Coronavirus

«Ha primado el sentido común, estaré un mes sin ver a mi hija»

Las visitas de padres e hijos judicialmente acordadas no se suspenden por el estado de alarma

Carlota Fominaya

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S. E. trabaja en un centro de menores de la Comunidad de Madrid, está divorciado y tiene una hija de 9 años. La relación con su expareja y madre de la niña no es todo lo fluida que le gustaría, pero lo tienen claro: «nos estamos comunicando por correos electrónicos a través de los cuales actualizamos la información, que cambia cada día”. De hecho, relata, «la madre tiene la custodia y en un principio pensábamos mantener el régimen de visitas, los martes y los jueves. Pero incluso antes de la aprobación del decreto del estado de alarma, ya variamos las condiciones. Ella lleva una semana de cuarentena en casa, porque en su trabajo detectaron un caso de coronavirus. Ante la posibilidad de estar contagiada, ella habló con la niña, esta lo asimiló muy bien , y decidimos extremar precauciones. El jueves fue la última vez que estuvimos en el parque, sin socializar con nadie».

Con la aprobación del decreto del estado de alarma. prosigue, «decidimos dejar las visitas. Estábamos siendo precavidos, pero en pocos días, ha ido todo cambiando y actualizándose, hasta complicarse muchísimo». «Es verdad -reconoce-, que partió de su madre dejar aparcados temporalmente los encuentros», aunque no estaban obligados a ello porque, tal y como explica la abogada y fundadora de Vestalia Abogados Delia Rodríguez, «las visitas de padres e hijos judicialmente acordadas no se suspenden por el estado de alarma, y se permite la libre circulación de personas, entre otras excepciones, por el cuidado de hijos menores».

Pero tanto S. E. como su ex pareja son consciente de que los menores como su hija son vectores de contagio y que «sacándolos, llevándolos en transporte público de un lado par aotro, estás exponiendo al conjunto de la sociedad, al fin y al cabo». «Para mi es muy doloroso, pero ha primado el sentido común y voy a estar un mes sin ver a mi hija. Estamos hablando por teléfono, y la veo bien. Estamos muy unidos y nos lo pasamos muy bien juntos».

Alternativas virtuales

Pero, sugiere S. E., «voy a plantear otras medidas: « Hacer "visitas virtuales " , intentando modificar la situación, adaptarnos y que esas citas de cuatro horas presenciales pasen a ser virtuales y de menor duración, pero también más habituales, quizás. Que pueda hablar con ella por Skype, WhatsApp ... A lo mejor todos los días que se ponga una horita conmigo... Porque además su madre no tiene ayuda y está dedicada las 24 horas del día a la niña haciendo un esfuerzo extra ». «Todo el mundo está en casa. La situación que es así y tiene que ser así para todo el mundo», concluye este padre resignado.

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