Arde Navalacruz, el pueblo de Iker Casillas

Durante la mañana del domingo varios focos alcanzaron localidades abulenses colindantes

Iker Casillas
Saúl Ortiz

Saúl Ortiz

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Este verano de temperaturas infernales está generando numerosos incendios en nuestra geografía. Fuegos que arrasan con virulencia miles de hectáreas de oxígeno e historia viva y que algunos de ellos tienen su origen en la provocación incomprensible del hombre. Uno de los más graves se originó el pasado sábado en las inmediaciones de Navalacruz (Ávila) . Un coche ardiendo en la cuneta de la N.502 hizo que las llamas arrasaran, incontrolables, con todo lo que se encontraban por su camino. Tanto es así que durante la mañana del domingo, varios focos alcanzaron los pueblos colindantes, obligando a miles de familias a desalojar sus viviendas, algunas de ellas irremediablemente calcinadas por el avance devastador del fuego.

Todos a una intentan sofocar como pueden a ese demonio que ha teñido de un rojo trágico las vacaciones y los sueños de los afectados. Desesperación que logró inmortalizar la cocinera Pepa Muñoz en unas imágenes compartidas en Instagram y que son reflejo certero y agónico de la gravedad de lo ocurrido. Iker Casillas , uno de los vecinos más ilustres de Navalacruz, difundió en sus perfiles oficiales una fotografía en la que se observan caballos huyendo de las llamas. Un gesto que para muchos llegó tarde y mal pues al mismo tiempo que su pueblo ardía, él posteaba fotos lúdicas de un verano sin fin. Navalacruz es refugio y santuario para el deportista. Allí acude cuando necesita reencontrarse con sus orígenes y disfrutar de tiempo de calidad junto a los suyos.

En el pueblo, Iker es un rey sin corona al que protegen y veneran. Pasea con una camiseta que lleva su nombre y se refresca de bar en bar mientras sus amigos le protegen de curiosos y periodistas. Tanto es así que hace unos días una reportera de ‘Socialité’ fue invitada a abandonar el lugar con prácticas similares a las que emplearon con los piratas de ‘Chocolat’. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. O no.

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