Cómo cuidar la piel de tu bebé en sus primeras exposiciones al sol tras el confinamiento
Patricia Castro, farmacéutica y formadora técnica de producto en Laboratorios Babé insiste: «El encierro ha truncado esa prepración natural de la piel infantil al sol»
El confinamiento ha supuesto un cambio drástico en nuestro estilo de vida que nos ha afectado en muchos sentidos. Uno de ellos es la piel, que ha dejado de recibir sol de forma directa durante mucho tiempo. Ahora, con la llegada del verano, vamos a pasar a la exposición solar directa, pero es conveniente no hacerlo de cualquier forma, y menos, tras la experiencia vivida, tal y como advierten los expertos. Hablamos con Patricia Castro, farmacéutica y formadora técnica de producto en Laboratorios Babé .
El confinamiento, ¿ha podido tener también efectos negativos sobre la piel de los niños? ¿qué importancia hemos de darle?
Qué duda cabe que el confinamiento ha sido un período intenso para la población adulta, pero también para los más pequeños . Ellos han sido un claro ejemplo de adaptación y han estado sometidos a cambios muy bruscos y, sobre todo, estresantes que han podido afectar al niño respecto a sus comportamientos, pero también a nivel cutáneo.
Porque del mismo modo que los más mayores hemos notado cambios en nuestra piel (sequedad, mayor sensibilidad…), en el caso de los más pequeños se ve aumentado, ya que la piel sigue en desarrollo tras el nacimiento. Podemos decir que la principal característica de la piel infantil es que el estrato córneo no está plenamente desarrollado y, por ello, es mucho más sensible y delicada.
La cuestión ha podido empeorar porque además, nos hemos quedado en casa durante los meses de primavera, en los cuales la piel va adquiriendo la melanina necesaria para protegerse del sol que, conforme se acerca el verano (aproximadamente mayo), aumenta su intensidad y el daño producido. Por este motivo, este año puede que esos niveles de melanina no se hayan alcanzado y es necesario adoptar precauciones especiales para evitar los efectos negativos.
¿Este año debemos, por tanto, tener especial precaución con la exposición solar de los niños?
Sí. Si de normal debemos prestar una atención especial a la hora de exponerlos al sol debido a las características que presenta su piel y que los hace más vulnerables, este año es aún más importante. De hecho, entre un 50 y un 80% del daño asociado a la exposición solar que recibe un individuo a lo largo de su vida corresponde con su infancia y adolescencia, período en el que la aparición de quemaduras solares incrementa el riesgo de sufrir melanoma en edad adulta.
Los niños tienen una menor capacidad para protegerse de forma natural frente a las radiaciones ya que su estrato córneo es fino y está poco estratificado, la síntesis de melanina está poco desarrollada y los mecanismos de defensa frente a la formación de radicales libres son menores.
Además, a causa del confinamiento, esa adaptación progresiva al sol que hacemos durante los meses de primavera se ha visto truncada haciendo que nuestra piel, y sobre todo la de los más pequeños, se vea mucho más débil y sensible en este aspecto.
La preferencia en niños sería escoger un fotoprotector con un factor de protección solar alto (SPF 30 o superior), que sea resistente al agua e, idealmente de amplio espectro , es decir, que cubra una protección frente a los rayos UVB, pero también UVA.
¿Cómo y cuándo debemos aplicar el protector solar?
Respecto al cuándo, debemos aplicar fotoprotección siempre que los niños vayan a estar expuestos al sol. Sobre todo, debemos prestar atención en los meses de verano en los que la incidencia de la radiación solar se ve incrementada. Por otro lado, no podemos olvidar el uso de productos solares en los días nublados ya que la radiación UV es capaz de atravesar las nubes y ser reflejada en agua, nieve, hierba e incluso en la arena. Es por ello por lo que cabe mencionar que tampoco podemos confiarnos en la playa ya que, aunque el niño se encuentre debajo de la sombrilla, el reflejo de los rayos del sol en la arena puede alcanzar esta piel tan delicada.
Es importante recordar que no se recomienda el uso de fotoprotectores antes de los 6 meses de edad . En esta etapa deben elegirse medios físicos (ropa, gorra, gafas…), evitar la exposición directa y restringir el uso de fotoprotectores exclusivamente cuando sea imposible mantenerlos alejados de la exposición directa al sol. En este último caso, tal y como indican los pediatras, se puede utilizar una pequeña cantidad de fotoprotector de al menos FPS 15 enpequeñas zonas como cara y dorso de los brazos y manos. Del mismo modo, también se aconseja evitar la exposición directa en los menores de 3 años .
Respecto al cómo, los pediatras recomiendan ser generosos en la aplicación de fotoprotectores sobre la piel seca, en cualquier parte que vaya a estar expuesta al sol. Además, se deben aplicar entre 15 y 30 minutos antes de la exposición y no olvidar repetir la aplicación cada 2 horas (incluso con productos resistentes al agua). También debemos extremar las precauciones en aquellas zonas del cuerpo más sensibles al sol haciendo hincapié en cara, cuello, calva, hombros, escote, orejas, manos y empeines .
¿Cada cuánto tiempo hay que renovar la aplicación?
La fotoprotección debe renovarse cada 2 horas o tras situaciones que puedan eliminarla como puede ser actividad física, sudor o limpiarse con la toalla. Además, la reaplicación debe realizarse igualmente, aunque elijamos productos resistentes al agua.
¿Qué diferencias hay entre la exposición solar en la piscina, la ciudad y en el mar?
Realmente la exposición solar en el mar tiene los mismos beneficios e inconvenientes que en el caso de la piscina. No obstante, es cierto que, en las piscinas, al ser artificiales, es más fácil encontrar zonas de sombra donde poder protegernos del sol.
¿Cuál es el mejor cuidado después de la exposición solar de los niños?
La piel va a verse dañada por diversos factores como el aire, el cloro, la sal o, por supuesto, el sol. Por tanto, el cuidado debería fundamentarse en una buena higiene y, a continuación, restaurar la función barrera cutánea.
Para la ducha, una buena opción es elegir productos «syndet», es decir, agentes limpiadores con un pH muy similar al de nuestra propia piel que limpien sin agredir la barrera cutánea.
Después, debemos secar nuestra piel a suaves toques para evitar irritaciones. Ahora, es el momento de recuperar nuestro bienestar cutáneo. Para ello, buscaremos un producto que, además de hidratar y nutrir la piel, contenga ingredientes que aporten un efecto calmante y reparador en nuestra piel. Un ejemplo son los productos aftersun.
Es importante recordar que debemos elegir productos específicamente respetuosos con la piel de los más pequeños puesto que es mucho más vulnerable que la de los adultos.
Si tiene lugar la quemadura, ¿es mejor una crema «aftersun» o vale con cualquier crema hidratante?
Lo más importante es evitar quemarse por la salud de la piel . Si llegamos a ese punto será porque hemos estado demasiado tiempo al sol y no hemos tomado las medidas de protección adecuadas.
Cuando hablamos de «aftersun» básicamente estamos haciendo referencia a un producto cuya función es hidratar y calmar la piel, es decir, va a englobar ingredientes destinados a cuidar y regenerar nuestra barrera cutánea.
En términos generales un «aftersun» y una crema hidratante no son lo mismo a pesar de que ambos productos van a hidratar e incluso nutrir nuestra piel. La característica principal que los diferencia es que un producto «aftersun» además de lo anteriormente mencionado incluirá activos calmantes, reparadores e incluso con propiedades antiinflamatorias. No obstante, cabe mencionar que en el mercado encontramos cremas hidratantes enriquecidas con ese tipo de activos que pueden servirnos perfectamente como producto aftersun.
Por tanto, no es tan importante cómo llamemos al producto que elegimos para reparar la piel sino la composición de dicho producto.
¿Es necesario incluir estos días algo especial en su alimentación?
Sabemos que la exposición solar implica una serie de riesgos como quemaduras, envejecimiento de la piel o, a largo plazo, la aparición de melanomas. No obstante, también existen beneficios asociados como la mejora de nuestro estado de ánimo, el aumento de la respuesta inmunológica o la promoción de la síntesis de vitamina D, sustancia esencial para el correcto desarrollo de los huesos.
La vitamina D se puede obtener de dos formas. Por un lado, a través de la dieta y, por otro, a través de la exposición solar que representa la forma mayoritaria. Los pediatras estiman que cerca de 10 – 15 minutos de exposición solar diarios en cara, cuello y brazos debería ser suficiente para cubrir sus necesidades.
Por tanto, simplemente asegurando una dieta sana y equilibrada que incluya alimentos ricos en vitamina D como pescado azul, yema de huevo o leche de vaca, junto con una exposición solar controlada podemos cubrir las necesidades de nuestros pequeños. Para esto último, debemos utilizar medios físicos (ropa y complementos) y simplemente con exponer un poco los brazos unos 10 minutos sería suficiente.