Día Mundial de la Salud Mental
«No tenemos miedo a la esquizofrenia de nuestras hijas, pero sí preocupación por su futuro»
Ana Carolina y Lourdes son dos gemelas, de 36 años, que se toman su vida con energía, aceptando que tienen una enfermedad, pero asumiendo que su día a día está más allá de las cuatro paredes de su casa
Ya no hay culpa en esta familia, pero sí un sentimiento de preocupación por el futuro. «Cuando mi mujer y yo faltemos, ¿qué pasará con nuestras hijas? Es el único miedo que mantenemos hoy en día». Así termina su testimonio Juanjo Sánchez , padre de dos gemelas diagnosticadas, desde hace casi 20 años, con esquizofrenia. Para entender la historia, hay que empezar por el principio de todo: un brote agudo y un prediagnóstico.
Ana Carolina y Lourdes vieron cómo sus vidas daban un giro cuando tenían 20 años aproximadamente –ahora tienen 36–. «Comenzamos a ver cosas extrañas en una de nuestras hijas, algo que nos mantuvo en alerta. Tuvimos que ingresarla y ahí nos dijeron que se trataba de un brote psicótico, que suena fatal» , cuenta Juanjo. Un prediagnóstico posterior: esquizofrenia. El riesgo de que la otra hija también la padeciese era grande. «Por desgracia, a los dos años, de una forma más progresiva, también le diagnosticaron la misma enfermedad». Ahí comenzarían años de preguntarse por qué , de buscar información, de culparse por lo que habían hecho bien o mal en la educación de las jóvenes.
«Llegamos a escuchar de todo, de que esto nos había pasado por ser tan permisivos con las niñas ... La gente y nuestros familiares querían justificarlo con algo y mi mujer Isidora y yo estábamos totalmente despistados». Con los años, y a través del contacto con asociaciones, esta familia comprendió que no tenían la culpa . «Es esencial entender este concepto y, sobre todo, no sentirse solo», insiste este padre de familia.
Aunque el diagnóstico fue claro desde el principio, el nombre les seguía dando miedo. «Es temor a lo desconocido, algo que frena mucho a la sociedad. Hemos conseguido que nuestras hijas tomen conciencia de la enfermedad , están mentalizadas y han asumido lo que tienen», cuenta Isidora Salgado, madre de estas gemelas .
Evitar futuros brotes
Juanjo e Isidora reconocen que no ha sido fácil, pero que hay que echarle fuerzas y seguir adelante. «Es muy importante tener actividad, no estar todo el día parado y pensando». Suelen hacer planes los cuatro juntos , ir al cine o teatro, «eso sí, preferimos comedia antes que drama».
La importacia de la que hablaban estos padres antes se ve reflejada en la vida de las gemelas: ambas tienen trabajo y cada día se desplazan por Madrid para llegar a sus respectivos puestos. «Una de ellas pasa casi todo el día fuera de casa por la distancia que hay hasta su trabajo, pero es feliz; mi otra hija tiene jornada reducida porque estar tantas horas le generaba un estrés que no era bueno, pero aun así trabaja por las mañanas en una empresa donde lleva más de 10 años», puntualiza Juanjo.
Este padre afirma tener comprobado que dormir mal y el estrés son efectos inmediatos de recaída. «Les dijimos que esto había que tomárselo en serio. Por ello, tienen que dormir ocho horas diarias. Haber admitido la enfermedad les ha ayudado el doble para seguir hacia adelante», apunta Isidora.
Quieren que sus hijas tengan independencia, ahora que disfrutan de un momento estable. «Tratamos de hacerlo desde el cariño y amor, que todo vaya fluido», insiste Juanjo. Lourdes, una de sus hijas, tiene pareja desde hace dos años y están pensando en irse a vivir juntos , en esa independencia de la que su padre hablaba. «Yo le animo a que lo haga, porque realmente no se ve si una relación tiene futuro hasta que no se convive. No es lo mismo ir al parque por las tardes que compartir hogar», insiste la madre.
No dejarse guiar por el estigma
« Hago vida normal . Participo en un programa de radio, me gusta escribir, hacer yoga, ir a conciertos...». Así define su vida Ana Carolina, una de las hijas gemelas de Juanjo e Isidora. Se muestra sonriente, sin tapujos al hablar de su enfermedad. «Cuando me encuentro bien, perfecto, pero como todo el mundo, tengo días mejores y peores y no pasa nada».
Reconoce que intenta hablar cualquier asunto con sus padres, expresar lo que siente o cómo se siente en cada momento. «Es mejor comunicarlo que guardarlo», insiste.
Como consejo, Ana Carolina le pide a las personas que tomen conciencia de la enfermedad. «Deberían aprender a ver más la forma de ser de los pacientes y no dejarse guiar por el estigma , por el título que tenga la enfermedad. Hay que seguir el día a día», concluye.
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