Lo que se esconde detrás de las personas que dudan de sus capacidades
La duda patológica o sistemática hace que algunas personas pierdan oportunidades laborales y personales
Frases motivadoras que refuerzan la autoestima
Decía Octavio Paz que «aprender a dudar es aprender a pensar»… Aunque la sentencia contiene un positivismo que invita a la reflexión evitando el acto instintivo, una cosa es la duda razonable y constructiva y otra muy distinta, según aclara Verónica Rodríguez Orellana, psicoterapeuta y directora de Coaching Club , es hacer de la duda un tormento cotidiano.
«La duda sistemática hunde sus raíces en la inseguridad aprendida que se gesta en edades tempranas y, dependiendo del grado de incertidumbre, puede llegar a provocar un deterioro en nuestro bienestar personal», artumenta.
Un ejemplo puede encontrarse, en opinión de la experta, en esas personas que, teniendo una formación académica destacable, están (por miedo o inseguridad) cumpliendo funciones correspondientes a una formación inferior a la que han adquirido.
De hecho, el mantra que emerge con la duda patológica es «no soy lo suficientemente bueno, no voy a saber hacerlo».
Piden permiso para todo
La persona que suele pedir permiso para todo y evita llevar la iniciativa anda carente de iniciativa lo hace generalmente porque le resulta cómodo situarse en una zona conocida de seguridad.
Habitualmente se trata de sujetos que comienzan cualquier frase con «perdona» o «disculpa» y su lenguaje denota incertidumbre sobre la situación que tienen que atravesar, ya sea en una conversación o en el desarrollo de un trabajo.
El origen de esta forma de actuar puede encontrarse en algún momento de su vida, normalmente en la infancia . Según explica la experta, esa persona pudo ser reprimida en exceso o su iniciativa natural y espontánea para creer o emprender pudo ser subestimada o interrumpida. A su lado es probable que hubiese padres y maestros que no supieron transmitir el valor de equivocarse como un proceso más del aprendizaje.
Pierden oportunidades
Las consecuencias de esta forma de actuar afectan al ámbito profesional, familiar, sentimental y social.
Tal como revela Rodríguez Orellana, los inseguros son miedosos a la hora de asumir desafíos, piensan que lo malo conocido es mejor y más conveniente que lo bueno por conocer. Y esto hace que suelan perder oportunidades de trabajo.
En el ámbito afectivo, dudan sobre si son lo suficientemente buenos para el otro y sobre si realmente se merecen estar en pareja. Suelen necesitar varios años para tomar resoluciones de cualquier tipo relativas a su estilo de vida.
La afectividad tiene etapa evolutivas y cuando éstas no se transitan por temor, desazón o incertidumbre influye negativamente en la persona. «La peor ansiedad es la que produce el estancamiento, el marasmo», afirma la directora de Coaching Club.
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