Tu forma de hablar puede cambiar tu vida
Nuestro lenguaje es un reflejo de lo que pensamos y sentimos. Si lo cambias con esta técnica, podrás modificar tu forma de pensar y de sentir
Imagina que ante un obstáculo de tu vida decides cambiarle la etiqueta y en lugar de «problema» empiezas a referirte a él como «reto» o «desafío». Automáticamente ese hecho va a tener una repercusión distinta en tu cerebro y en tus emociones, según explica la coach personal, María Fernández, autora de «El pequeño libro que hará grande tu vida» . La experta asegura que solo con cambiar la forma en la que nombramos las cosas, provocamos un cambio de perspectiva emocional frente a éstas y esto hace que nuestra reacción ante lo que pasa sea diferente. Y estos son algunos de los ejemplos que propone:
Sustituye la palabra fracaso por error
Fracaso es una palabra apocalíptica. Este concepto nos lleva a un callejón sin salida, a un punto y final. Sin embargo, la palabra error supone un punto y aparte y un escalón para nuestro aprendizaje. «No volver a pronunciar la palabra fracaso y sustituirla por error o por oportunidad de cambio supone un verdadero detox mental», propone María Fernández.
Usa el «todavía»
Si te preguntan si has estado en el Tíbet o si has montado tu propio negocio, ¿qué pasaría si en vez de responder con un desilusionante «no», respondes con un esperanzador «todavía no»? Ese «todavía» hace que inconscientemente no descartes la posibilidad de realizarlo, y no pierdas la ilusión, sobre todo si es algo que te apetece especialmente. «Este concepto te recuerda que nunca es demasiado tarde , y que antes o después te pondrás con ello, que estás a tiempo de rescatar ese sueño que parecía abandonado. Te dice que sólo ha sido apartado temporalmente», cuenta la autora de «El pequeño libro que hará grande tu vida». «Todavía» es una palabra que transmite esperanza, voluntad de hacerlo y confianza.
Cambia los «peros» de lugar
El «pero» elimina todo lo que dices antes. «Si quieres comunicar de forma positiva, reserva para el final la frase más grata . De esta forma estarás perpetuando el mensaje más agradable y dejarás tanto al resto como a ti mismo un buen sabor de boca», aconseja María Fernández. Así, la experta propone que, en lugar de decir «Hace un día bonito, pero estoy triste» digas «Estoy triste, pero hace un día bonito», pues con la segunda afirmación la emoción cambia radicalmente.
Reemplaza el condicional por el futuro
El condicional es un futuro hipotético y en él vive la duda, mientras que en el futuro vive la certeza . Así, la coach personal propone que digas: «Cuando viva de mis cuadros, expondré en Berlín» en lugar de decir: «Si viviera de mis cuadros, expondría en Berlín».
Usa el «¿Y si?» de forma positiva
María Fernández alerta sobre el hecho de que estamos acostumbrados a ponernos en el peor de los casos y, aunque aclara que la precaución es necesaria y que anticiparnos nos ahorra más de un susto, insiste en la necesidad de distinguir entre la advertencia y la parálisis. Algunas personas son expertas en formular los «¿Y si?» negativos: ¿Y si me echan del trabajo?, ¿Y si se cae el avión?, ¿Y si me rechaza?, ¿Y si me bloqueo en el examen? ... Pero lo más adecuado, según la fórmula que propone la experta, es reorientar esas ideas de forma positiva : ¿Y si sorprendo a mi jefe trabajando cada día mejor?, ¿Y si disfruto del viaje y de sus vistas?, ¿Y si le gusta mi valentía al declararme?, ¿Y si acojo el examen con tanta tranquilidad que lo bordo?
La autora de «El pequeño libro que hará grande tu vida» invita a que observes cómo puede hundir a alguien el lenguaje pobre y cómo puede inspirar y reactivar un lenguaje rico y ganador. «Cada tipo de lenguaje te lleva a una emoción distinta y a una perspectiva diferente de tus posibilidades. Quienes triunfan no emplean un léxico decaído, sino que tienen un mensaje positivo, fuerte y convincente», concluye.
Noticias relacionadas