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Cien días únicos a 400 euros el menú: Adrià y Ducasse funden en París las dos mejores cocinas de la historia

En el restaurante ADMO dialogan dos maneras de entender la libertad y la vida. Si el ‘pop up’ supera los 5 millones de beneficios, la aventura se hará permanente

Jessica Prealpato, pastelera de Ducasse, Albert Adriá, Vincent Chaperon -de Dom Perignon-, Ducasse y Romain Meder, chef del día a día de ADMO ABC
Salvador Sostres

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Un restaurante efímero. Sólo cien días. Almuerzo y cena, 80 comensales por servicio. Un total de algo menos de 16.000 clientes, contando que yo iré varias veces. 400 euros el menú, sin bebidas. Fallecido Joel Robuchon , el mejor chef de la cocina ... francesa: Alain Ducasse . Retirado Ferran Adrià , el mejor chef de la cocina española: su hermano Albert . El menú, de 7 platos, es un diálogo no sólo entre dos grandes chefs, ni dos grandes países gastronómicos, sino entre dos maneras de entender la libertad y la vida. Hubo una guerra hace veinte años y la ganamos. Y no sólo la ganamos sino que cambiamos el mundo, destronamos a la cocina francesa, hicimos saltar sus encorsetadas normas por los aires, convertimos a España en la primera potencia gastronómica y sentamos las bases de la total libertad en la creatividad, sustituyendo el concepto de las cocinas nacionales y los productos locales por la cocina intelectual en la que los productos más importante son el talento y la inteligencia. Esto es lo que el señor Ducasse y Albert Adrià representan y estas son las condiciones de la experiencia, en el espectacular Palacio de las Sombras. Hay otra condición, que Albert dice en broma y el señor Ducasse no se puede tomar más en serio: si ADMO , curioso nombre para un restaurante -y para todo- consigue en este tiempo obtener beneficios por encima de los 5 millones de euros, dejará de ser efímero para convertirse en permanente.Alain Ducasse se había reunido la semana anterior con el ingeniero de luces de la Tour Eiffel para que a las horas en punto, cuando lucecitas chispeantes adornan el monumento, estas mismas lucecitas brillaran también en el restaurante, que parece como que posee la torre, de tan cerca que está, y tan elegante, y tan majestuosa. Este detalle tiene mucho que ver con el perfeccionismo del señor Ducasse, con el magnetismo que produce estar en su presencia, y con los años que lleva siendo el primer empresario de la alta cocina mundial. El martes, con una chaqueta de cashemir gris, pantalón oscuro, una camisa blanca y sus míticas gafas de pasta redondas, llenaba el palacio con su ser y a nadie le pasaba inadvertido que él estaba.

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