Los padres de una niña fallecida comparten cómo afrontaron la vida tras su muerte
El libro se llama «Vida después de la muerte de María. Cómo sobrevivir a la muerte de un hijo», y está editado por Hipatia Press
Montse y Eduard son los padres de María, una niña que falleció a los dos años y cinco meses por una enfermedad, y han querido compartir sus vivencias sobre cómo sobrevivir a esta pérdida día tras día, tras la muerte de su hija. « Vida después de la muerte de María. Cómo sobrevivir a la muerte de un hijo» , editado por Hipatia Press, es el título del libro, cuyos derechos han cedido a la Fundación Paliaclinic, que ofrece apoyo social a las familias con hijos con enfermedades avanzadas.
Ayudados por el doctor Joan Carles Trallero, los padres de María abordan en cinco conversaciones reproducidas en el libro sus sentimientos y emociones por la ausencia de su hijita y el miedo a revivir momentos muy dolorosos. En la segunda parte del libro, el protagonismo es de Montse y constituye una crónica en vivo de la vida con su hija, desde su embarazo, parto, llegada a casa con María y de cómo crecía la pequeña «a un ritmo vertiginoso». Pero llega la enfermedad, las visitas al médico por fiebre que no se acaba y el análisis de sangre que da un resultado no esperado ni querido por ningún padre o madre: leucemia.
« Edu está triste y enfadado. Con la vida. Padezco por él, por María... Impotencia. Siento que no controlo nada de lo que está sucediendo. He de dejar hacer y no lo soporto. Siento que nada depende ya de mí, como una hoja movida por el viento, sin voluntad propia», escribe Montse.
El apoyo de familiares y amigos, las relaciones que se establecen en el hospital , con otros niños enfermos y sus familiares más cercanos, son de «un valor incalculable y gran significado» para Montse, que no habla mal de nadie en todos sus escritos. Sólo expresa su pena al comprobar que algunos familiares muy próximos «desaparecen» durante el primer ingreso de María en el hospital, una situación que no es inhabitual porque en situaciones tan duras hay personas que no saben estar a la altura.
Montse lo escribe todo, los últimos días de su pequeña, el dolor físico que padeció y sus miradas fijas en ella, y también uno de sus últimos deseos, tener un hermano. «Los días siguientes no tengo claro que pasó. Se han medio borrado de mi memoria. Solo recuerdo pasear sin rumbo... y recuerdo la oscuridad. Siento que vivo entre tinieblas », rememora.
Relatos de otros padres, madres
Tras la oscuridad, llega la escalada al Himalaya, como dice Montse, el retomar la vida cotidiana lentamente, gracias a los amigos y a la familia, y también a los relatos de otros padres y madres que también han visto morir a sus hijos. La madre desfallece pero tiene a sus amigas, y « he aprendido a no perder el tiempo con aquello que no vale la pena . Así que todo aquel que no se acerque a mi con cariño y respeto, ni lo miro. La vida es demasiado corta y hay demasiadas cosas bonitas a hacer para perder el tiempo».
También es capaz de mantener la fortaleza para hablar con el médico que atendió a su hija y hacerle ver que una mala organización de los equipos que cuidaron a la niña puede hacer que otros niños puedan morir solos o sin la estima que el momento de la agonía requiere. «Todos merecemos la misma oportunidad de marchar de la mejor manera: con calma y serenidad, con amor y al lado de los que más queremos», argumenta Montse. Montse y Eduard han vuelto a ser padres y su hija, la hermana de María, se llama Dolça.
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