Vanesa Lorenzo: «Para Carles (Puyol) y para mi hay un antes y un después tras educar con disciplina positiva a nuestras hijas»
La modelo ha escrito un libro donde explica los beneficios para los niños de la disciplina positiva y el yoga
Para la súper modelo Vanesa Lorenzo, autora de «Crecer juntos» , un manual sobre disciplina positiva, «hay un antes y después en esta línea de educar. Hay otra forma de hacer las cosas, muy diferente a la antigua». Llegó a este proyecto, bellamente editado por Planeta, después de muchas dudas personales, de leer mucho al respecto, pero todo muy «filosófico». «Yo quería entender los conceptos y, con la ayuda de dos grandes expertas en la materia, ponerlo todo en el terreno concreto, con ejemplos prácticos que pudiesen ayudar a otras familias llevarlas a su realidad. Espero haberlo conseguido».
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«Las cosas se pueden hacer de forma diferente a como nos educaron a nosotros. Podemos ponernos a la altura del niño, mirarle a los ojos, explicarle las consecuencias en lugar de dar órdenes... Hay muchos detalles que parece que no pero funcionan y marcan la diferencia». «Escribir este libro me ha llevado a entender que la paciencia es una de las cosas claves a la hora de educar un niño y lo que los adultos perdemos de forma más rápida. Pero el recorrido es muy largo y en el aprendizaje no hay techo. Eso sí, todo esto requiere un esfuerzo del padre y de la madre. Es algo que tenemos que trabajar nosotros juntos ».
Muchos padres coinciden con usted en señalar que el uso de la disciplina positiva les ha cambiado la vida.
Educar siguiendo el método de la «disciplina positiva» es abordar los retos diarios desde otro prisma . Muchas de las cosas son de sentido común y piensas: «es lógico». Aunque luego no es tan fácil ponerlo en práctica. Por este motivo he intentado que el libro fuera súper práctico y que ayude a otras familias a ponerlo en práctica.
La gente confunde el término de «disciplina positiva» con un método laxo de educar.
Es que puedes no gritar a tus hijos. Porque además, ni siquiera se consiguen los objetivos que uno desea. Todos caemos en esto, en los patrones que no funcionan. Puede haber escepticismo y que la gente piense que es una forma de educar basada en la laxitud total y no tiene nada que ver con eso. Tiene que ver con el respeto mutuo hacia el niño y hacia la situación .
En la educación tradicional se respeta a los padres porque sí y a los niños no, y se les grita y castiga. ¿Pero cómo nos permitimos faltar el respeto a un niño, sobre todo si nosotros queremos que luego respete a los demás? Hay que entender que se quieran cambiar rápido y a toda costa comportamientos con un premio o un castigo, pero se puede lograr también a través de unas consecuencias. Son líneas educativas diferentes.
¿Qué es lo que más le cuesta a usted?
El cambio es difícil porque se trata de un largo recorrido. A mi me siguen saliendo patrones aprendidos pero paro y pienso: «no quiero hacer esto».... Es verdad que cada vez me doy más cuenta e intento rectificar. Hay que aprender cada día y de cada etapa, eso es la educación: se puede hacer mejor.
Pero lo que más me cuesta es cambiar el léxico. El cómo comunicar para acompañar a mis hijas, en vez de ordenar. Los niños quieren sentirse útiles, como cualquier ser humano, y no obedecer. No significa que no les des responsabilidades, todo lo contrario, les das responsabilidades que puedan abordar a la edad que estén y se sientan útiles. Esto es lo que en realidad propone esta guía.
¿Qué nos ocurre? Si hacemos todo por nuestros hijos, al final acabamos sobreprotegiendo. Con eso sólo conseguimos niños más inseguros, sin autoestima…
¿Por dónde podemos empezar a poner en práctica el método de «disciplina positiva» en casa?
Yo empiezo por pedirl perdón. Los errores son también una oportunidad para los padres. No pasa nada por pedir perdón cuando uno se equivoca. Es verdad que antes no se concebía que un padre pidiera perdón al niño, porque un padre nunca se equivoca y nunca pide perdón porque «soy la autoridad». No creo que sea el mensaje más conveniente para que una niño afronte la vida.
También debemos perdonarnos a nosotros mismos. No flagelarnos, sino preguntarnos: ¿cómo puedo rectificar esto? Podemos explicarle al niño: «Me he puesto muy nerviosa, estoy muy cansada cuando llego al final del día, y te pido perdón». De esta forma le explicas al niño que esto también forma parte de la vida: uno se cansa y puede acabar gritando. Pero intentemos prevenir e intentar ser coherentes con nuestros actos para no terminar diciendo al niño a voces que no grite, por ejemplo.
Usted reconoce en el libro que, en un momento dado, se planteó la desigualdad en el reparto de tareas a la hora de educar.
A las madres nos pasa más que a los padres entender dónde está nuestro límite. Yo misma me pregunté: ¿de verdad quiero hacer esto, por ejemplo, y estar leyendo por la noche cuento tras cuento? No vemos dónde está el final, y acabamos todos enfadados. Para eso la disciplina positiva propone explicar al niño que también tiene que respetar los espacios de sus padres, que también están cansados y quieren leer su libro. En «Crecer juntos» cuento como yo además pongo un reloj en su mesilla para que entiendan dónde está el tope. En el libro hay muchas cosas personales, porque creo que pueden ayudar mucho a visualizar.
Eso que describe le pasa a muchas madres.
Nos hace sentir mal si no atendemos a los niños a tope. Creemos que es lo mejor para el niño pero según la disciplina positiva tampoco es cierto. No es bueno que tú no pongas tu límite. En ningún caso es un estado de egoísmo, es bueno para el niño cambiar ese enfoque.