo engañan a tantas para traerlas como camareras y luego las explotan y anulan hasta que las llevan por todos los prostíbulos. Estamos en una sociedad donde hay esclavas. No niego que habrá mujeres que vendan su cuerpo pero te aseguro que la mayoría está esclavizadas. Si a través de la novela puedo hacer que se vea esta realidad sería fantástico.
¿Cómo ha compartido su familia la creación de este libro?
Por suerte mis padres me pagaron un curso de mecanografía en Hospitalet y te aseguro que escribo superrápido de ahí que en cinco semanas ya tenía el borrador preparado. Me entra el ansia y no puedo parar. Es verdad que con la anterior mi hija me pidió que no escribiera más porque les quitaba tiempo pero sin embargo ahora, a sus 10 años, me ha dicho que está orgullosa de mí y que cuándo empiezo el próximo.
Vuelve a la televisión con ‘El punto de mira’.
Allí hago unos especiales sobre monstruos y por qué actúan así.
¿Y entiende el caso de Noelia de Mingo?
Ella tiene una enfermedad mental y eso es diferente. Además no me gustaría que se estigmatizara a los enfermos mentales porque no es justo. Lo que sí creo es que hay gente mala, y no están trastornados. Son personas que no sienten nada por los demás. Son monstruos.
No se puede quejar. Tiene salud, trabajo y mucho amor.
Sé que vivo mucho mejor que la mayoría de la gente. Tengo una vivienda, un trabajo que me gusta, mi familia, salud, escribo novelas…