PADRES E HIJOS
«Carta a mi hija... que me odia por no ser vegana»
Esta es la durísima misiva que una madre envió recientemente a un diario británico
¿Puede un tipo de alimentación convertirse en una fuente de graves problemas familiares? Parece que sí, a tenor de la durísima misiva que una madre envió recientemente al diario británico The Guardian bajo el título de: «Carta a mi hija, que me odia por no ser vegana».
Esta mujer empieza así: «Cuando me dijiste que habías decidido ser vegana, me preocupé, pero eras mayor de 18 años, y esa era tu opción». Es más, esta madre respetó de tal forma la decisión de su hija de dejar de comer alimentos de origen animal que incluso se preocupó por adaptar el menú e incluir suplementos para que no faltara de nada en su dieta .
«Me dijiste que tus razones eran la protección del medio ambiente y acabar con el sufrimiento animal. Muy justo», explica, mientras recuerda cómo cocinaba para ella sopas veganas y compraba chocolate vegano, o cómo cuando la chica se fue de casa para entrar en la universidad se aseguró de que llevaba bastante comida congelada.
«Pero esto no ha sido suficiente. Como has explicado muchas veces, para ti, el veganismo no solo consiste en lo que se come; es un estilo de vida. Has visto todos los documentales sobre el tema, leído un montón de informaciones en internet y, lo que era una opción se ha convertido en un dogma que no tolera ninguna opinión contraria». «Básicamente -añade esta mujer- no puedes respetar a nadie que no sea vegano, y eso me incluye a mí».
Pese a que reconoce compartir algunos de los argumentos de su hija, y haber hecho algunos cambios en su dieta , explica que a su edad, se niega a renunciar a ciertas cosas y convertirse en vegana por ella. «Estoy harta de explicarte mis argumentos, porque siempre acabamos discutiendo», apunta.
«Para mi -concluye esta madre- hay una enorme contradicción en todo esto. Te he criado como una mujer fuerte, poderosa, y compasiva. Esperaba que fueras apasionada en tus creencias. Te he enseñado que la tolerancia es vital, y que no se pueden cruzar ciertas líneas rojas, igual que ciertos comportamientos no se deben tolerar. Así que, en parte, puedo entender tu actitud»,
«Pero también te puedo decir lo duro que es vivir sabiendo que tu propia hija se averguenza de ti , cuando en realidad es tan importante sentir que merezco tu aprecio y tu respeto». «Espero - termina- que el tiempo y la madurez te den más conciencia. Aunque tengo miedo de que, mientras pasan los años, tu actitud hacia mi persista. Y entonces tendré que aprender a vivir con ello».
Noticias relacionadas