La salud mental de los menores, en crisis tras la pandemia

Un estudio publicado por la Asociación Española de Pediatría revela que las urgencias psiquiátricas entre adolescentes se han incrementado en un 50% desde el inicio de la pandemia y las previsiones futuras son aún peores

S. F.

La pandemia que vivimos nos está dejando importantes secuelas tanto físicas, como económicas, sociales y, psicológicas. Si bien es cierto que las secuelas físicas de este virus tan destructivo no lo son tanto en los menores de edad, las secuelas psicológicas sí lo están siendo. Así además lo han revelado desde la AEP (Asociación Española de Pediatría) , quien ha publicado un reciente informe donde afirman que las urgencias psiquiátricas en menores desde el inicio de la pandemia se han visto incrementadas en un 50% .

Los expertos insisten en que es clave prestar mucha atención en detectar los casos a tiempo para poder poner un tratamiento correcto y solventar un problema que luego no se vea agravado. Los profesionales de la Clínica López Ibor han visto un gran incremento, tanto en consulta como en urgencias, de pacientes menores desde el inicio de la crisis del coronavirus. El confinamiento, las restricciones, los cambios e imposibilidad de movimiento, la incertidumbre social y laboral han sido factores importantes para agravar la situación mental de los jóvenes, que en crisis como estas se vuelven más vulnerables. En este momento hay que incidir en que la prevención es clave para poder evitar problemas futuros.

Desde el departamento de psiquiatría y psicología de la Clínica López Ibor recalcan que los jóvenes se encuentran con una problemática en la salud mental que hay que tratar, como cuadros de depresión y ansiedad, que suelen aparecer en esta etapa al ser un momento vital importante en el desarrollo de la persona, y tras los efectos de la pandemia pueden generar mayor vulnerabilidad, al igual que las adicciones (pantallas, alcohol, drogas…), trastornos de conducta alimenticia…

Hacen especial hincapié en el desbordamiento emocional y en la intensidad con la que se perciben las experiencias en esta etapa de la vida, dado que si no se gestionan adecuadamente puede derivar en conductas desadaptativas como las autolesiones, derivados de altos niveles de ansiedad o conductas destructivas que pueden llevar a una ideación suicida.

Los meses que nos han tocado vivir también han incrementado otros trastornos como los Obsesivos Compulsivos (TOC) . Como expone el equipo médico de la Clínica López Ibor, la situación actual ha podido exacerbar los síntomas en pacientes que ya presentaban el diagnóstico TOC, o desencadenarlo en personas que nunca habían presentado estos síntomas, como lamentablemente están viendo desde las consultas de los expertos de la Clínica López Ibor. Y es que parece que esta pandemia lamentable e inevitablemente, nos está haciendo ser un poco obsesivos a muchos de nosotros, dadas las dramáticas consecuencias humanas que hemos vivido en nuestras propias carnes, o que hemos vislumbrado a través de los medios de comunicación.

¿Cómo poner remedio a tiempo?

Es clave acudir a un profesional que detecte el problema y pueda prescribir un tratamiento concreto. En los menores se hace hincapié en la importancia de reforzar la comunicación que se mantiene, tanto desde la familia como en el colegio y un mayor control sobre las redes sociales y sobre los retos virales que se van iniciando y van alcanzando mayor popularidad. Aunque todo depende del problema concreto del menor, en el caso de los relacionados con la depresión estos son algunos consejos para el familiar, para indicar que algo pasa y pueda evitar así un empeoramiento del problema:

1. Muestra tu empatía

2. Ofrece tu apoyo y compañía

3. Ayúdale a pedir ayuda

4. Fomenta su activación

5. Refuerza sus logros

6. Evita los reproches

7. No le sobreprotejas

8. Desvía su atención del sufrimiento

9. Acepta que se trata de un proceso lento

10. Anticípate al riesgo

Los profesionales de la Clínica López Ibor concluyen con que desde el punto de vista del desarrollo cognitivo la parte racional y emocional del cerebro de los adolescentes está en desarrollo, por esta razón son más impulsivos y tienen una menor capacidad para pensar en las consecuencias de sus actos.

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