¿Qué ocurre con los embriones congelados guardados tras un proceso de fertilidad?
En España hay casi 600.000 embriones congelados y almacenados
La actriz Sofía Vergara y su expareja, el empresario Nick Loeb, llevan años batallando en los tribunales por los embriones que congelaron juntos . Ella quería destruirlos y él, conservarlos. Hace unos días, un juez sentenció, según medios estadounidenses, que Loeb no puede utilizarlos sin «el consentimiento explícito y por escrito» de la actriz colombiana. Este dilema familiar, sin embargo, no es exclusivo de grandes estrellas. En España, según el último informe de la Sociedad Española de Fertilidad, hay casi 600.000 embriones congelados almacenados, un 69% desde hace más de dos años.
«Aquí, como en la mayoría de países de nuestro entorno, el consentimiento dado a la hora de iniciar el proceso de fecundación vincula las obligaciones paternofiliales. Es decir, no se puede hacer nada con esos embriones desde el momento en el que cualquiera de los progenitores pone el semáforo rojo . Si lo utiliza la mujer estaría vinculando a su antigua pareja, condicionándole como padre. En el caso de él, una nueva compañera no podría usarlos, puesto que las donaciones tienen que ser anónimas. Los embriones no pueden ser objeto de ninguna transacción», explica Fernando Abellán, abogado experto en derecho sanitario.
Aunque las parejas sigan juntas, admite el letrado, la ley de reproducción asistida de 2006 no se lo pone demasiado fácil cuando deciden no tener más hijos. De ahí la acumulación que se produce en las clínicas. «Pueden optar por donarlos a otras parejas de forma anónima y altruista, cederlos para la investigación o descongelarlos. Pero para ello deben acreditar frente a la clínica que la mujer no puede quedarse embarazada con al menos dos informes independientes», destaca Abellán. Mientras, las familias deben pagar por la conservación de los cigotos.
Para las clínicas, la burocracia tampoco es sencilla, ya que cada dos años deben actualizar el consentimiento de los involuctrados en el tratamiento de fertilidad. Si durante dos renovaciones consecutivas fuera imposible obtener esta firma, «y se pudieran demostrar de manera fehaciente las actuaciones llevadas a cabo con el fin de obtener dicha renovación sin obtener la respuesta requerida», reza la norma, los preembriones quedarán a disposición de los centros.
«La ley necesita algún reajuste, y como no está bien perfilada se produce esa acumulación en las clínicas de fertilidad. Está desfasada, sobre todo si tenemos en cuenta que la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo establece que la mujer puede abortar en las primeras 14 semanas tras recibir la información pertinente», apunta el letrado, que reconoce que, por el momento, no hay ningún proceso de reforma en marcha.
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