Diálogos de Familia

Ansioso, llorón, intenso, cabezota... Así debes actuar si tienes un hijo de alta demanda

Video entrevista con la psicóloga infantil Úrsula Perona, autora de Hijos de Alta Demanda

Carlota Fominaya

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Hoy, en Diálogos de Familia, contamos con la presencia de la psicóloga infantil Úrsula Perona, autora del libro Hijos de Alta Demanda (Toromítico) . Esta experta, madre de tres niños, entre ellos una pequeña con estas características, escribió el libro con la intención de ayudar a otros padres que se encuentran en esta tesitura a entender a su hijo.

Intensos, llorones, cabezotas... Muchos padres pensarán que tienen hijos de alta demanda pero, ¿cómo son realmente estos pequeños?

Son niños muy intensos con respecto a sus emociones, tanto a la hora de vivirlas, como a la hora de mostrarlas, y que presentan también una demanda constante de atención. Es un niño que no se separa de los padres, o de las figuras de apego, que está todo el rato diciendo mamá, mil veces al día… Necesita atención constante. Luego son niños muy movidos por lo general, que eso hace que se puedan confundir con niños con hiperactividad, hay un exceso de movimiento, de energía, nunca se les acaban las pilas. De la mano de todos estos rasgos, aparecen algunas dificultades de comportamiento: como grandes rabietas, un temperamento muy fuerte, porque estos niños tienen la característica de tener altas necesidades y la contundencia necesaria para expresarlas y defenderlas con lo cual, es una crianza compleja.

Has nombrado la hiperactividad. ¿Cuál es el matiz que diferencia quizás, un niño de alta demanda de un niño con TDAH, trastorno por déficit de atención e hiperactividad?

A menudo es una duda que se plantea en los padres: ¿Mi niño es TDAH o alta demanda? En el déficit de atención hay otras características, o rasgos que no aparecen en la alta demanda como, por ejemplo, los déficits de atención y concentración, las dificultades para centrarse en una tarea, para la concentración, son niños que a menudo parecen ensimismados o en las nubes, y otro rasgo importante de esa triada de rasgos con TDAH sería la impulsividad, niños muy impulsivos, que no han pensado en algo y ya lo han hecho... A partir de los 6, 7 años, porque antes no se puede diagnosticar un TDAH, si tenemos dudas lo mejor es contratar a un profesional para hacer ese descarte y quedarnos tranquilos. Pero por lo general. al margen del exceso de movimiento y la hiperquinesia, el resto de síntomas no coinciden.

Entonces un niño de alta demanda, ¿podemos decir que es una patología o simplemente es un niño que te toca, que nace así, que lo has criado de una manera diferente? ¿Por qué tienes un hijo de alta demanda, y otro que no lo es?

La alta demanda es un término descriptivo, hace referencia a una serie de rasgos de personalidad, y está relacionado con el temperamento del niño. No es una patología, no es ningún trastorno… simplemente describe a las personas de temperamento fuerte o difícil sería el término de psicología correcto. ¿Qué quiere decir el temperamento? El temperamento es la parte de personalidad que viene determinada genéticamente. Me has preguntado, ¿nacen así? Pues sí, nacen así. Te toca.

Thomas y Chess describen una serie de rasgos del temperamento básicos: cómo gestionamos los cambios (bien o con dificultad), el nivel de actividad, el estado o la tendencia emocional… Todos estos son rasgos de personalidad básicos y nacemos con ello. Y es cierto que se modelan con el ambiente pero ya de serie venimos con una serie de características de personalidad que nos van a definir.

Socialmente se considera a estos niños como maleducados. Esto cómo podemos hacer para que nuestro entorno entienda que es un niño un pelín más complicado pero perfectamente normal.

Claro. A menudo los padres de niños de alta demanda sufren etiquetas ellos mismos: «Es que lo consientes demasiado»; «lo mimas»; «eso es porque no lo has educado bien»; «no has sabido ponerle límites»… Y los propios niños también son etiquetados como malcriados, consentidos, mimados... Injustamente, porque es una cuestión del temperamento. Y en la educación o la crianza muchas veces tendemos a la uniformidad. Queremos que todos los niños sean iguales, se comporten igual, lleguen a los mismos hitos en los mismos momentos del desarrollo y eso no es real. La personalidad, la variabilidad que existe entre las personas, es maravillosa y es precisamente lo que nos hace especiales y auténticos. Y no solo en los adultos, también en los niños. Y hay menores, como los de alta demanda, que tienen unas necesidades (de hecho se llaman niños de altas necesidades) de apego, de atención, de guía, que son mucho mayores que las del resto.

Pedro García Aguado lo explicaba así en una conferencia: hay niños que son muy fáciles. Son como una pelota, los vas empujando y van rodando. Y hay niños cuadrados, como un cubo, que por más que lo quieras hacer rodar, no rueda. Y eso es una realidad.

No se trata de etiquetar, de colgar un sambenito, se trata de entender. ¿Qué necesidades tiene mi hijo? y ¿cómo le puedo ayudar yo en su desarrollo? ¿Cómo puedo hacer una crianza más fácil para él y para mi? y trabajar en dos líneas. Una, cubriendo esas necesidades que ahora tiene. Por ejemplo, si tiene necesidad de colecho, es decir, de dormir con nosotros, de que estemos todo el rato con él, es una necesidad. Toda demanda de atención de un niño es una demanda de amor. Y si piden algo es porque lo necesitan. Pero a la vez, tenemos que mirar un poco más allá e ir educando no solo para hoy, sino para hoy y para mañana. Tenemos que ir favoreciendo esa autonomía, esa independencia, para que pueda ir despegándose de mí. No quiero generar un niño ansioso, pero tengo que trabajar a dos niveles: en el ahora y en el medio y largo plazo.

Pero en la convivencia familiar, del día a día, qué pautas ofreces en el libro que puedan ayudar a estos padres a reducir esa intensidad, tanto del niño como del ambiente familiar?

Es una crianza muy agotadora, eso solo lo saben los padres que tienen hijos de alta demanda. Llevan un nivel de exigencia, de agotamiento físico, mental... Es una carga mental muy fuerte. Una paciente me decía: es que mi hija es como una pequeña vampira, me chupa las emociones, la vitalidad… y es así, es extenuante. La solución es decir: lo acepto y me adapto a esa realidad.

Es decir que son los padres los que tienen que cambiar.

Siempre somos los padres. Al niño lo estamos educando, lo estamos criando, es un proceso largo, pero aquí los que tenemos que adaptarnos a ello somos los adultos. Nosotros tenemos que ser un padre o una madre diferente según las necesidades de cada uno de mis hijos. Esa idea de «yo voy a educar de esta manera», pues te puede funcionar con uno pero a lo mejor con el otro no. Y esa capacidad de ser flexible, de reinventarse, de reducir las expectativas, de priorizar, realmente ahora qué es lo más importante para mi hijo? Puede ser una ayuda muy grande. y sobre todo, sacudirse la culpa. La culpa es la emoción más destructiva en la crianza, porque solo nos sirve para generarnos emociones negativas, y quitarnos ese poder que necesitamos, esa seguridad para poder educar.

Usted recomienda bajar las expectativas pero, ¿cómo podemos ayudarles allí donde más lo necesitan? En el libro hablas de que son niños que comen mal, duermen mal, socializan peor… ¿Qué hacemos a nivel práctico?

El sueño es algo de lo que más preocupa cuando tenemos hijos de alta demanda a los que por lo general les cuesta dormirse solos, necesitan que estemos con ellos, a veces están llorando durante horas hasta que consiguen dormirse… El sueño es un tema que nos afecta mucho en el día a día. ¿Qué puede servirnos? Puede servirnos el colecho. A lo mejor este niño tenemos que dormir en la cama con él, y no pasa nada, cuando tenga 15 años ya no va a dormir con nosotros. En los primeros meses hay que tener sobre todo una crianza consciente. Somos mamíferos y necesitamos el contacto de la piel. Todos los experimentos que se han hecho demuestran que los mamíferos superiores prefieren el contacto físico antes que el alimento. Imagínate si es importante.

A un niño de estos les puede servir mucho un abrazo.

Claro, una herramienta tan fácil. O el porteo cuando son bebés, el colecho… tenerlos en el abrazo, mil horas, cuando ya no puedes más, delegas. Esto es muy importante también, aprender a delegar. No podemos hacerlo solos, no podemos criar solos. y en nuestra sociedad desgraciadamente estamos criando solos. Tenemos a nuestros padres lejos, o los otros abuelitos que aún trabajan. Estamos criando en soledad y así no se puede criar.

Y explicando a la familia cercana en qué consiste un niño de este tipo.

Aquí hay una cosa importante. Cuando una persona está segura, no le impactan las críticas de los demás. Entonces no es tanto convencer al otro de nada, sino convencerte tú, estar tú. sentirte tú seguro, ser coherente… El otro día me decía una paciente: es que no quiero escolarizar a mi hijo aún y me están presionando en la familia. «Porque es que ya, fíjate, es que el niño tiene dos años y medio, el niño tiene que socializar… No lo estás haciendo bien, lo estás enmadrando…». Esas críticas no te están haciendo bien. ¿Hay alguna evidencia científica que nos diga que los niños tienen que estar escolarizados a los dos años? No. Lo hemos hecho, yo la primera, porque necesitamos trabajar, conciliar, y bien. Pero si una madre considera que quiere estar en su casa criando a su hijo, es maravilloso. Si ella está segura de esa decisión, podrá manejar esas críticas, que no son ni siquiera críticas, son consejos bien intencionados, opiniones... Ese paraguas que nos tenemos que poner los padres, donde nos lluevan las críticas, que no nos mojen.

Si unos padres intuyen que tienen un hijo de alta demanda, qué deben hacer, ¿acudir a un psicólogo? ¿Hacer una batería de pruebas? ¿A dónde tienen que acudir?

Como decía, no es una patología por tanto no hay pruebas para hacer un diagnóstico . Simplemente el padre y la madre identifican estos rasgos de temperamento, como decíamos, que están relacionados con su personalidad, y una vez identificados, creo que lo más importante es formarse un poco, nos formamos para todo en la vida. Nos formamos hasta para maquillarnos, nos ponemos vídeos tutoriales y no nos vamos a formar para educar a un hijo? No somos maestros no somos pedagogos, no somos psicólogos, nacemos, nacemos desnudos de información para criar. Entonces, vamos a formarnos. Hoy en día tenemos más acceso a la información que nunca, es muy fácil llegar a través de libros, de tutoriales, y si es necesario, consultar con un profesional. Sobre todo para eso, para tener cierta claridad a la hora de educar.

Por último, ¿cómo es un niño de alta demanda de mayor? ¿Es un adulto con las mismas características pero adecuadas a la edad?

Esto es algo que preocupa. Cuando haces una búsqueda en internet de niños de alta demanda, aparecen las noticias relacionadas, y es muy gracioso porque encuentras: «Por favor, ¿esto cuándo se acaba, cuándo termina? ¿cuándo cambian? Mi hijo es muy pesado…». Van evolucionando y cambiando mucho con la edad. Al final todo esto está relacionado también con el nivel de maduración del cerebro. Este órgano termina de madurar a los 20 o 21 años pero la alta demanda termina antes. Es decir, con los años el niño va mejorando mucho, se va haciendo más independiente, se va separando con más facilidad de los padres y conforme se va consolidando ese apego seguro el niño ya no es tan dependiente. A los cuatro o cinco años por ejemplo hay un grandísimo cambio. ¿Cómo son de mayores? Pues esos rasgos de personalidad, que nos pueden complicar un poco la crianza en la infancia, luego son rasgos maravillosos y que todos valoramos muy positivamente. Por ejemplo la perseverancia. Un niño cabezudo, testarudo, que quiere una cosa… Pero en un adulto la perseverancia suele ser una cualidad positiva que nos ayuda a lograr nuestros objetivos, a perseguir nuestras metas, a ser apasionados. La necesidad de afecto y apego constante, es bueno ser una persona extrovertida, comunicativa, empática, son rasgos muy bonitos… Son cualidades que son maravillosas, pero es verdad que cuando son muy pequeñitos, exigen mucho de nosotros.

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