Coronavirus
Los adolescentes de 15 años como Lucía, desesperados por ver a sus iguales
El cansancio del confinamiento va haciendo mella también en los 1,4 millones de adolescentes que tienen entre 15 y 17 años que hay en nuestro país

«Entiendo perfectamente las razones por las que no debo salir a la calle, pero ya empiezo a necesitarlo», se queja Lucía Jiménez, estudiante de tercero de la ESO. «Echo muchísimo de menos a mis amigos. Ya no me vale hacer videoconferencias con ellos. Me estoy volviendo un poco loca, la verdad», reconoce esta adolescente gallega, de 15 años. Según pasan los días, el cansancio del confinamiento va haciendo mella también en los 1,4 millones de adolescentes que tienen entre 15 y 17 años que hay en nuestro país , que se sienten excluidos del anuncio hecho el martes por el Gobierno . «Aunque por edad y madurez podrían salir, hay un matiz aquí: lo que están deseando es hacerlo solos para airearse y sobre todo, juntarse con sus iguales , no precisamente acompañados o supervisados de sus padres», aclara Eulalia Alemany, pedagoga y directora técnica de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD).
«En efecto -corrobora Rocío García Torres, psicóloga del equipo de profesionales contratados por el Ministerio de Sanidad para dar atención a los afectados por el Covid-19- esta situación ha coincidido con que están empezando a ser adultos». «Están precisamente en ese proceso de ganar independencia y claro, esto también tiene dos caras: por una parte es frustrante porque justo cuando han empezado a disfrutar de esos privilegios de "mayores", de poder pasar tiempos alejados de sus padres, de poder ensayar esta libertad, todo se ha visto interrumpido. No pueden disfrutar de ese privilegio de ser mayores y, a la vez, son lo suficientemente mayores como para aprender a retrasar sus gratificaciones».
A su vez resulta muy importante, añade García Torres, también profesora de la Universidad Villanueva, «que entiendan que están empezando a ser adultos para todo, no solo para lo bueno. Es decir, no solo para disfrutar de llegar más tarde, de tener teléfono, de decidir qué ven en la tele, qué hacen hasta que se acuestan, con quién hablan, qué redes sociales utilizan… Es importante que desde ese ensayo de libertad y de esa ganancia de autonomía puedan ver todo esto como algo más grande: que no son los padres los que les prohiben salir de casa, sino que hay una responsabilidad social de todos de la que ya forman parte como adultos».
Agotando sus depósitos de resilencia
La verdad es que este grupo de población, reconoce el responsable del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leon or y director de PsiKids , Javier Quintero, «se está comportando con una madurez digna de mención pero, aunque con una buena capacidad de comprensión de lo que está ocurriendo, están agotando sus depósitos de resilencia y comienzan a sentirse más irritables. El confinamiento les está llevando además a un uso excesivo, casi compulsivo de las pantallas como mecanismo de contacto con el exterior, pero también de evasión a su realidad entre cuatro paredes. Para más adelante dejaremos la preocupación sobre las consecuencias en el medio plazo de estos hábitos tan poco saludables».
Se trata, concluye Quintero, «de un análisis nada sencillo, cuando, quien y como puede ir saliendo a la calle. Y eso que no hemos mencionado la variable COVID positivo o negativo que debería significar un aspecto clave en las decisiones a tomar, incluso mas relevante que la edad. En fin, se hace necesario un plan general de desconfinamiento, sobre el cual poder priorizar e integrar las necesidades y peculiaridades de grupos concretos y no tanto enfrascarnos en debates ruidosos que llevan a la búsqueda de soluciones parciales».
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