«La ansiedad por el éxito, trabajar duro y ganar más está perjudicando a las relaciones de pareja»

Lee Johnson, terapeuta y profesor de Brigham Younguniversity (EE.UU.), asegura que cuando dos personas se involucran en una relación, «no se trata de hacer confluir dos entornos familiares: hay que crear uno nuevo»

Lee Johnson participó en un encuentro de la Universidad de Navarra Manuel Castells
Laura Peraita

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Lee Johnson, terapeuta y profesor de Brigham Younguniversity (EE.UU.) visitó recientemente España para participar en la jornada «Claves para manejar el abandono terapéutico y nuevos modelos en intervención con parejas», organizado por el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra y la Asociación Española para la Investigación y el Desarrollo de la Terapia Familiar, en colaboración con la Facultad de Educación y Psicología.

¿Cómo influye en una relación que cada miembro de la pareja tenga una cultura diferente?

La diversidad de procedencia no es el único factor que puede dificultar que una relación vaya bien: de hecho, hay muchas parejas que no funcionan a pesar de que sus miembros provengan de entornos similares. Hay factores que resultan más perjudiciales para una relación que la diversidad cultural, como el estrés. En mi investigación muestro que la base es cuidar de nosotros mismos para reducir los niveles de ansiedad: hacer ejercicio, descansar ocho o nueve horas y alimentarse adecuadamente. Eso es fundamental para estar en buenas condiciones a la hora de afrontar posteriormente las conversaciones en torno a los problemas.

No obstante, hay algunos aspectos que pueden frustrarnos o enfadarnos. Hablo desde la experiencia. Mi esposa nació en EE.UU., pero su familia es mexicana, así que en nuestra relación entran en juego diferentes aspectos culturales. Por ejemplo, para ella no es importante la noción del tiempo: siempre llega tarde, lo que me enoja. Pero, por otro lado, por su bagaje es de trato fácil, relajada, algo que me encanta. Tener en cuenta la visión global, en lugar de poner el foco en las cosas por separado, mejora la perspectiva. En general, las familias de todo el mundo afrontan muchos problemas similares. Es fácil culpar a la cultura, cuando no siempre esa es la raíz del problema.

¿Cómo ayuda la terapia a resolver los problemas en una relación?

Muchas terapias se centran en los problemas de comunicación. Yo también lo hice durante veinte años y me di cuenta de que comenzar con eso no funciona. Puedo ayudarte a que te comuniques mejor, pero luego, en las relaciones personales, cercanas, puede ser difícil aplicarlo porque pasamos rápidamente de un estado positivo al enfado. Por eso propongo empezar por mejorar nuestras condiciones, con el fin de disminuir el estrés: hacer ejercicio físico y dormir bien. Necesitamos eso para permanecer calmados. De lo contrario, cuando estamos estresados, reaccionamos rápidamente ante cualquier contrariedad, ya sea falta de puntualidad o un comentario que no nos ha gustado. Si nuestro nivel de ansiedad es bajo, podemos recuperar la calma con más facilidad. Y si cuidamos de nosotros y estamos calmados podemos cuidar mejor de los otros.

«Cuando dos personas se involucran en una relación, no se trata de hacer confluir dos entornos familiares: hay que crear uno nuevo»

¿Cómo aplica esto en la práctica con las parejas que llegan a su consulta?

En la primera sesión hablamos de sus problemas y les pido que hagan ejercicio, que paseen por separado. Ahí reflexionan sobre las cosas por las que sienten agradecimiento, la belleza de lo que encuentran por el camino. Regresan y ponen en común esos pensamientos: he visto una puesta de sol, era preciosa, me he sentido bien... Es algo sencillo y positivo. Después continuamos conversando sobre sus dificultades: hay peleas y desencuentros, pero también pequeñas interacciones positivas, sobre las que vamos construyendo. Posteriormente, tratamos la cuestión del estrés. Finalizamos la evaluación y, como tarea, les propongo regular el sueño. Más adelante pasamos a otras cuestiones, como la comunicación, pero empezamos por cosas sencillas.

¿En qué medida afecta la crianza de los hijos al educación recibida por las respectivas familias de los cónyuges?

Cada uno podemos sentirnos cómodos con lo que conocemos, que es lo que hemos visto en nuestra familia de origen durante veinte o treinta años. Pero cuando dos personas se involucran en una relación, no se trata de hacer confluir dos entornos familiares: hay que crear uno nuevo. Y eso puede llevar tiempo, cinco o seis años. No funcionará si continuamente hay peleas por imponer el modo de hacer las cosas que cada uno aprendió en su familia. Hay que ser conscientes de que se ha creado algo nuevo, que puede enriquecerse con un poco de esto y un poco de aquello.

Con todo, pienso que más que los valores, lo que más impacta de forma negativa en las relaciones son los traumas, experiencias negativas del pasado. Son lo que nos hace reaccionar de forma más rápida para protegernos. Esas experiencias provocan un cambio en nuestra mente para mantenernos a salvo. Ocurre como con algunas alarmas de incendios, que son muy sensibles y se activan incluso cuando estás cocinando, aunque no haya fuego. Basta con que alguien nos mire de una determinada forma para que lo interpretemos como «peligro» y nos pongamos en guardia. Y eso nos puede ocurrir con nuestra pareja.

¿Es posible tener una vida familiar «normal» incluso si se han sufrido traumas?

Sí. Si tus traumas son considerables necesitarás ayuda, pero puedes lograrlo. Se trata de cambiar la alarma de incendios, modificar su sensibilidad para que no se dispare a menos que haya un gran fuego. La terapia contribuye a lograrlo.

¿Es mejor que la persona que tiene un trauma vaya a terapia sola o acompañada por el resto de la familia?

Cuantos más miembros de la familia, mejor, porque son los que viven en el contexto. Si trabajo por separado con una pareja en la que uno de los cónyuges tiene un trauma, quizá puedo ayudarle con esto, pero la pareja no habrá aprendido a interactuar mejor. Por eso hay que resolverlo en el contexto familiar.

¿Qué tipo de traumas impactan más en la futura familia?

Puede haber grandes traumas como violación, abuso sexual, abuso físico… pero también abusos emocionales, ya sean considerables o menores. Y todos ellos pueden generar un impacto. Por ejemplo, si alguien ha crecido con el mensaje de que no es suficientemente bueno, con un padre o madre que le insistía en que tenía que esforzarse más, cuando se involucra en una relación puede seguir repitiéndose esa idea. Eso puede tener un gran impacto con el tiempo. Y esos traumas también se pueden transmitir a los hijos.

¿Qué genera hoy más ansiedad en las parejas y en las familias?

No sé si ocurre lo mismo en España: en EE.UU. es la idea de tener éxito, de superarse, de trabajar más duro. Y creo que estamos equivocados. Siempre se trata de tener mejores notas, ir a un colegio mejor, conseguir un trabajo mejor, ganar más dinero… y no de preguntarnos si estamos bien. Tenemos que cuestionarnos si más ingresos siempre significan estar mejor. Si somos agradecidos y nos encontramos cómodos en dónde y cómo estamos seremos mucho más felices. He viajado por todo el mundo. He visto personas realmente pobres, que vivían en casas muy humildes pero se sentían felices. La clave es ser agradecido con lo que tienes. Tendríamos que enfocarnos hacia eso en lugar de perseguir el éxito a toda costa.

Es un problema generalizado. ¿Cómo se puede lograr esa visión que propone?

Creo que los seres humanos estamos conectados y diseñados para conectar con otros. Eso ocurre de forma natural. Sabes cómo ser amigo de alguien, cómo cuidar de otros. No sabes amar porque lo hayas leído en un libro; está en tu naturaleza. Al dormir bien nuestros niveles de estrés bajan y estamos en condiciones de conectar. La primera parte del sueño ayuda a recuperar la parte física. La última parte del sueño es emocional, nos ayuda con nuestras relaciones. Si duermes seis horas, en lugar de ocho, reduces esa última parte a la mitad. ¿Podrías vivir con la mitad de las calorías que necesita tu cuerpo? Con el sueño lo hacemos de forma crónica. Cuando las personas se encuentran conectadas y cercanas están calmadas. Y hay que encontrar tiempo para eso: después puedes atender el resto de los problemas.

¿Puede aportar algunos consejos sobre cómo adquirir estas buenas rutinas?

Recomiendo a mis pacientes centrarse en gestionar la energía, no el tiempo. Disponemos de 24 horas y eso no cambia aunque me planifique bien y gestione mi día adecuadamente. Si consigo gestionar mi energía, todo funciona mejor. Cuando dormimos lo suficiente podemos trabajar o estudiar más en menos tiempo, así que nos queda más tiempo libre para nuestras relaciones.

¿Y cómo se consigue gestionar esa energía?

El ejercicio físico ayuda. Correr o andar en bicicleta cansa, pero te da energía después. Cuando estás en mejores condiciones tu cerebro procesa más rápido, piensas con más claridad y puedes priorizar mejor: dependiendo del día puedes decidir si es más importante quedarte trabajando hasta tarde o ir a casa con la familia. Si estás estresado, siempre optas por lo primero.

Para algunas personas la práctica religiosa también resulta útil. A mí me ayuda a estar calmado, tener altura de miras...

Entonces, ¿es una cuestión de actitud?

Ser agradecidos y descubrir la belleza de nuestro entorno es clave. Puedes ir al trabajo refunfuñando o admirar todo lo bueno que encuentras por el camino. Las cosas pequeñas y cotidianas nos pueden ayudar a relajarnos y tener más capacidad de conexión. Muchas veces queremos una solución rápida, el secreto para mejorar lo antes posible, pero no lo hay. Tenemos que hacer pequeños cambios en nuestra vida: ejercicio, sueño, nutrición y gestión de la energía. Lleva tiempo, pero cuando los introducimos todo va mejor.

¿Se resolverían muchos problemas de la sociedad mejorando las relaciones de pareja?

Las familias fuertes ayudan mejor a las comunidades en las que viven. Hay estudios que aseguran que algo tan simple como cenar juntos en familia a menudo entre semana reduce el riesgo de abuso de sustancias por parte de los adolescentes. En los lugares donde el entorno familiar es fuerte hay mejores resultados escolares y menos crímenes porque la comunidad está conectada, se ayuda entre sí. Además, quien ha crecido en una familia sólida tiende a crear una familia sólida en el futuro.

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