Trucos eficaces que te ayudarán en las cenas y comidas en la «primera Navidad» sin tu ser querido
Cómo tratar a ese familiar que vive esta época con nostalgia, recuerdos y emociones por las personas que ya no están
Las primeras navidades sin él o ella siempre son difíciles. Y dolorosas. Al proceso de duelo, se unen sentimientos encontrados: ¿voy o no voy a la comida familiar?, ¿cómo voy a cantar un villancico , brindar con champán, arreglarme para sentirme de fiesta...? Mireia Golobarde s, psicooncóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Barcelona , explica que es muy importante acompañar y apoyar con especial cuidado a las personas que están en duelo. «Si en una familia, por ejemplo, ha fallecido el padre, aunque los hijos estén viviendo su propio duelo, deben ayudar a su madre a compartir su pena en estas fechas llenas de reuniones, festejos, pero también recuerdos y emociones ».
Señala que es importantísimo «no disimular el dolor» porque al estar sentados alrededor de la mesa de Navidad, todos los familiares están pasando y sufriendo por lo mismo: la ausencia del ser querido. Para evitar tanta tensión , esta experta –que participó en la jornada «La Navidad sin ti», celebrada en la AECC de Barcelona– señala que un buen truco es realizar al comienzo de la comida un brindis o dirigir unas palabras de recuerdo hacia la persona que falleció. «De esta forma, se rompe la tensión y se hace patente que todos comparten el mismo pesar, pero que están juntos y, a partir de ese mismo instante, será más sencillo disfrutar de una comida más relajada. De lo contrario, cada miembro de la familia sufrirá esa primera comida navideña en silencio y estará pendiente de cómo actúan los demás: sus gestos, sus miradas, si alguien aguanta o no las lágrimas, si alguien va hacer alguna mención en algún momento dado...».
Siempre hay una primera Navidad
Mireia Golobardes también explica la conveniencia de no sentirse mal por llorar... o por no llorar; por no querer cantar un villancio... o por cantarlo. «Cada uno siente las pérdidas de una forma diferente y poder disfrutar de una reunión familiar en las navidades no significa que se haya olvidado al ser que no está . El duelo estará presente en estas fechas, más aun cuando se trata de las primeras navidades, pero hay que intentar normalizar y reincorporarse a la vida diaria cuanto antes».
También matiza que hay que respetar a la persona que está en duelo, pero no hay que olvidar que «siempre hay una primera Navidad». Es decir, siguiendo el ejemplo anterior, si la madre no quiere asistir a la cena o comida familiar estas navidades, el próximo año sentirá el mismo dolor porque será su primera vez. Nada cambiará que la persona fallecida ya no esté. Por ello aconseja que, sin necesidad de hacer una gran fiesta si no se desea, al menos se coma o cene en familia para superar esa «primera Navidad».
Esta experta recomienda, además, no agobiar a esa madre. Asegura que es muy habitual que los hijos, en un intento de animarla, le digan ven aquí o allá, o que la juzguen «pero, ¡otra vez llorando!». «Las navidades son fechas de muchos encuentros familiares y hay que concederles que decidan lo que consideran más oportuno en cada momento evitando dejarles en soledad . Siempre se puede negociar para que el sufrimiento sea lo menor posible para todos. Si, por ejemplo, no quiere ir a la comida a casa de un hijo, es importante explicar a esa madre que, como hijos, también la necesitan a ella para pasar juntos ese duelo porque, en definitiva, todos sufren».
Frases como «¡venga anímate!», «debes salir!», «solo es una comida»... más que animar, lo que logran es agobiar. «Por ello, resulta más efectivo realizar una pregunta que pocas veces se suele hacer en estos casos: ¿Qué necesitas mamá? Tan sencilla como contundente y eficaz».
La importancia del cómplice
Otro de los planteamientos que hace Mireia Golobardes es el de que alguien se ofrezca a ser cómplice durante la cena o comida familiar. «Si esa madre se siente agobiada o con ganas de llorar puede tocar la mano de su cómplice, de tal manera que sea la señal para decir en voz alta: «mamá, ¿me acompañas que te voy a enseñar una cosa en la otra habitación o vamos al coche a por un regalo?». De esta manera podrá tener un momento de mayor intimidad, desconexión o para que le dé el aire y despejarse.
También puede aprovecharse la figura del cómplice para que la madre exprese a través de él deseos como, por ejemplo, que al final de la comida no cantará, como siempre hacía, ese villancico que tanto le gustaba al padre. «Al decirlo el cómplice al resto de familiares al comienzo de la jornada, la madre se sentirá alibiada por no tener la presión de si se lo pedirán o no sus hijos o nietos».
Y, recuerda esta experta, lo que más ayuda, y más en estas fechas emotivas y familiares, son los besos, abrazos y gestos de cariño.