«Besar, hacer pedorretas o dar pequeños mordisquillos es una de las actitudes esenciales de la crianza»
Entrevista con Iñaki Pastor, fisioterapeuta experto en desarrollo infantil y autor del libro 'Cómetelo a besos', una guía práctica para acompañar al bebé en su desarrollo
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Bonita expresión del español: «a este bebé me lo comería» . No solo es propia de una cultura o de un idioma, es también reflejo de una actitud esencial de los progenitores hacia los bebés desde el principio de los tiempos. De hecho, «besar, hacer pedorretas o dar pequeños mordisquillos es una de las actitudes esenciales de la crianza y que desarrollan el placer o la risa en los más pequeños. Conservemos esta calidez y este contacto innato, así la crianza podrá ser un camino maravilloso», señala Iñaki Pastor, fisioterapeuta experto en desarrollo infantil y autor del libro 'Cómetelo a besos' , una guía práctica para acompañar al bebé en su desarrollo.
En su libro habla usted de 3 etapas de 'programación'; del bebé. La de la concepción (genética); la del embarazo, y la de los primeros 6 meses, que luego se alarga a los 4 primeros años.
Actualmente nadie duda de que las primeras experiencias en la infancia tienen una enorme repercusión en la vida de la persona. Es por ello que podemos decir que las primeras vivencias son programantes. Ello no quita que el cerebro pueda modelar y cambiar durante toda la vida. Es posible que las experiencias prenatales sean las más determinantes. En este periodo el embrión o el feto están en plena construcción y por tanto, es una etapa muy vulnerable. Las experiencias de la madre, desde lo que come hasta su nivel de stress o su movimiento, tienen una enorme influencia. Después del nacimiento esos primeros 6 meses son claves para la construcción del sistema nervioso. Las experiencias positivas de movimiento, tacto, afecto o los tiempos boca abajo fundamentan un buen desarrollo. Por otra parte, las hospitalizaciones tempranas, la falta de estímulos o las experiencias inadecuadas pueden lastrar la maduración y afectar al desarrollo. A los 4 años seguimos madurando y creciendo, pero tanto a nivel físico como psicoafectivo, mucho está ya establecido.
¿Qué es lo mejor que podemos ofrecer al bebé para su desarrollo? ¿Qué tipo de estímulos para que tenga lugar el desarrollo al máximo de sus posibilidades?
Los grandes estímulos para un bebé son realmente sencillos pero conflictos culturales, desconocimiento o miedo pueden hacer que no se den en la medida necesaria. Básicamente podríamos diferenciar en dos grupos: absolutamente esenciales y bastante importantes.
Absolutamente esenciales serían el contacto piel con piel el mayor tiempo posible, el llevarlos encima (brazos o porteo) en vertical el mayor tiempo posible, el estar boca abajo (despiertos y vigilados) el mayor tiempo posible y ser muy expresivos en mímica y prosodia cuando les hablamos.
Bastante importantes serían por ejemplo ofrecer los juguetes y estímulos a los lados, dar masajes, tocar mucho las manos, la boca y los pies, o estimular su visión con patrones de alto contraste como los presentes en «el manual para su primera estimulación visual» de Lucila To.
¿Que no le ayuda (que sí hacemos de forma habitual sin tener en cuenta lo perjudicial que puede ser para un niño?
No le ayuda nada pasar los primeros 6 meses boca arriba por miedo, desconocimiento o desinformación. El exceso de capas o la ropa demasiado ajustada le impide moverse y sentir bien su cuerpo. No le ayuda ser transportado en horizontal, y por supuesto no le ayuda ser calmado con móviles. Esto último es altamente perjudicial.
¿Es la madre (o el padre) siempre los que van a realizar este tipo de estimulación?
Son los progenitores los que van a pasar más tiempo con el bebé, son las personas con las que el bebé está vinculado, y muy especialmente la madre. Es importante entender la estimulación como algo integrado en la crianza. No es algo extra que hay que hacer, es la experiencia natural de estar con el bebé en cada momento lo que marca la diferencia.
Apunta usted a menudo la importancia de transmitir afecto a través de la piel. ¿Qué le responde a aquellos que dicen «no le cojas que se acostumbra»?
¿Cómo se puede vivir sin que nadie te toque o te abrace? Todos los días de la vida las personas necesitamos ser abrazadas y confortadas . La falta de contacto físico tiene consecuencias graves en los adultos y los ancianos. Imagina un bebé que necesita sentirse seguro y precisa de ser tocado para que su cerebro reconozca su cuerpo. El contacto piel con piel mejora el metabolismo de los bebés, su termorregulación, contribuye a ganar peso y mejora la lactancia, incluso se ha visto que calma el dolor en los bebés. Si el bebé se siente seguro, en cuanto pueda desplazarse ya sea gateando o caminando, se aventurará a explorar con la tranquilidad de poder volver junto al progenitor. Pero esto lleva unos cuantos meses. Hasta entonces brazos todo lo que necesite .
Además del pecho, ¿qué otras formas de calmar al bebé recomienda?
El pecho es sin duda el mejor sistema de calma para un bebé, especialmente en los seis primeros meses de vida . Si bien es el mejor, no es el único. La voz expresiva de la madre, la mirada, la mímica expresiva, los abrazos, el movimiento, cantar o jugar son grandes y valiosos sistemas de calma. A partir de los 6 meses el desarrollo de otros sistemas es recomendable, sin que por ello se cuestione la lactancia extendida. Y conforme el niño es cada vez mayor más clave es esta diferencia. La cuestión es simple: ¿queremos ofrecer al bebé la posibilidad de regularse con distintos estímulos o solo con uno? Probablemente cuantas más posibilidades de encontrar calma tenga un bebé, mejor está adaptado al mundo. Pero depender exclusivamente de una conducta orofacial, es limitante y por otra parte programante. Morderse las uñas, los lápices, comer o fumar son conductas que se utilizan en situaciones de nerviosismo o ansiedad, y son todas orofaciales. Quizá este es un área en el que los psicólogos infantiles puedan orientar a las familias para darles más posibilidades.
Parece un mal bastante generalizado el hecho de no disfrutar del 'ahora' con tu bebé, adelantar etapas...
A todos los progenitores nos preocupa que nuestros hijos se desarrollen bien, por eso es comprensible que a veces estemos ansiosos por verlos andar o hablar . Sin embargo, hay cientos de pequeños momentos maravillosos en cada uno de sus aprendizajes. Son esos los que no nos podemos perder y los que hemos de disfrutar y acompañar. En particular acelerar el sentar o caminar cuando ellos no lo han alcanzado por sí mismos puede tener inconvenientes. Una espalda no preparada aún para sentarse estará como caída y curvada, mientras que si el bebé llega por si mismo con sus 8-9 meses la espalda la veremos erguida y firme. Caminar o ponerse en pie, antes de que el bebé lo haga por su cuenta puede afectar a sus piernas y pies, demasiado blandos aún. Mientras que si el bebé llega por si mismo, es más probable que los talones se apoyen bien en el suelo y las rodillas estén bien alineadas. Si estamos atentos será un descubrir precioso y podremos apoyar e integrar mejor cada etapa.
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