«Los hijos ya no mienten a sus padres para ir a una fiesta, sino para quedarse en casa con la pantalla»

María Guerrero, psicóloga experta en familia y tecnología, asegura que las consecuencias psicológicas del Covid-19 protagonizarán las tercera ola de la pandemia, en la que los menores se verán gravemente afectados después de que su vida se viera totalmente alterada de la noche a la mañana, impulsándoles a una relación de dependencia con la tecnología

Ana I. Martínez

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La segunda ola del Covid-19 empieza a estar ya bajo control. Y la sociedad respira, en parte, un cierto aire de tranquilidad desde que varias compañías farmacéuticas hayan anunciado eufóricas las vacunas para frenar la pandemia . Sin embargo, para lo que no hay posibilidad de inmunizar a la población es frente a la tercera ola, la que vendrá , y de la que los expertos en salud mental llevan tiempo avisando: las consecuencias psicológicas del coronavirus.

Las familias llevan, desde marzo, soportando altos niveles de estrés y ansiedad . Pero los niños también , quienes han sido víctimas de uno de los confinamientos más duros, encerrados en casa durante largas semanas, sin la posibilidad de relacionarse con sus iguales, salir a la calle o de ir al colegio. Sí han experimentado, sin embargo, otra «mayor libertad»: la del acceso a las nuevas tecnologías . Han pasado -y pasan- más tiempo conectados y se relacionan vía online porque «prefieren la tecnología como alternativa del ocio», explica María Guerrero , psicóloga experta en familia y tecnología . «Hoy no mienten a sus progenitores para poder ir a una fiesta, sino que les engañan para quedarse en casa sin salir y poder estar con la pantalla», señala la experta.

Guerrero ha participado en el estudio « Centennials: el antes y el después de una generación marcada por el Covid-19 », elaborado por Qustodio , la plataforma de seguridad y bienestar digital para familias, durante el pasado mes de octubre, con el objetivo de analizar cómo está afectando la nueva realidad a los menores españoles en tres ámbitos específicos: personal, digital y educativo. En él han participado mil familias españolas con hijos de entre 7 y 15 años de edad.

Los progenitores aseguran que sus hijos han visto cómo su ámbito personal ha cambiado totalmente, sobre todo sus relaciones sociales (85%), seguido del nuevo panorama educativo (82%) y la falta de actividad física (71%). De hecho, el 30% de los niños y niñas españoles pasa menos de una hora al día al aire libre , lo mínimo recomendado por los pediatras.

Además, según el estudio, 3 de cada 10 menores han sufrido falta de concentración y mal humor/agresividad en este tiempo . Problemas de sueño (18%), depresión (13%), pérdida o aumento de peso (12%) y menor autoestima (7%) son otros de los cambios físicos y psicológicos que se han producido en los hijos tras el estallido de la pandemia.

«Ese mal humor, esa agresividad por parte de los hijos, las alteraciones de sueño, etc. van a ir aumentando», alerta Guerrero. «La tercera ola del Covid-19 -continua- será mental: son los efectos psicológicos que está provocando esta crisis. Y los padres están muy preocupados».

Bajo este desfavorable entorno, al mismo tiempo, se han producido cambios en los hábitos digitales de las familias . Uno de cada 3 hogares españoles ha adquirido un nuevo dispositivo a causa del Covid-19 para poder hacer frente a las clases online. Pero, al mismo tiempo, se ha producido un aumento del 34% del número de registros en plataformas y servicios de entretenimiento de vídeo online, principalmente en Netflix y Disney +.

Además, 6 de cada 10 familias aseguran que la pandemia ha provocado una mayor adicción a las pantallas , una cifra que asciende hasta el 70% en el caso de las familias con hijos de entre 9 y 13 años. Mientras, el 11% de los padres españoles cree que sus hijos han accedido a contenido inapropiado en este tiempo, porcentaje que muestra sus picos más altos en familias con hijas de 11 años e hijos de 13.

Todos estos datos dejan en evidencia una nueva realidad: las familias han de trabajar duro para que todo este exceso de tecnología afecte lo menos posible a los hijos . Y es que más allá del Covid-19, hay nuevos hábitos digitales que han venido para quedarse, como los educativos, y encontrar el equilibrio no va a ser fácil.

Para controlar este exceso de pantallas, los progenitores han optado, principalmente, por establecer límites de uso (63%), bloquear «apps» (27%, una opción que ha experimentado un crecimiento del 5% con respecto a la época pre Covid-19) y marcar horarios (26%). Apenas un 6% ha optado por elaborar un contrato familiar , según el estudio.

Guerrero señala que el « aumento de uso de dispositivos va a conllevar conductas más adictivas ». No hay que olvidar que «los menores son menos conscientes del poder adictivo de las pantallas y tienen menor autocontrol». De ahí la necesidad urgente de los progenitores en educar.

Y en el caso en el que vean que no pueden, siempre está la opción de solicitar ayuda externa. «Los padres son quienes mejor conocen a sus hijos», explica la experta, que enumera algunas de las señales de alarma que pueden alertar a los progenitores de contemplar ese nuevo escenario. «Su comportamiento nos va a decir muchas cosas -asegura- El aislamiento es el primer síntoma: no es normal y no deberíamos normalizarlo. También son señales de alerta posibles cambios en sus rutinas, como que deje sus aficiones. También cuando vemos una alteración del sueño importante, cambian sus notas, hay fracaso, cambios de humor, responden fatal, presentan ansiedad para conectarse o síndrome de abstinencia…»

«La adicción las pantallas está bastante relacionada con el desarrollo de ciertos problemas como el apego inseguro, depresión, ansiedad ...». A ello hay que unirle que el ocio de los menores se ha vuelto también digital , por lo que tendremos en un futuro jóvenes «más aislados y más vulnerables».

Conectados con la escuela

A este exceso de uso de las pantallas en el ámbito personal y digital, se le suma el educativo. Con el cierre de los colegios en marzo, los menores tuvieron que seguir sus clases online, algo que ha continuado en el nuevo curso académico, especialmente entre los estudiantes de a partir de Secundaria, quienes siguen sus clases a través de un modelo híbrido.

Esta nueva situación, sin embargo, no gusta a las familias: 6 de cada 10 consideran que su hijo aprende peor en remoto , según la encuesta elaborada por Qustodio. Además, el 70% de los progenitores considera que se ha incrementado el número de horas que pasan sus hijos conectados para la escuela (en clase + tareas) desde el inicio de la pandemia. A partir de los 11 años este porcentaje asciende hasta el 80%.

«El Covid-19 ha cambiado la educación para siempre. Los nuevos modelos educativos pueden provocar una falta de capacidad en los hijos para la socialización así como una falta de conciencia del trabajo en equipo , potenciándose valores más individualistas », concluye Guerrero.

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