Hematocrítico: «Si empezamos a tachar padres del grupo de WhatsApp se nos iba a quedar una lista muy 'cuqui'»
Entrevista con Miguel López, autor del libro '¡Escúchalos! Por una crianza con empatía' (Paidós)
Muchas familias conocerán a Miguel López por su brillante cuenta en Twitter bajo el seudónimo de @Hematocrítico . Su visión de la paternidad, tan lúcida como hilarante, es seguida por miles de personas deseosas de «quitar hierro» al asunto de la crianza, que a veces hace perder el norte. Ahora acaba de presentar su libro «¡Escúchalos!» , donde va repasando uno a uno los tópicos que rodean a la educación infantil con la ironía y el humor suficiente para que más de uno se vea reconocido sin perder la sonrisa.
Señalas en el libro como los padres de hoy en día piden opinión a sus hijos, cuando a los de la nuestra no solo no nos la pedían, sino que nos ignoraban. ¿Que hacemos con esos padres que delante nuestro preguntan a sus hijos si quieren venir (o no) a nuestra casa invitados? ¿Les tachamos de la lista?
Si empezamos a tachar padres de la lista de WhatsApp se nos iba a quedar una lista muy 'cuqui', con que los silencies bastaría.
Supongo que todos tenemos que hacer un ejercicio de paciencia.
Por supuesto. Las cosas vienen en pack . Una cosa que no nos pasaba a nosotros de pequeños era que nuestros padres tuvieran relación con otros padres. Yo soy del 74. Y jamás me imaginaría a mis padres quedando con otros padres de amigos míos. Imaginate sales del colegio, está tu mejor amigo… Yo no sé ni siquiera si mis padres no sabían quiénes eran los padres de otros niños. Y ahora, como los niños tienen este lugar de peso en las jerarquías familiares y son el centro sobre el que gira la familia, incluso las relaciones entre adultos están influidas por eso, y tú de repente te ves obligado a ser el gran amigo de los padres de los amigos de tus hijos.
Eso pasa. Es muy duro.
Eso es una cosa que comento en el libro, que nosotros, en todo este empeño que ponemos en hacerlo todo a su servicio, y por su bien, al final nos convertimos en los adultos más aburridas del mundo. En las personas que no tienen aficiones, ni intereses. Sin amigos significativos, porque todos nuestros amigos son los padres de sus amigos… Entonces nos convertimos en coñazos de personas. Y nunca jamás un hijo va a decir: «Yo quiero ser de mayor el que lleve a mi hijo a los cantajuegos, o al taller de tal… y poder quedar el sábado en la cafetería del parque con los padres de los amigos de mi hijo». No. Eso no lo quiere nadie.
Por eso es muy de agradecer el recordatorio de que los padres debemos mantener nuestras aficiones para que el niño comprenda que somos personas interesantes.
Me parece imprescindible, tendemos a dejar atrás nuestra vida, cuando nace el bebé, porque supone una ruptura tan grande en nuestro estilo de vida, y luego muchas veces no retomamos, no continuamos eso que éramos o que estábamos siendo y nos convertimos en personas diferentes cuyo único enfoque es la crianza y entonces eso no parece algo muy aspiracional, digamos para ser un modelo de persona para nuestros hijos.
Esto le está ocurriendo a todo el mundo. ¿Qué nos está pasando? Entre eso, las informaciones, los libros de crianza, que están súper de moda…
La gente piensa que en los libros de crianza van a encontrar un manual de instrucciones, que van a encontrar como un puzzle. Creo que el único libro de crianza que regalaba era uno que se llamaba Manual de instrucciones de un bebé. Era uno que me gustaba porque era súper práctico. Decía: «El bebé tiene que estar a esta temperatura para bañarlo, sujétalo por estas partes, sumérjase durante tanto tiempo…». Además venía acompañado por el dibujo del monigote. Me parecía muy divertido y un enfoque más práctico que estos libros que, bueno...
Como dices, ha ido escalando el tema y hay libros de autoayuda para niños
Eso está dentro de la literatura infantil, hay una corriente enorme de libros de autoayuda para niños. De tal manera que ya muchas librerías tienen secciones como sección pis, caca, oscuridad, mudanzas, divorcios… Sobre todo porque los padres lo buscan como si estuvieran administrando un medicamento o una terapia. Los padres van y dicen: Hola, ¿me recomiendas algún libro para mi hijo que tiene miedo a meterse en la piscina donde no cubre ? O, ¿me recomiendas un libro para mi hijo que tiene miedo a los ascensores? Y el libro existe. Vas a la librera y la librera te dice: ”Sí, tenemos aquí el lobito que no quería bañarse”. Y ahí está el libro.
¿A qué responde todo esto? ¿Los padres estamos perdiendo el norte definitivamente?
Creo que lo que estamos haciendo es imponer el estilo de vida loco que tenemos los adultos que vivimos en la sociedad nuestra capitalista, de ir siempre a saco, rellenar siempre todos los huecos de absolutamente todo, se lo hemos impuesto a los niños y claro, nosotros nos preguntamos por qué estamos haciendo eso? Y necesitamos terapia, y libros de autoayuda, y pensamos que los niños también lo necesitan.
Esto del loco estilo de vida, podemos incluir el asunto de los deberes, las extraescolares… Hay que bajar el pistón pero hay muchos padres que se sienten mal porque a su hijo no le llevan a oratoria y no le están preparando para el futuro.
¡Ay la oratoria...! Me acabas de dar una tema para la columna de mañana. Pero es que, si lo llevas a oratoria, que es muy importante, has de llevarlo también a debate, y a programación, que también es muy importante. Por cierto que hay empleos que no se cubren porque no hay nadie que hable chino, o árabe. Y hay que recordar que es necesario tocar un instrumento también, hacer deportes de equipo, jugar al ajedrez, practicar 'mindfulness' … ¡Todo es muy importante! Entonces te puede mirar por encima del hombro cualquier padre que tenga una hija violinista o judoca. Y así estamos.
Muchos sienten que no están haciendo lo suficiente..
Pero es que así es. Tú miras el Instagram y te encuentras con 25 familias perfectas, esos sí van a oratoria, a judo y a tal, son muy guapos, muy parecidos todos, van vestidos con una ropa de colores neutros, confeccionadas con tejidos orgánicos, como de una marca extraña sueca, y están haciendo como un picnic, bebiendo limonada, tomando aguacate. «Nosotros estamos aquí, en el parque con un bocata de jamón, mi hija me acaba de pedir un helado y le acabo de comprar el calippo… ¡pero esto qué es, que estoy haciendo!». Instagram es una máquina de hacerte sentir mal todo el rato, en cualquier categoría. Y eso no está bien. Si tú estás intentando perder peso, te empiezan a aparecer en instagram unos tíos todos ciclados, y es tu perdición. Si te interesan los libros, te aparecen unas bibliotecas extraordinarias y miras la tuya de Ikea y te desmayas. Pornografía de cualquier cosa. Todo lo que a ti te interesa está exagerado y hecho para hacerte sentir mal, y para que tú entres en la rueda de intentar imitar esas cosas.
Señalas que estamos siempre intentando preparar a los niños para el mañana. ¿Esto requiere un ejercicio de los padres de 'estar en el hoy'?
Efectivamente. No es que estemos en el hoy, es que solo estamos en el hoy. Lo único que tenemos es el día de hoy. El futuro pues quién sabe. ¿Quién podría preparar hace 40 años, para en el futuro ser un tuitero? Claro, eran cosas que ni existían. Pero la manera correcta de educar a alguien es estar tranquilo y hacer que ese alguien, esa persona que estás educando, sea feliz cada día, porque está seguro de sí mismo, porque tiene tu apoyo, tiene un entorno seguro, un entorno en el que está tranquilo, y tiene tiempo para crecer, para experimentar, descubrir las cosas que le gustan. Está bien que haga alguna actividad extraescolar, si así lo consideras, pero necesita tiempo para buscar qué hacer, quién es.
¿Qué pasaba en las generaciones anteriores?
Cuando éramos pequeños nos llevaban a casa de la tía abuela y mientras ellos hablaban de «movidas de tía abuela» a nosotros nos dejaban mirando la porcelana. Y yo estaba por ahí pensando: «A ver qué encuentro». Y si encontraba 'la Pronto', podías decir: «fíjate aquí algo saco». Había unos pasatiempos… y desde luego ahora, en el caso de que lleven a un niño a visitar a la tía Abuela, ya les llevarían una tablet, algunos libros con pegatinas, unas actividades, algo para entretenerse, no sea que esté el pobre ahí una hora sin saber qué hacer.
Ahora no les permitimos ni un minuto libre.
De hecho cuando están un minuto sin hacer nada, ellos te lo dicen: «Me aburro, me aburro». Y tú le puedes decir, tienes todos los juguetes de tu casa, tienes la Nintendo Switch… Pero es como que necesitan que tú les digas: «¿Porque no juegas? ¿O no haces este puzle?». Les hemos quitado la capacidad de gestionar su tiempo libre . Los padres somos como unos animadores socioculturales y secretarios de los niños. Nuestro trabajo es ese, cuando fallamos en nuestro trabajo, porque tenemos que hacer unas facturas, o hacer un cocido, ellos están perdidos.
¿Estamos creando inútiles?
Sí, bueno (risas). Todas las generaciones piensan que los siguientes son más inútiles (Risas) . Sí estamos criando niños que son incapaces de gestionarse por sí mismos, incapaces de tomar decisiones respecto a nada, en realidad con poca autonomía personal.
Que a la postre es lo que necesitan para estar solos por la vida.
Completamente.
¿Qué podemos hacer para corregir esto?
Darles autonomía. Una cosa importante en los muy pequeños es ir dándoles cada vez más responsabilidades . Los muy pequeños, primero empiezan a lavarse los dientes solos, y cuando lo consiguen, que empiecen a ponerse el pijama, que cuando lo consiguen, dejen la ropa que se quiten doblada… Cuando consiguen las cosas tiene que haber siempre una meta siguiente, nunca puede haber un momento en el que digas (en tareas de casa) en el que digas, ya está, ya no tienes que hacer nada más. Una vez colaboran haciendo eso, pueden seguir colaborando quitando los platos de la mesa, poniéndolos en el lavavajillas. Todos los que estamos en la familia tenemos que colaborar en el trabajo común y el niño tiene que sentirse exigido, tiene que sentir que además de tener derecho a que le entretengan, derecho a ocio, derecho a servicio de chófer… Tiene que tener responsabilidades en el hogar.
Tema cumpleaños. Ahora se dice ¡Felicidades por tus 7 vueltas al sol!, por ejemplo..
Es que parece que decir cumplo 8 años es una vulgaridad.
¿Y la lista de 30 invitados a los celebraciones infantiles?
Eso es porque ahora «arrastras» a la gente de antes. Eso sí que le echo la culpa al WhatsApp. Uno de los grandes problemas del WhatsApp para mi es que ya no dejas a nadie atrás. Yo no echo de menos a mis amigos de EGB. Los que dejé de ver, bien dejados están. Que se busquen la vida. Pero creo que los niños que crecen ahora, tienen amigos de la guardería que les siguen como te persiguen los mosquitos, a todas partes. Cuando fui a la universidad, perdí el contacto con el 99 por ciento de las personas con las que iba al instituto. Adiós. No me acuerdo ni como se llamaban. ¿A mi que me importa?
Entonces ahora con el WhatsApp, ¿amigos para toda la vida?
Para toda la vida, hasta que inventen la manera de salir de un grupo de WhatsApp con decencia. Simplemente serviría con que no pusieran la notificación. Con que no pongan: «Miguel ha abandonado el grupo», ya estaría bien.
Al final WhatsApp es un drama, es el inicio de lo que van a ser luego las redes sociales
Al final WhatsApp funciona como red social, controlada. Lo que digo en el libro es que los WhatsApp de madres ‘y algún padre’ tienen muy mala fama pero no son particularmente malos comparados con el resto de grupos, que son todos iguales de horribles, porque por muy buena intención que tengan, por la ley de entropía, acaban convertidos en un cristo. Y los de madres especialmente, porque sí que empiezan con información importante, pero luego terminan con gente aplaudiendo magdalenas.
O retos virales con niños de 6 años.
O saludos a niños que están enfermos, fotos de viajes particulares... De repente se convierte en un infierno de datos. Simplemente la energía que necesitas para mantener esos grupos es agotador.
Parece que tras todo lo que ha supuesto el Covid se está suavizando un poco la cosa, o estamos aprendiendo, seleccionando más.
Sí, también creo que la gente tocamos fondo con la pandemia. Hemos llegado a un punto en el que estamos con ganas de hacer cosas reales, con gente real, a la que nos gusta ver.
También reflexionas sobre el significado de las notas escolares en la familia.
Aconsejo no darles importancia. Valoro los boletines de evaluación como una manera de comunicarse entre profesores y padres, pero nada más. No creo que los niños tengan que ser partícipes por lo menos cuando son muy pequeños. ¡Qué bien fulanito, sacaste todo nueves! porque luego sacan un seis y no pasa nada, pero para ellos sí. Porque toda la felicidad que vieron que sentían sus padres y sus abuelos al sacar un 9 ahora se convierte en ansiedad porque no fue lo mismo. Eso si tienes unos padres estupendos. Pero incluso hay padres que dan caña a sus niños por sacar un notable. Y eso ya me parece una aberración tremenda.
Hacerles ver que les quieres a pesar de todo. Parece que va relacionado el amor con las notas.
Porque parece que cuando te muestras como muy satisfecho, ¡qué bien, esta niña, todo sobresalientes! Le haces ver que esa felicidad está relacionada con las notas y las notas pueden pasar cualquier cosa. Puede ser que tenga un problema con un profesor con el que no se entiende y de repente saca un cinco. Entonces ella va a pensar, ¡ostras, todo el amor que manifestaron mis padres, ahora saqué un 5… ! Y le produce ansiedad, que la solucionas diciendo: no te preocupes, yo ya sé que con este profesor no te entiendes, que ya encontrarás un profesor que te entienda mejor pero tú te has esforzado y está bien lo que has hecho, estamos orgullosos de ti. Pero en cuanto le pones el componente numérico ya la lías.
Otro capítulo lo dedicas al daño que está haciendo el ‘bilinguismo casero’. A esos padres, españoles ellos, que hablan en inglés con sus hijos.
Por supuesto. Es que este idioma muy importante. A mi, que soy profesor de inglés, me dicen que por qué no hablo en inglés a mis hijos. Bueno, porque el inglés, a pesar de que yo tengo título de maestro de inglés, el C-2, el Proficiency… No es mi lengua natural, materna..
Se pierden muchas cosas del afecto por el camino, ¿no?
Claro. Los dobles sentidos, la complicidad y el cariño, todos los componentes no lingüísticos que tiene el lenguaje los borras de un plumazo , y además, que el inglés que yo, como maestro de inglés, oigo yo por los parques es para algún insuficiente. Esos sí que se merecen un insuficiente. Ver a la gente que tiene el arrojo, de hablar el inglés, con sus hijos, con una competencia tan nefasta, y encima con la seguridad de estar haciendo un mejor trabajo que tú, pobre desgraciado que estás hablando a tus hijos en castellano, me parece, bueno… la típica arrogancia de los necios .
Me gusta mucho como acabas el libro, diciendo que todos somos diferentes.
Todos somos diferentes y únicos Todos necesitamos cosas diferentes, lo que no puedes esperar es que en la escuela es que todos tus alumnos necesiten lo mismo y se comporten de la misma manera. Entonces, tú no puedes pensar, como pasaba antes, cuando yo iba al colegio, que eramos 44 niños en clase, y el profesor se ponía a explicar la tabla periódica y quien lo pillaba, lo pillaba y quien no, pues «buena suerte, hasta otra muchachos». Entonces llegabas al siguiente tema y los que entendían la tabla periódica ya sabían hacer las valencias. Yo no sabía hacer nada, estaba ahí, como ¡bueno!… Y suspendía y suspendía, lo pasaba muy mal, era yo el que tenía que correr y ponerme allí.
Cuando en realidad lo que hemos aprendido ahora es que en la enseñanza eso es dejar atrás a los alumnos. Que tú tienes que pararte, tienes que ayudarle a avanzar, y que no todos estamos preparados para entender los conceptos de la misma manera y al mismo tiempo. Hay niños que aprenden a leer antes que otros, porque su cerebro ha evolucionado de una manera y simplemente hay que esperar y unos meses más tarde ya lo tiene. Pero si les obligas a todos a empezar a leer al mismo tiempo vas a dejar a niños atrás. Y eso es terrible.
Pero eso todavía sigue.
Sigue porque hay mucha competencia entre colegios. Te vienen los padres y te cuentan: es que en el colegio de mi primo, ya están leyendo con 3 años. Joe. Eso está muy mal. Pero dile tú que eso está muy mal a su primo que tiene un niño de 3 años que ya lee.
En definitiva, concluyes que hay que aspirar al buen trato.
Hay que aspirar al buen trato, al respeto. Esa es la palabra clave en educación .
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