La boda que la pandemia robó a Chenoa
Es una famosa que tuvo que aplazar la boda, aunque esto le ha pasado a mucho mortal
El motivo por el que David Bustamante no ha ido a la boda de Chenoa y otros triunfitos de última hora
Lunes
Pues sí, se nos casa Chenoa . El acontecimiento iba previsto hace muchos meses, pero la pandemia lo detuvo. Y ahora toca. El novio es Miguel Sánchez Encinas , médico de profesión. Chenoa es una famosa que tuvo que aplazar la boda, aunque esto le ha pasado a mucho mortal, que se ha llevado el disgusto de aplazar el gran día nupcial. Yo no me llevaría tanto disgusto por un contratiempo así, porque el que aplaza una boda también está aplazando un divorcio. Y esto no lo digo por Chenoa, naturalmente, sino más bien en general. El matrimonio es una cosa de tres, como sostenía el inolvidable Luis Eduardo Aute . Aute me lo contaba así: Mira, que el matrimonio es cosa de tres lo dice incluso la propia palabra: Ma-tri-monio. El noviazgo de Chenoa también ha resultado cosa de tres: ella, el prometido, y el coronavirus, que vino a romperlo todo. Desde los funerales a las bodas. Chenoa no ha sido chica de asomar su corazón en el escaparate, pero ahora sí. Cosas del amor, que todo lo pone del revés. Chenoa reúne novios de poderío, como Alex González, o Bisbal, pero yo a Chenoa, en cualquier caso, la he visto siempre como soltera de muchos novios, porque soltera es la que vive suelta, y ese espíritu a Chenoa no se le apaga nunca, por fortuna. Los que se emplean en la crónica urgente han reiterado mucho que Chenoa es chica de poca suerte en el amor, por su trajín de novios, pero yo creo que es precisamente lo contrario. Ha vivido fija en el amor, sólo que ha cambiado mucho de amores, o bastante. Un día presentaba a un apolo de portada y al día siguiente presentaba un disco de discoteca. Ha sido una novia soltera. Y esa novia soltera, ahora va y dice que al fin se casa. Pues enhorabuena.
Martes
Ana de Armas , como Marilyn, trae la frase de Truman Capote: «Si he de vivir otra vez, que sea de rubia».
Miércoles
Antonio Banderas tiene algo de noticia en curso, aunque no haya noticia. Antonio aparece y desaparece por ahí. Hace muchas cosas, y lo último es que ha puesto Málaga de moda. Málaga es Málaga, pero con él ha pillado un soberano podio. Conviene decir que Antonio no ha hecho carrera, sino más bien carrerón. Rindió un día a sus pies de currante a los mafiosos del cine americano, que solo gastan chequera para cachas, guapas de calendario y otros subproductos de gimnasio, y se trajo para España, en verano, a toda su familia archifamosa. Eran los tiempos de Antonio y Melanie. Ahí, en aquella Málaga, no remota, convidaba a fotos a todos los paparazzis de la zona, como un compinche de barra. Uno siempre creyó que eso de hacer las Américas, tan 'demodé', era solo un vicio público de folclóricas que se van a airear el volante por el mundo. Pero he aquí que, de pronto, un chaval de la movida almodovariana, hace el hatillo humilde, sale desde Madrid, tras venirse de Málaga, y se propone conquistar Hollywood, como si se fuera a ligar suecas en Torremolinos. Con un par. Se lo propuso, y lo logró. Ahora, de vuelta de todo, es el rey de Málaga, que no va de nada.
Jueves
Yo ya no sé si Charlene está casada con Alberto de Mónaco, o divorciada, o qué.
Viernes
Leo que Flavio Briatore ha convertido su mansión de Kenia en apartamentos de lujo. Hay por ahí fotos, que son un susto de maravillas. Por esa casa han pasado Naomi Campbell, y Heidi Klum, con la que Briatore tuvo un hijo, por cierto. Briatore es un forrado de la Fórmula 1, y un playboy de reliquia, porque los playboys se agotaron. A mí Briatore me cae, porque va bronceado fuera de temporada, y carga greña de despeinado de buena vida. Recuerdo que en la Marbella de los ricos, inauguró discoteca. Billionaire se llamaba el invento. Ahora, también la palabra Billionaire va a decorar el ramo de apartamentos keniatas. En la postal de bautizo del garito marbellí, Flavio se escoltó de su esposa, Elisabetta Gregoraci , de la que ya se ha separado. Aquel local prosperó un rato siendo negocio, pero en la fiesta inaugural vimos menos famosos que en un cumpleaños de Marujita Díaz , aquella prehistofolclórica. Aquel sitio era un gusto para el dejarse ver de los ricos a los que no les gusta que los vean. Briatore inauguró su bar fastuoso como quien echa a volar un yate. Tenía algo, aquello, de las épocas de Gil y Gil, sólo que con renuevo de gogós. La reserva de mesa costaba el sueldo de un maestro, y la entrada del paraíso se llenó de Ferraris con señorita dentro, toda una escudería de esas señoritas de las que sudan Chanel de reserva. Con el precio de una ronda de cubatas, ahí, le arreglas el presupuesto del invierno a una familia de Alcorcón. Era la otra España de la crisis, que siempre vive bajo el lema del ideólogo Briatore, antaño sexador de Barbies. O sea, el lujo de ser uno mismo.
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