Las frases que debes evitar decir a tu hijo
Se trata de expresiones muy manidas con las que no se consigue el efecto deseado y que pueden cambiarse por frases en sentido positivo
«¡Habla, por favor! ¿Qué te pasa?», «¡Pero deja de llorar!», «Yo, a tu edad…», «¡Eres realmente insoportable!», «¿Por qué no serás como tu hermano?», «¡Eres igual que tu padre! », «¿Es que no sabes hacer nada bien?»... En un día cualquiera, los padres a veces dicen a sus hijos pequeñas frases aparentemente anodinas que no contribuyen a que se produzca el cambio hacia el comportamiento deseado y que, al contrario, tienen un impacto potencial negativo a largo plazo.
Aprender a expresar las cosas de forma positiva ayuda a que el niño adopte el comportamiento que queremos con más facilidad. Es una técnica muy sencilla, pero que da buenos resultados. Por ejemplo, en vez de decir «¡No corras!», «¡No grites!» o «¡No te subas a la silla!», es mucho más conveniente decir «Ve más despacio», «Habla más bajito», y «Siéntate, por favor, prefiero que te estés quieto».
Así lo asegura Natacha Deery , psicóloga clínica y autora de «Esas frases que debes evitar decir a tu hijo» , para quien la psicología del desarrollo infantil y sus contribuciones en el ámbito de la gestión y de la regulación de las emociones, de la autoestima, del apego, etc., que no eran tan accesibles a los padres de generaciones anteriores, «ha permitido comprender mejor ciertos mecanismos».
¿Son conscientes los padres de que este tipo de frases aparentemente inofensivas no lo son en realidad?
No, en la mayoría de los casos no son conscientes. Son los trabajos en comunicación positiva en otros contextos (con la pareja, en el trabajo..), los que han fomentado poco a poco las reflexiones sobre la comunicación entre padres e hijos. Una de las cuestiones clave es también la del nivel de desarrollo cognitivo y afectivo del niño. En mi libro les presento a los padres diferentes posibilidades para formular sus frases según el nivel de su hijo, frases que, además, ayudan al niño a comprender mejor sus emociones y a identificar las situaciones que las detonan con el proósito de poder desarrollar progresivamente su inteligencia emocional. El objetivo va más allá del simple cambio o regulación del comportamiento y contribuye a proporcionarle herramientas al niño para el futuro.
La idea es cambiar la forma de decir las cosas con reformulaciones para transformar las prohibiciones en enunciados positivos. Si metes a tu hijo en cintura en términos positivos, te evitarás muchos comportamientos contrarios que pueden acabar desgastándote. Con un poco de práctica acabará saliendo de forma natural. No se trata de renunciar a tu autoridad, sino todo lo contrario: se trata de aprender una técnica con la que tendrás más oportunidades de conseguir el comportamiento anhelado.
¿Por qué repetimos esas frases tan a menudo entonces?
Los padres repiten lo que escucharon ellos mismos cuando eran pequeños, ya que no necesariamente han sido capaces de identificar el impacto negativo de ese tipo de frases. Parecen surgir de una especie de fondo colectivo de frases parentales que sucesivas generaciones se apropian y vuelven a difundir.
¿Cómo evitarlas, si es lo que queremos decir?
¡Aprendiendo sencillas técnicas de comunicación positiva se obtienen resultados mucho mejores! Es una manera mucho más eficaz de alcanzar el objetivo (modificación del comportamiento del niño, calma, desarrollo de la autoestima, etc.), teniendo como recurso formulaciones adaptadas al nivel del niño contribuimos al desarrollo de su inteligencia emocional y aportamos más serenidad en las relaciones familiares entre padres e hijos y entre hermanos.
¿Es complicado aprender a expresarse de una manera positiva?
No, basta con identificar ciertas frases de potencial negativo, de comprender por qué las utilizamos, y de sustituir después esas frases heredadas por otras que permitan tener mejores resultados y un impacto global positivo.
¿Y por qué es tan difícil no propunciar ese tipo de expresiones?
Porque a menudo vamos con el piloto automático, sobre todo en las situaciones de estrés o de conflicto. Tomar conciencia de estos mecanismos, entendiendo su alcance y aprendiendo métodos más constructivos es beneficioso para los padres también.
Son métodos empleados en las empresas o en situaciones de resolución de conflictos, que en general producen resultados constructivos. Estos sistemas, resituados en el contexto familiar, dan sus frutos. El objetivo del libro es justamente el permitir a los padres encontrar consejos fáciles de poner en práctica.
No se trata en ningún caso de acusar a los padres de nada. ¡Todos cometemos errores! Ser padre también es un aprendizaje. Lo que estas disciplinas proponen es aprender técnicas sencillas, que pueden ayudar y guiar a los padres al tiempo que les permiten gestionar mejor las inevitables situaciones de tensión o de conflicto con sus hijos pequeños, con los medios apropiados, que el niño puede comprender, lo que sin duda les ahorrará muchas fatigas.
Noticias relacionadas