Chalecos amarillos: la tabla de salvación de familias Covid

Un equipo de enfermeras ha trabajado a destajo en el Hospital Universitario Gregorio Marañón para hacer de puente entre pacientes y familiares. «La información era nuestra herramienta más valiosa». aseguran

El equipo de enfermeras reconoce que ha sido un trabajo con mucha carga emocional
Laura Peraita

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Mercedes Cid es enfermera del Instituto Oftalmológico del Hospital Universitario Gregorio Marañon. En pleno auge del Covid-19 dejó su puesto para trasladarse al edificio central de este hospital. Allí se convirtió en un punto de conexión esencial entre pacientes ingresados y familiares de enfermos. «Bajo la identificación de un chaleco amarillo, un equipo de enfermeras formamos parte del "Grupo de Apoyo a las Familias" para enfrentarnos a la difícil tarea de atender cientos de llamadas cada día de personas que se interesaban con gran angusta por saber dónde estaba su padre, madre –a veces incluso los dos–, abuelos, hermanos... Nos decían: “se lo llevaron en una ambulancia y no sabemos ni cómo está ni dónde” . Los inicios de la pandemia fueron muy duros por lo caótico de la situación», confiesa hoy aun con cierta emoción.

Los chalecos amarillos les han identificado para que los pacientes pudieran dirigirse a ellas

En aquellos momentos, explica que todavía se permitía la visita de familiares durante diez minutos y ellas fueron las encargadas de ayudarles a vestirse para mantener todas las medidas de seguridad y evitar contagios. «A veces nos transmitían todos sus miedos; otras veces, su silencio les retrataba» , recuerda.

Poco después, las visitas quedaron totalmente prohibidas y los teléfonos habilitados en el hospital volvieron a sonar sin descanso. Reconoce que había mucho nerviosismo y que atendían al teléfono a numerosas personas mayores con dificultad para expresarse o concretar lo que había pasado o quién era su familiar para localizarle correctamente.

«¡Al menos ya sé que está viva!»

«Una de las llamadas que más me marcó fue la de una mujer joven desesperada porque su madre entró en el hospital un jueves y era lunes y no sabía nada de ella. La localicé y le dije que estaba estable. Me llamó la atención su suspiro en su respuesta: "¡al menos ya sé que está viva!". Hay que entender a los familiares porque lo han pasado realmente mal. La incertidumbre es muy mala compañera », confiesa.

Mercedes Cid y el resto de personal de este aquipo puente entre pacientes y familiares también se encargaron de recoger enseres como peines, cepillos de dientes, libros o hasta ordenadores que los pacientes pedían a sus familias para que se los entregaran. «Lo más increíble es que se habilitó un correo electrónico y allí llegan cartas, dibujos, poemas, dedicatorias tanto de familiares como de personas anónimas. Cartas alucinantes de niños de corta edad que transmiten una gran sensibilidad y fortaleza a los pacientes. También han sido muy emocionantes las entregas de donaciones por parte de empresas que nos enviában móviles para los pacientes, tabletas para hacer videollamadas, flores, periódicos, revistas...».

Las llamadas de familiares de pacientes han sido conatntes

Un antes y un después

Todos los chalecos amarillos han cumplido una función que, aun no siendo médica, ha aportado un gran apoyo emocional entre enfermos y familiares. «Estar al lado de los pacientes y poder tocarles, no solo para ponerles una vía, sino para transmitirles fuerza y ánimo es muy importantes en momentos de tanta soledad y desconocimiento. Ha sido una experiencia muy dura, pero me siento muy orgullosa de haber podido formar parte de ella y haber aportado mi granito de arroz».

Reconoce que ahora la situación está más tranquila, pero ante el cese del estado de alarma y de las vacaciones, pide a toda la población «que sea muy responsable, que utilicen las mascarillas y tengan las medidas de higiene muy presentes para que no se vuelva a una situación como la que hemos vivido nunca más. Mucho sentido común, por favor», insiste.

Guiomar Sánchez , coordinadora de enfermería en Atencion al paciente y de la Unidad de Información de Urgencias de este mismo hospital, ha sido la encargada de que el equipo de «chalecos amarillos» respondiera a las demandas que iban surgiendo entre las necesidades de pacientes y familias. Asegura que en un principio habilitaron cuantro líneas telefónicas con salida a la calle y tres en el servicio de Urgencias. «Atendíamos 200 llamadas cada día y en Urgencias 150».

Un antes y un después

«Lo más valioso que teníamos en todo momento era la información. Las familias era lo único que necesitaban ante la imposibilidad de estar junto a sus seres queridos. Hemos servido de nexo entre facultativos, que nos daban la información médica, enfermeras, enfermos y familias. Nuestro trabajo ha sido muy emocional por la intensidad del volumen de contacto con personas angustiadas y por la intensidad de las conversaciones».

Después de todo lo vivido en el punto álgido de la pandemia, «el personal de enfermería hemos vivido un antes y un después . Ahora miramos al paciente de otra manera porque la parte emocional y lo que hemos pasado lo tenermos grabado a fuego en nuestra memoria», concluye Guiomar Sánchez.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación