«Un niño de un año necesitará un patio con un arenero, ruedas, columpios... No con canastas»
Desde Amei-Waece denuncian que un colegio no es el espacio adecuado para niños de estas edades
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Desde la Consejería de Educación se ha anunciado que se va a poner en marcha un programa experimental para la escolarización anticipada de los niños de un año e incluso se afirma que «las Aulas 1-2 constituye «una innovación» tanto pedagógica como organizativa». Desde la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (Amei-Waece) , compuesta por profesionales de la educación infantil tanto pública como privada y que lleva más de 30 años en activo, se alerta del gran error que se está cometiendo con este «programa experimental».
Como explica Juan Sánchez Muliterno, presidente de esta Asociación, «si bien es una acción muy plausible conseguir que estos niños tengan una educación gratuita, es evidente que dicha acción es un atentado contra los derechos de los niños, al margen de que dicha gratuidad puede conseguirse de otra manera».
Para Amei-Waece «es una decisión cuanto menos sorprendente teniendo en cuenta que Doña Maria Esther Gutierrez Morán, consejera de Educación y Empleo de Extremadura, es maestra de Educación Primaria, por lo que se entiende que debería conocer las teorías del desarrollo del niño y saber mejor que nadie que es un error».
En el escrito que desde Amei-Waece han hecho llegar tanto a la Consejera de Educación de Extremadura Doña Maria Esther Gutierrez Morán, como a Doña Pilar Blanco-Morales Vicepresidencia Primera y responsable de las políticas en la Junta de Extremadura en materia de infancia, así como al Presidente, el señor Fernandez Vara y al Defensor del Pueblo de toda España, el extremeño Don. Francisco M. Fernández Marugán, esta entidad explica lo siguiente:
Extracto:
«Nadie pone en duda que una universidad no tiene nada que ver con un centro de bachillerato, tanto desde el punto de vista arquitectónico, como de organización. Lo mismo ocurre con un centro de bachillerato que debe tener características distintas de uno de primaria. Siguiendo este razonamiento, nada tiene que ver, desde el punto de vista arquitectónico y organizativo, un centro de educación infantil de 1º ciclo con uno de primaria. Los primeros centros infantiles fueron organizados en casas de viviendas o locales, que se adaptaron a las necesidades y requerimientos de un centro infantil, como sucedió con el kindergarten de Froebel o La casa del bambini de Montessori. Así surgió la decisión de que la educación de los más pequeños requería una construcción propia que tomara en consideración todas las necesidades y particularidades de la edad en su conjunto y de sus períodos de desarrollo. Lo cual parece muy lógico: cada tramo educativo necesita un currículo y unas instalaciones adecuadas .
En los países de mayor desarrollo técnico en la edad (Los países nórdicos, Islandia, Dinamarca, Reggio Emilia en Italia, entre otros) se crean las primeras construcciones propias para esta edad, lo cual obedece a los resultados científicos de las investigaciones.
En la línea anteriormente indicada, ya hace tiempo UNESCO realiza un informe sobre la educación infantil en el mundo y las afirmaciones del doctor Mialaret son contundentes: « Si se impone al niño un paso demasiado brusco de uno a otro ( pequeño grupo familiar a uno más extenso en cuanto al número de unidades ), se le puede traumatizar a algunos de ellos y llevarlos, por falta de seguridad, a replegarse en sí mismo y a no establecer los contactos sociales que son indispensables para la formación y desarrollo de su personalidad».
Por tanto, y en palabras del señor Sánchez Muliterno, «ello nos devuelve una vez más a la exigencia fundamental: conservar a los edificios su carácter de intimidad , con objeto de que los niños pequeños puedan conocer y reconocer fácilmente las caras adultas y las caras infantiles que van a formar parte de su nuevo universo».
Por último, recomienda a la Consejera que revise «los apuntes que tomó en su etapa universitaria sobre el desarrollo psicológico del niño en las distintas etapas de su vida y de su entorno así como las consecuencias para el proceso educativo, para que se dé cuenta del error que está cometiendo».
«No podemos imaginar a un niño de uno ni de dos años en el patio de un colegio, aun saliendo a horas distintas, bajo una canasta de baloncesto, o una portería de futbol, se “perderían”. Un niño de un año necesitará un patio con un arenero, con ruedas, con columpios. Un patio pensado para él, un mundo pensado para él. Un espacio único que conserve el carácter de una gran familia en cuyo seno el niño sienta seguro», concluyen desde Amei-Waece.
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