Miren Jaurne: «Mi acosadora me reventó la cara a la salida del colegio mientras sus amigos me sujetaban. Y el centro escolar no hizo nada»
Más conocida en redes como Mimi XXL, esta creadora de contenido es hoy el refugio de quienes pasan por lo que ella pasó. «Es aberrante que las escuelas escondan el acoso escolar», asegura
Miren Jaurne (38 años) es más conocida como Mimi XXL en sus redes sociales. Con 259.000 suscriptores en su canal de YouTube y 81.600 en Instagram, tiene una dura historia personal de acoso escolar, gordofobia, depresión, ansiedad, autolesiones, trastornos alimentarios, drogas y superación que comparte con sus seguidores. Tras participar en una charla TEDxUNebrija, de la Universidad Nebrija, ABC ha hablado con ella sobre cómo el «bullying» ha marcado su vida y cómo tras descubrir el « body positive » decidió dar el salto a internet. «Jamás pensé que llegaría a donde he llegado», confiesa.
Tienes una historia personal de acoso escolar, gordofobia, depresión, ansiedad, autolesiones, trastornos alimentarios, drogas y superación. ¿Se supera todo eso?
Menos la muerte, todo se supera. Bien es verdad que hay rachas pero tengo la suerte de llevar muchos años ya en redes sociales, algo que me ha servido como terapia. Yo, en mi canal de Youtube, me pruebo ropa, bikinis, bañadores... y para mí, grabar y editar eso, viéndote desde todos los ángulos, es como una terapia de choque. Así que llega un momento en la vida que o te ríes o te hundes y yo opté por la primera opción.
Acoso escolar. ¿Cuándo y cómo?
Cursaba 8 EGB, lo que hoy es 2ºESO. Hasta entonces, mi mejor amiga en el colegio , Sara, era una chica repetidora. Pero a partir de ese curso, dejamos de ser amigas. Y no sé qué pasó por su cabeza que ella empezó a tomar represalias.
¿Y antes no pasó nada?
Sí. Desde Primaria yo siempre fui la gorda de clase. Mi etiqueta con el peso me ha acompañado siempre. De hecho, en casa me llamaban «gordi». Y hubo una profesora que me tenía manía... Supongo que era por mi peso porque a mi y a otro niño de clase, que era como yo, nos tenía fritos. Por ejemplo, yo me sentaba en clase sobre mi pierna. «Siéntate bien, que ocupas toda la clase», me decía. Y solo tenía 8 años. Me ridiculizaba constantemente y además me llamaba mentirosa. Recuerdo un día que me caí, se me rompieron las mallas y ella me ridiculizó delante de todos los compañeros diciéndome que esas mallas las traía ya rotas del día anterior. Delante de toda la clase me dijo que mi madre no me compraba ropa y me decía «cállate, mentirosa».
Está claro que esa profesora daba vía libre a que los compañeros te acosaran...
Por supuesto. Siempre se reían de mí, que si mira «la gorda», etc. Pero como era amiga de aquella repetidora, el acoso se mantuvo a raya porque era como mi protectora.
Entonces, ¿qué pasó después?
Todo cambió. Su acoso fue cada vez a más. Sus amigos iban a por mí: me tiraban cosas, cogían mi mochila y la lanzaban al pasillo, me encontraba con notas de «gorda» en el pupitre... Hasta que me agredieron físicamente.
¿Te pegaron?
Sí, esa escalada progresiva de violencia acabó en una paliza . La primera vez conseguí evitarla pero la segunda no. En el recreo, sus amigos vinieron a decirme que me esperaba a la salida. Yo, para evitarlo, me fui a dirección a decir que no me encontraba bien, lo cuál era mentira. Me fui a casa a comer pero tenía que volver por la tarde. Ahí ya no hubo escapatoria. Me escoltaron a la salida, no me dejaron que me volviera a escapar. Me llevaron cerca del colegio y allí Sara me reventó la cara mientras sus amigos me sujetaban. Al final, no sé cómo, escapé en un momento, cogí la mochila y eché a correr todo lo que pude. Me metí en una papelería buscando refugio. Entré con la cara ensangrentada y amoratada con la excusa de comprar algo. Y la señora me dijo, «¿Quieres llamar a alguien?».
Algo haría el centro ¿no?
Nadie hizo nada . Mi madre y yo nos reunimos con el director, que era amigo de mi familia, Sara y su madre. Esta última no hacía nada más que decir que yo era la culpable de todo cuando era yo la que estaba allí con un ojo morado que apenas podía abrir. Menos mal que quedaban dos meses para acabar el curso y ya pasábamos al instituto. Me perdí el viaje de fin de curso y todo.
¿Y al llegar al instituto?
Iba con miedo, la verdad. Yo siempre he sido muy grandona pero no tenía media hostia. El primer año, me centré en aparentar para que no pasara lo mismo. Por suerte, hice buenas amigas, un grupo muy sano.
No me puedo creer que el colegio no hiciera nada
El colegio tenía interés en ocultarlo. Es aberrante que los centros escolares escondan el acoso escolar, tanto el que sufrí con aquella profesora como con la que fue mi amiga. A ellos les resultará fácil, no sé... pero a los que sufrimos « bullying » los traumas, las cicatrices, las heridas... nos acompañan toda la vida. En mi caso, 30 años. Yo siempre tuve problemas de autoestima, complejos, era la gorda, era diferente por eso, me podían atacar por ser así... No sabía cómo encajar y sólo deseaba no sentir nada.
Y después de todo esto, a día de hoy triunfas como creadora de contenido
Jamás pensé que llegaría a donde he llegado ni que me dedicaría exclusivamente a ello. Me abrí el canal en Youtube después de enterarme qué era el «body positive», una corriente muy seguida fuera de nuestras fronteras por entonces. Me empecé a dar cuenta que había otras cosas, otros pensamientos diferentes... Y abrí el canal que a mi me hubiera gustado encontrar cuando era una niña. Fíjate que llegué a pesar si yo, como gorda, tenía derecho a tener mi propio canal de Youtube. Poco después me di cuenta de que las chicas gordas podíamos tener una vida normal, me escribían muchas seguidoras dándome las gracias, contándome sus experiencias... Fue un bofetón de realidad.
En tu canal podemos verte hasta probándote bañadores
Yo no me había puesto un bikini hasta los 34 años . ¡Fíjate! Y cuando me grabé, edité el vídeo... ¡Es que se me ve de todo! Las lorzas, las estrías, el culo...
Cómo es posible que salieras de todo eso sin ayuda profesional. Sin decírselo a tus padres, pasando por una depresión y autolesionándote
No me di cuenta. Supongo que no te das cuenta. También es verdad que hace 25 años no se hablaba de salud mental como hoy día. Decírselo a mis padres no era una opción. Yo era todo fachada: era la payasa del grupo, siempre con bromas, etc. La depresión y la ansiedad se hacen contigo lentamente. Medio intenté pedir ayuda cuando a mi madre le enseñé el brazo para que viera cómo me autolesioné pero, al ver su cara de pánico, decidí decirle que me había caído en un seto.
Miren, a pesar del «body positive», España tiene un problema de obesidad infantil. ¿Son cosas opuestas? Porque al final se trata de tener salud
Jamás he pesado tanto como ahora. Bien es verdad que mi trabajo no ayuda: me paso el día sentada frente al ordenador. Pero estoy contenta porque tengo un cuerpo fuerte. De hecho, no he cogido ni el Covid.
Por otro lado, soy un caso muy particular: tengo amenorrea primaria . Yo siempre he estado por encima de mi peso, siempre he sido la más grande de la familia. De niña competía en kárate, hacía natación y, por entonces, no se llevaba, como hoy, la comida rápida.
Promuevo el «Body positive» porque todo el mundo tiene derecho a quererse independientemente de cómo sea su cuerpo. Creo que los padres y las madres son los primeros que deben preocuparse por la alimentación de sus hijos. En mis redes sociales no voy a mostrar contenido saludable porque sería falsear la realidad, no va conmigo, pero como tampoco muestro otro tipo de contenido que otras marcas me ofrecen y pagándome.
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