«¿Quiere traer a su hijo a la escuela infantil?» «Sí, aunque estoy teletrabajando» «Entonces no puede»
Las familias critican que solo puedan volver a las aulas los niños cuyos progenitores trabajan fuera de casa, exigiendo otro tipo de soluciones para evitar que las mujeres se vean obligadas a cogerse una excedencia o reducirse su jornada laboral

« Teletrabajar con los hijos en casa no es conciliar », afirma indignada una madre de dos menores en edad infantil. Su situación no es única. Es por la que atraviesan numerosas familias madrileñas.
La Comunidad de Madrid ha establecido la apertura de las escuelas infantiles desde la Fase 3. Actualmente, los madrileños se encuentran en la 2 pero los centros están ya preparando todo después de que el pasado 28 de mayo los centros educativos recibieran instrucciones para organizar la vuelta a la actividad presencial.
El regreso de los menores de 3 años al aula «será de manera voluntaria y siempre que se cumplan todas las garantías sanitarias», establece el protocolo. La normativa señala también que sólo los menores « cuyos progenitores deban trabajar fuera de casa« serán admitidos . «Para ello, deberán acreditar, según se les indique desde el centro, la justificación de la imposibilidad de realizar su trabajo a distancia».
Las familias critican la normativa porque se ven obligadas a hacer jornadas laborales eternas. A su vez, muchas madres, las verdaderas perjudicadas, no ven otra solución que cogerse una excedencia o reducirse su jornada laboral .
«A mi me llamaron ayer de la escuela infantil para preguntarme si estaba interesada en llevar a la pequeña una vez abrieran. Les dije que sí, que quería llevar a la niña. Mi marido ya ha vuelto a la oficina pero yo sigo teletrabajando, así que me dijeron que entonces no la podía llevar», cuenta otra afectada. «Ojo, no critico que se priorice el acceso a los niños cuyos padres y madres tengan que ir ya físicamente a su centro de trabajo -aclara-. Pero, ¿y los demás? Alguna solución deberían darnos. Las madres especialmente y familias en general somos las que estamos 'pagando el pato'. Eso sí, no hay problema para irnos a los bares a tomar una cerveza o al centro comercial. Parece que el coronavirus solo está presente en aquellos espacios ocupados principalmente por los niños».
«Yo he tenido que cogerme una excedencia», reconoce otra progenitora. «No me ha quedado más remedio», asegura. Y es que las desigualdades de género han aumentado .
El coronavirus ha conseguido que la conciliación de la vida familiar y laboral haya saltado por los aires. « No se engañen, lo que estamos haciendo ahora no es ni teletrabajar ni conciliar », aseguraba José Luis Casero, presidente de Arhoe, en una entrevista con ABC, porque el verdadero teletrabajo -subraya- no es obligatorio ni forzoso.
Urge tomar medidas
Además, el coronavirus ha agravado más la brecha entre hombres y mujeres para poder conciliar . Según el informe «¿ Por qué los retos de la conciliación en tiempos de COVID-19 son todavía mayores para las mujeres ?«, las trabajadoras emplean 27 horas en tareas domésticas y cuidado de familiares, no remunerado, y los hombres solo 14 . Así, el cómputo total de horas de trabajo es de 60 horas semanales frente a 53 de los hombres.
Además, el 47,5 % de las mujeres cuidan a diario de sus hijos o nietos , frente al 31,7 % que lo hace en el caso de los hombres y, además, ellas dedican una media de 39 minutos diarios más que los hombres a educación y cuidado de niños y 46 minutos más a cocinar y realizar tareas domésticas.
Teniendo en cuenta estos usos del tiempo previos a la pandemia, se puede concluir que la presión para conciliar durante el COVID-19 es mayor para las mujeres, que son las que soportan en mayor medida la atención a los escolares, ahora confinados en los hogares.
De hecho, los investigadores del estudio, José Ramos y Alicia Gómez, alertan que la situación en la que se encuentra actualmente el sistema educativo y las grandes incógnitas acerca de las condiciones en las que se va a poder retomar la actividad en septiembre pueden complicar todavía más las necesidades de conciliación .
En opinión de los investigadores, la gravedad de la situación puede constituir una oportunidad para redistribuir las cargas de trabajo doméstico entre hombres y mujeres.
Además, las empresas y la Administración deberían fomentar la racionalización de los horarios, la reducción de la jornada laboral, la concentración de días hábiles o el reparto del trabajo. Sin embargo, en este punto, alertan del riesgo que representa que el trabajo a tiempo parcial se concentre en exclusiva sobre las mujeres .
Los autores del estudio recuerdan que, mientras no se produzca la reanudación de la actividad del sistema educativo, habrá que establecer planes de contingencia, desarrollando la economía de los cuidados, para no dejar la atención de menores al cuidado de abuelos, otros familiares o padres y madres teletrabajando, ni obligar a las familias a buscar con sus propios medios cuidadores de emergencia.
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