Tratar la anorexia nerviosa desde casa
El Hospital Niño Jesús ha puesto en marcha un proyecto pionero de hospitalización domiciliaria que exige una participación activa de la familia
Los tratamientos para ayudar a niños y adolescentes a superar cualquier trastorno de la conducta alimentaria (TCA) no son cortos ni sencillos. Contar con el apoyo de la familia y lograr que comprendan la dimensión de la enfermedad es clave en cualquier terapia, pero más aún en el caso del innovador programa de hospitalización a domicilio que ha puesto en marcha durante la pandemia el Hospital Niño Jesús (Madrid) para tratar, de momento, la anorexia nerviosa. «Básicamente, consiste en dar cuidados médicos, psicológicos y de enfermería en el ámbito del hogar. De esta forma, y con la participación activa de la familia, se lleva a cabo un proceso de renutrición y modificación de conductas con apoyo médico», cuenta a ABC la doctora Mar Faya, jefa de sección de Psiquiatría del centro.
Ese tipo de tratamiento, explica esta especialista, no es apto para todos los casos. De momento, lo han puesto en marcha con jóvenes que tienen diagnosticado un TCA, ingresan por primera vez , sufren una evolución rápida en la pérdida de peso, tienen un índice de masa corporal mayor de 15, no viven muy lejos del hospital y, sobre todo, cuentan con familiares que tengan la disponibilidad suficiente para participar activamente en estos cuidados domiciliarios. Al ser un programa piloto, apenas trabajan con una docena de pacientes.
Además de dar a los padres recursos y pautas de alimentación, reposos, ejercicio físico, relaciones dentro y fuera del colegio, etc.; son los distintos especialistas de un equipo multidisciplinar (pediatras, enfermeros, psicólogos y psiquiatras, principalmente) los que visitan a los chicos en sus hogares para evaluar su evolución y entrenar a los padres en las diversas técnicas de modificación de conductas. «Cuando hablamos de trastornos alimentarios las terapias deben ser lo más individualizadas posible », destaca Mar Faya. «La hospitalización domiciliaria tiene como ventaja que altera menos la vida académica, familiar y social del menor».
Casos más complejos
Sin embargo, hay casos más graves que requieren hospitalización tradicional , tal y como resume la doctora: «Generalmente, aquellos en los que hay complicaciones médicas derivadas de la desnutrición, malnutrición o maniobras para bajar de peso (vómitos, uso o abuso de sustancias, diuréticos); alteraciones psiquiátricas graves (riesgo suicida o concurrencia con otros trastornos mentales) y falta de contención o desbordamiento familiar».
Durante el año pasado, explica Faya, crecieron un 20% los ingresos por TCA (sobre todo anorexia nerviosa). Además, destaca, la pandemia ha agravado muchos diagnósticos previos al asociarse a ellos trastornos depresivos , obsesivo compulsivos, de ansiedad e incluso suicidas. «Pensamos que muchos de estos casos se han gestado durante el confinamiento, se consolidaron en verano y se han agravado en el otoño », concluye.
«Los medidas restrictivas llevadas a cabo durante la pandemia, como el cierre de los colegios y el cese de las actividades extracurriculares, deportivas y de ocio, no solo han contribuido al aislamiento social de niños y adolescentes disminuyendo su bienestar físico y mental, sino que también han alterado y modificado sus rutinas diarias en relación a la alimentación, el ejercicio físico, las horas dedicadas al sueño y el consumo abusivo en las redes sociales de contenidos focalizados en la alimentación, la imagen corporal o el ideal de delgadez. El miedo y la incertidumbre provocado por la pandemia, la fatiga, el aburrimiento y la frustración, así como situaciones de duelo por la pérdida de seres queridos (abuelos) y la preocupación de los padres por la situación económica difícil que afrontan muchas familias, agravarían la situación».
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