Familia

«Mis cuatro hijos me han dado la fuerza para sacar un sobresaliente»

Karen, de 25 años, fue desalojada de su piso. En su odisea ha logrado el título de la ESO

Laura Peraita

Karen Miñán sabe muy bien lo que significa que la vida de un vuelco de 180 grados. En 2014, esta joven española de origen ecuatoriano se sentía felizmente casada y dedicada al cuidado de sus hijos de ocho, dos y un año y a la espera de su siguiente bebé . Sin embargo, en octubre de ese mismo año, su marido ingresó en prisión por no poder pagar una multa de 2.500 euros. «Tuvo que dejar su trabajo de repartidor de publicidad y los ingresos dejaron de entrar en casa. Me vi obligada a pedir ayuda a los Servicios Sociales para pagar el alquiler de la casa (en Tetuán, Madrid) y evitar el desahucio . Ellos se hicieron cargo del pago de 630 euros que debíamos y arreglamos todos los papeles justo un viernes con el objetivo de paralizar el juicio que tendría lugar el lunes siguiente».

Pero no fue así. El juicio se llevó a cabo y se decretó el desalojo. La notificación le llegó a casa el 11 de mayo, justo cuando ella estaba en el hospital dando a luz a su cuarta hija , Esther. Un mes después, el 11 de junio tuvo que abandonar su casa para siempre.

Se marchó con su madre. «Éramos cinco personas y teníamos muy poco espacio». Esta joven recuerda que la Fundación Madrina se interesó mucho por su caso y localizaron una vivienda para que acudiera con sus pequeños. «Sin ellos no sé que hubiera hecho porque me sentía muy sola y sin soluciones a la vista».

Madrugones a las seis de la mañana

Antes de que llegaran los problemas a la vida de esta joven, Karen estaba estudiando para sacarse el título de la ESO . «Con todo el jaleo no me pude presentar a los terceros y cuartos exámenes. Me sentí muy triste porque mi gran ilusión era aprobar la Educación Secundaria, estudios que me vi obligada a abandonar con 15 años, al quedarme embarazada de mi primer hijo».

A pesar de tener a sus hijos tan pequeños y una gran incertidumbre en su vida, Karen apostó por seguir los consejos de los profesionales del Centro de Formación de la Fundación Madrina y cogió de nuevo los libros para hacer los exámenes en septiembr e.

Durante dos meses se levantó a las seis de la mañana para estudiar naturales, sociales, matemáticas, lengua, inglés... «Como mi piso estaba lejos del centro de formación, el personal de la Fundación Madrina me recogía en casa con un coche grande, montábamos a todos los niños y nos llevaba hasta allí. Mientras los pequeños se quedaban en la guardería jugando , yo aprovechaba a seguir estudiando. A las ocho de la tarde volvíamos a casa. Otra hora de trayecto. Fue agotador, sobre todo por pasar tantas noches en urgencias porque los niños se ponían malitos».

Y llegaron los exámenes

Y llegó septiembre. Y los exámenes. «Aprobé todo –asegura aún con gran emoción– e, incluso con sobresaliente. Me he dado cuenta de que aunque la vida te lo ponga difícil, hay que luchar por las metas. La mía era tener el título para optar a un trabajo y dar de comer a mis hijos y no volver a pasar por la pesadilla de quedarnos en la calle y sentir que todo el mundo te da la espalda. Tener hijos no es una excusa para no estudiar. Al contrario, ellos son los que me han dado fuerzas, porque eran la razón de mi esfuerzo».

Su marido cumplió su pena en la cárcel y actualmente está de nuevo trabajando en la misma empresa como repartidor. Con su sueldo pueden pagar el alquiler de una casa en Vallecas. «Ahora mi sueño es encontrar un buen trabajo y estudiar más para ser bióloga».

«Mis cuatro hijos me han dado la fuerza para sacar un sobresaliente»

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