Día Mundial de la Fertilidad

«Una infértil embarazada se mira muy a menudo la ropa interior por miedo al manchado»

Hablamos con Desi, una joven que tras años de infertilidad logró tener a su «niño rubio»

Ana I. Martínez

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Lograr un embarazo no es siempre un camino fácil. «Yo me quedé embarazada por pura obstinación», reconoce Desi, una joven que con solo 26 años se enteró, tras casarse, que tenía las trompas obstruidas .

Este sábado 4 de junio se celebra el Día Mundial de la Fertilidad para dar a conocer la importancia de los problemas de infertilidad que se presentan cada vez con más frecuencia en la población. En la actualidad, se estima que 1 de cada 10 mujeres necesitará recurrir a técnicas de reproducción asistida en nuestro país.

«Gran parte de la sociedad no sabe que la infertilidad está reconocida como enfermedad por la OMS », recuerda la joven en su entrevista con ABC. Con el objetivo de normalizar la infertilidad en la sociedad, Ginemed ha puesto en marcha la campaña «Ellas dan la cara», en la que mujeres como Desi hablan de su experiencia personal con los tratamientos de fertilidad y visibiliza, así, una realidad que afecta al 15% de la población española, además de naturalizar los diferentes modelos de familia y promover la prevención de fertilidad (de los 25 a los 35 años la reserva ovárica se reduce un 50%).

¿Cómo lograste quedarte embarazada tras 10 años de infertilidad?

Me quedé embarazada por pura obstinación. Y por el avance de la Medicina Reproductiva , claro. En mi caso, me esforcé por adoptar estilos de vida más saludables, y, como indicaba, dando con una gran clínica y con un mejor grupo de profesionales que estudiaron mi caso hasta dar con el problema. En resumen, acertaron en el tratamiento farmacológico perfecto para mi caso, ya que cada mujer o cada pareja es totalmente distinta. A partir de aquí, seguí a «pies juntillas» cada recomendación que me hacían desde la clínica.

Al final de todo el proceso, puedo decir -en base a mi lucha personal- que quedarte embarazada tras tanto tiempo no es cuestión de suerte ni mucho menos; prima el avance de la ciencia, los y las profesionales con los que te cruzas. Siendo honesta, el avance de la medicina ha sido determinante para la consecución de este objetivo.

¿Cuándo comienza tu camino con la infertilidad? ¿Cómo te enteraste?

Cuando me casé, allá en 2008. La noticia nos la dio el médico especialista de la Seguridad Social, tras varias consultas en atención primaria. Una prueba determinó que tenía las trompas obstruidas. Lloré muchísimo, solo tenía 26 años.

Cuando nos dieron esta terrible noticia nadie nos explicó nada. Nadie nos dijo en qué consistía una FIV, qué porcentaje de éxito habría, qué efectos tendría la medicación en mi cuerpo. Sólo nos informaron que había una lista de espera de dos años. Dos años interminables en el que tendría que convivir con esta enfermedad diagnosticada, pero que no entendía.

¿Cómo os afectó?

Nada más salir de consulta, lo sentí como una bomba que acaba de caer en mi vida. ¿La maternidad llegaría en cuestión de meses? ¿Años?

Fue duro de asimilar, pero vas con la esperanza de que la pesadilla acabará con la primera FIV. Pero un fue así. Pasan los años y entras en una especie de desidia. Tu vida se para. Mi mundo no eran más que tratamientos, medicación, listas de espera, FIVs, BETAS, negativos, pérdidas gestacionales. Pero nunca perdí las ganas de luchar. En clave de pareja, unas veces estás unida; otras, te distancias.

Si tuviera que resumirlo en una línea, diría que ha sido una lucha en equipo . Una lucha que te hace ser valiente, constante, y tengo claro que para superar todos estos problemas se necesita muchísimo amor.

«La noticia nos la dio el médico especialista de la Seguridad Social, tras varias consultas en atención primaria. Una prueba determinó que tenía las trompas obstruidas. Lloré muchísimo, solo tenía 26 años»

¿Te preguntaron muchas veces en tu entorno «¿Cuándo piensas tener hijos?» o te hicieron comentarios tipo «¡Se te va a pasar el arroz!»?

En mi caso no fue una pregunta muy recurrente porque lo abordé con franqueza, aunque no siempre se me entendiera. En cuanto nos dieron la noticia lo trasladé a familiares y amigos.

Las preguntas más lesivas solían venir de personas de nuestra edad, y era pero si se trataba de mujeres que estaban embarazadas o llevaban un carrito. No había ninguna empatía en esos casos y todas las conversaciones acababan con convencionalismos que me hacían mucho daño.

No había ningún consuelo y sobraban frases hechas como «estáis muy bien sin hijos», «cuando tengas 40 se te habrán pasado las ganas», «ayer nació el hijo de fulanito», «me quedé embarazada a la primera», «no sé porque sufres tanto, no es una enfermedad real», «te presto a mis hijos, ya verás como se te quitan las ganas»…

¿Qué camino seguiste? Porque durante esos 10 años, supongo que pasarías por muchas pruebas

Tres tratamientos de FIV en la Seguridad Social con embarazo ectópico y aborto. Como consecuencia pasé por una depresión muy severa. Más perdida que nunca y con las esperanzas hecha trizas, convivimos con el duelo por dos años antes de probar suerte en una clínica privada. Preguntamos en varias, donde nos advertían lo difícil que era nuestro caso. Y después llegamos a Ginemed, donde todo fue muy diferente.

Tras la realización de pruebas complementarias, y a mis 34 años, haríamos el último intento con mis óvulos. La meta estaba clara: quería ser mamá. ¡Y lo logramos! El tratamiento había tenido éxito, dándonos hasta 10 embriones. ¡No me lo podía creer! Fueron 17 ovocitos, con 14 maduros. ¿El resto? La primera transferencia tuvo beta positiva. Una beta que se ha cristalizado en un bebé que duerme aquí, a mi lado: mi niño rubio.

«Tu vida se para. Mi mundo no eran más que tratamientos, medicación, listas de espera, FIVs, BETAS, negativos, pérdidas gestacionales. Pero nunca perdí las ganas de luchar»

Y llegó el gran día: ¿cómo te enteras de que estás embarazada?

El día de antes de esa beta, me compré un test de embarazo, era la primera vez que lo hacía después de todos los tratamientos de reproducción. Siempre esperaba a la beta. No lo compré porque pensara que fuera positivo, sino para vivir mi duelo en privado.

El resultado fue casi instantáneo: las dos rayitas. Nunca olvidaré ese sentimiento: ¡estaba embarazada! A renglón seguido, llamé a mi madre y preparé una sorpresa a mi marido para decírselo... y, ¿sabes qué? Que en ese momento tuve mi momento de «pareja normal», anunciando un embarazo ordinario en un contexto extraordinario (os confieso que no puedo escribir esto sin llorar).

Y durante todo el embarazo... ¿sentías miedo? ¿inseguridad? ¿esperanza?

Creo que un embarazo de una infértil no es equiparable al de una mujer normal . Te miras muy a menudo la ropa interior por miedo al manchado, analizas hasta la última lechuga que comes y observas obsesionada cada movimiento del bebé: en mi caso concreto me hacía ecos cada 2 semanas.

Psicosis y pavor. Hasta los siete meses de gestación no empezamos a comprar las cositas del bebé. Tal vez temía coger cariño al bebé por si en algún momento la vida volvía a golpearme.

Este miedo no cesa hasta que sientes a tu hijo en tu pecho . En ese momento, tal vez, superas la infertilidad para siempre. La dejas atrás, pero con una huella invisible que te acompaña para siempre.

En tu opinión: ¿es la infertilidad un tema tabú?

Partiendo de la base de que gran parte de la sociedad no sabe que la infertilidad está reconocida como enfermedad por la OMS, queda claro que hay escasa sensibilidad hacia la persona infértil. No hay ningún tipo de información ni interés por las administraciones en divulgar y concienciar sobre esta enfermedad. Tanto es así, que todo arranca cuando te das de bruces con la enfermedad. Ahí empieza el estigma. Las personas infértiles nos volvemos invisibles. Por eso debemos alzar la voz.

Hay que decir que la cosa va mejorando. Las redes sociales remedian en buena medida este silencio, nos conecta con nuestra tribu. Hay personas a las que le causa pudor y aunque cada mujer o cada pareja tiene derecho a expresarse de la forma que lo desee, no podemos ni imaginar lo terapéutico que es expresarnos.

¿Qué le dirías a una mujer que está pasando por lo que tú?

Probablemente, a estas alturas tendría mucha más información de la que tuve y no sé si soy la adecuada para dar consejos. Le diría que se informe en fuentes fiables. Que, una vez que reciba la noticia, acuda a un profesional (psicólogo, médicos, etc.); que busque su tribu de mujeres infértiles (que es el mejor refugio que encontrará jamás), y que se exprese con total libertad.

Tenemos que entender que no estamos solas, y que no hay mejor sostén que asociaciones como la Red de Infértiles para encontrar la comprensión y la ayuda suficiente para superar la enfermedad.

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