Por qué tu hijo adolescente te contesta, tiene la habitación hecha un desastre, trasnocha y odia que le pongas límites
David Bueno, doctor en Biología y especialista en neuroeducación, aborda en «El cerebro del adolescente» muchas cuestiones que preocupan a los progenitores a través de un análisis profundo sobre cómo funciona el cerebro en esta etapa vital del ser humano
Si tienes un hijo adolescente , cómprate ya ' El cerebro del adolescente' (Grijalbo) de David Bueno , doctor en Biología y especialista en neuroeducación. Si tienes hijos pequeños, haz lo mismo. Solo así lograrás entender cómo funcionan los menores y podrás acompañarlos en esta etapa tan importante en la que los encontronazos entre padres e hijos suelen ser habituales .
Noticias relacionadas
Si tu hijo adolescente cuestiona tus normas, tiene la habitación hecha un desastre, le atraen las conductas de riesgo, sobrepasa los límites establecidos, trasnocha, duerme hasta el mediodía, te contesta mal, te echa de su habitación o no te obedece, no te lo tomes como algo personal . Tal y como explica Bueno en su libro, «los adolescentes tienen que descubrir lo que pueden hacer y hasta donde quieren llegar, lo que conlleva romper algunos límites». Se comportan como adolescentes porque son adolescentes y «eso es lo que tienen que hacer» , recuerda. Mientras tanto, los adultos, «debemos ser respetuosos con sus ritmos de maduración, apoyándoles emocionalmente cuando lo necesitan, que es siempre o casi siempre». Y, además, « cuando pensemos que no merecen la pena que los queramos, más debemos quererlos porque más apoyo emocional necesitan . Y no para sobreprotegerlos ni excusar sus actitudes, sino para que sientan la estabilidad suficiente como para ir reflexionando por sí mismos».
La infancia , además, influye mucho en esta etapa vital de la vida, en la que e l cerebro cambia de manera constante, madura y hace conexiones nuevas . «La adolescencia -escribe Bueno- es una época de cierto caos, también dentro del cerebro, una etapa a veces tempestuosa pero al mismo tiempo emocionante, de descubrimiento y renacimiento. Las ramas rotas, las hojas arrancadas y los tallos partidos son las conexiones neuronales que desaparecen en el proceso de poda neuronal. Y esto, junto con la lluvia vivificadora, a través de experiencia y aprendizajes, favorece que se formen nuevas conexiones que permitan vislumbrar la edad adulta, renacer de esta suerte de metamorfosis que es la adolescencia».
Madres y padres con hijos adolescentes suelen decir a los que tienen aún hijos pequeños: «No te quejes, que luego es peor». ¿Tan mala es la adolescencia?
No, no lo es. Lo mejor es no pensar que va a ser mala. Tiene momentos duros, de enfrentamiento entre padres e hijos pero es normal porque el adolescente tiene que cuestionar su entorno para encontrarse a sí mismo. Cuestionan a los padres y los límites y hay momentos duros. Pero puede llegar a ser una etapa fascinante y divertida si aprendes a relativizar los momentos complicados.
¿Infravaloran los adultos a los adolescentes? Se tiende mucha veces a ridiculizarles, con lo importante que es no hacerlo. Según explicas en el libro, es fundamental que reciban apoyos, estímulos emocionales.
Deberíamos evitar ridiculizarles siempre porque les hace sentirse mal consigo mismos y, además, levantaremos una barrera a la hora de trabajar la confianza con ellos, que debe ser mutua. Una de las principales maneras de mantener una buena relación entre padres e hijos es a través de la confianza: confiar en ellos para que puedan confiar en ti . La confianza se contagia, ha de ser bidireccional. Y cuando tengan algún problema, quizás nos lo cuenten. Pero si no hay confianza, seguro que no nos lo cuentan. Además, todo ello hará que tengan más confianza en sí mismos.
Sí es verdad que, a ojos de un adulto, lo que digan puede parecernos ridículo. Pero para ellos son cuestiones trascendentales y tienen que ir dando palos de ciego. Hasta que lleguen a ser adultos, les toca ensayo-error. Los padres no nos acordamos, pero hicimos lo mismo en aspectos diferentes porque el contexto era otro.
En los adolescentes influye en parte la adolescencia de sus progenitores. Más de uno se echará las manos a la cabeza cuando lea esto. Pero es que además, el cerebro de los adolescentes no deja de cambiar. Mal panorama ¿no?
Lo que hicimos nosotros en la adolescencia ya lo hicimos. El pasado, pasado está. Ya pasó. Lo importante son dos cosas. La primera, que el cerebro de los adolescentes está cambiando constantemente, es muy plástico. Por eso es fundamental que ahora, en el presente, les demos buenos modelos de imitación, de aprendizaje . Aunque no lo parezca, nos imitan pero no lo demuestran. Y lo van a ver cuando sean jóvenes adultos. A nosotros mismos nos pasa: reproducimos cosas de nuestros padres. Por tanto, démosles buenos modelos ahora. Por ejemplo, no podemos pedirles que estén motivados por los estudios cuando nosotros no estamos motivados con nuestro trabajo. Tampoco les podemos pedir que respeten a sus compañeros cuando nosotros estamos criticando todo el día a nuestros compañeros de trabajo. Podemos ser críticos, sí, pero desde el respeto. Y a partir de ahí, ayudarles a que su cerebro se construya de la mejor manera.
El segundo aspecto importante es no olvidar que muchos de los adolescentes de hoy serán madres y padres en el futuro. Se lo tenemos que explicar y decirles 'lo que hagas ahora, va a influir en tus hijos cuando lleguen a la adolescencia'.
«El cerebro de los adolescentes está cambiando constantemente, es muy plástico. Por eso es fundamental que ahora, en el presente, les demos buenos modelos de imitación, de aprendizaje. Aunque no lo parezca, nos imitan pero no lo demuestran»
Hay padres que, desesperados, se preguntan cuándo termina la adolescencia. Aseguras que es cuando es reconocido como un igual por parte de los adultos. Pero los adolescentes buscan, sin embargo, reconocimiento entre sus iguales. ¿Pueden los padres hacer algo en este sentido?
Sí. Son dos factores que se entremezclan y ambos determinan cuándo acaba la adolescencia . Sus amistades van a influir seguro en ellos, como nos pasó a nosotros en su momento. La influencia de los padres es limitada pero esto es algo que deberíamos haber trabajado ya durante la infancia. Ellos van a buscar a sus amigos adolescentes pero nosotros tenemos que estar ahí. Por ejemplo, como padres podemos sugerirles si una amistad nos parece tóxica pero no decírselo directamente porque entonces nos soltarán: 'Es mi amigo, no te metas con él'. Y no podremos hacer nada. En cambio, si les decimos: 'Me ha contado una amiga que un amigo de su hijo hace X cosas...'. Y captarán el mensaje. En el fondo, estaremos hablando del amigo suyo pero, para que no se sientan interpelados, debemos dirigirnos así a ellos porque si les abordas directamente, se cierran en banda.
Es verdad que los padres no lo hacemos todo bien pero tampoco tenemos que torturarnos porque nadie nos ha enseñado a ser padres y madres. A veces les tratamos como niños, queremos que nos hagan caso de forma acrítica, cuando su parte reflexiva y crítica aflora en la adolescencia y ellos no funcionan así. Pero, al mismo tiempo, les exigimos que se comporten como adultos cuando aún no lo son. Por ejemplo, en el momento en el que van a elegir qué quieren estudiar. Si les presionamos diciéndoles 'piénsatelo muy bien porque esto va a ser tu futuro' no vamos en la buena dirección. El cerebro adolescente no planifica a cinco años vista. Sí es importante que elijan sus estudios pero hay que decirles: 'Elige ahora lo que te gusta. No olvides que hay posibilidades de cambiar'.
La adolescencia termina en torno a los 18-20 años . Pero, ¿quién se va de casa a esas edades aunque sea ya un adulto? Seguimos pensando en que son nuestros niños y que han de obedecer las reglas de la casa. Es verdad que tienen derechos y deberes. También deben ser reconocidos. No somos sus colegas, sino sus padres, pero para convivir, la imposición no funciona . Es mejor pensar en que el hogar es como un piso de estudiantes en el que pactamos las normas porque todos somos adultos.
A los adolescentes les gusta el riesgo, no le gusta que se le pongan límites, trasnochan, su habitación es un desastre... Pero ser autoritario con un adolescente no funciona, por lo que explicas en el libro.
Los adolescentes necesitan límites porque están ensayando comportamientos de adultos pero sin serlo. Es fundamental establecer marcos de convivencia social y familiar para que sepan en qué intervalo deben moverse pero los adultos han de ser conscientes de que intentarán saltarse las reglas y es bueno que lo hagan porque cuando asuman estos límites como adultos lo harán desde el convencimiento porque ya los han sobrepasado.
«Seguimos pensando en que son nuestros niños y que tienen que obedecer las reglas de la casa. Es verdad que tienen derechos y deberes. También deben ser reconocidos. No somos sus colegas, sino sus padres, pero para convivir, la imposición no funciona»
Se comportan como adolescentes porque son adolescentes, cuentas. Los adultos debemos respetar su ritmo, apoyándoles emocionalmente. Cuanto más pensamos que nos odian, es cuanto más debemos estar ahí. ¡Qué difícil este equilibrio!
Dificilísimo porque los padres tenemos nuestro corazón, nuestras emociones. Pero tenemos que hacerlo porque cuanto más nos rechazan es cuando más solos se van a sentir. Y lo peor de la adolescencia es sentirse solo porque entonces, o se apoyan en otros adolescentes, por lo que perderemos influencia sobre ellos, o se quedan solos y les abordará la tristeza o la depresión. Y este último es el peor escenario. Así que, cuanto más nos rechacen, más cerca debemos estar de ellos. Pero cuando hablo de estar cerca, no me refiero a físicamente sino emocionalmente, sin agobiarles, que ellos sepan que estamos por ahí. No tenemos que acercarnos a ellos entrando en su habitación, por ejemplo, porque han descubierto su intimidad y son muy celosos de su espacio.
¿Qué hace que un adolescente se estrese? Muchos padres lamentan o se quejan de que al final acaban confrontando con él.
Durante la adolescencia, el nivel basal de estrés aumenta. Es superior al de los adultos y niños. Este aumento de estrés tiene una explicación biológica y es que nuestro cuerpo se prepara por si debemos huir de una posible amenaza. Como ellos están viviendo sus primeras experiencias, este mecanismo lo tienen activo ante posibles amenazas. A su vez , el estrés dificulta las funciones reflexivas del cerebro . Por tanto, si están enfadados y encima los adultos estamos intentando que reflexionen sobre una cuestión, es darnos cabezazos contra la pared. Su cerebro no puede funcionar porque biológicamente no puede. Entonces, como vemos que no nos hacen caso, que no reflexionan sobre lo que ha ocurrido, aumentamos su estrés porque ven que nos enfadamos con ellos. ¿El resultado? Nos ven como una amenaza.
«Cuanto más nos rechazan es cuando más solos se van a sentir. Y lo peor de la adolescencia es sentirse solo porque entonces, o se apoyan en otros adolescentes, por lo que perderemos influencia sobre ellos, o se quedan solos y les abordará la tristeza o la depresión. Y este último es el peor escenario»
Por tanto, cuando nos echan de su habitación de malas maneras, te contestan mal... Lo mejor es hacer como que no lo has oído y dejar que pase el rato para que su nivel de estrés baje . Ellos saben lo que han hecho pero, así, empezarán a reflexionar. Y cuando veamos que el estrés ha bajado, con nuestro cariño y amor, que a veces cuesta, toca decirles: 'Oye, ¿por qué me has dicho eso antes?'. Se gana mucho cuando se entra en esta dinámica. Y ellos lo saben y además aprenden también a cómo decirte cosas que, saben, que no te van a gustar, con las que su padre o su madre no va a estar de acuerdo, pero las dicen. Así, la dinámica en la familia mejora, se aumenta la confianza y, por tanto, la influencia que podemos tener en ellos.
Olvidamos que fuimos adolescentes. Olvidamos incluso que quizás fuimos peores que nuestros propios hijos. ¿Son peores ellos que sus padres?
Fuimos iguales. Los padres también aplicamos nuestra rebeldía adolescente en su momento aunque el contexto era otro y eso es lo que nos hace diferentes. Cuando yo era adolescente, hace 40 años, el contexto era otro: la educación, la relación con padres, la tecnología... ¡Tuve mi primer ordenador al terminar mis estudios universitarios! Hay muchos aspectos que son diferentes y eso dificulta que les entendamos. Pero la rebeldía es la misma y las dudas existenciales también . Nosotros hemos contestado a nuestros padres de forma inadecuada y hemos llegado tarde a casa. ¿Por qué no lo recordamos? Por la forma en que se construye nuestra memoria biográfica : es secuencial. Siempre hace que reinterpretemos nuestro pasado en función del presente . Y olvidamos. Parece que en la adolescencia solo hicimos aquello que hoy, de adultos, hemos cosechado y recogido como frutos. Pero no es verdad.