Los adultos deben transmitir serenidad para quitar el miedo a sus hijos cuando salgan el domingo a la calle

Según Gloria Bellido, psicóloga Clínica de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR), hay que explicar a los niños que «las precauciones son para proteger y cuidar de los demás, no tanto porque ellos estén en riesgo»

Laura Peraita

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Gloria Bellido Zanín, psicóloga Clínica de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR), asegura que los niños han entendido muy bien en general la situación en la que nos encontramos. Los padres ya se han encargado de explicarles qué es el coronavirus y las razones que nos han hecho estar confinados, por lo que ahora será más sencillo que comprendan que ya se puede empezar a salir. «Tenemos que hacer hincapié en que esas precauciones son, sobre todo, para proteger y cuidar de los demás, no tanto porque ellos estén en riesgo», advierte.

En su opinión, en niños más pequeños habrá que extremar la precaución ya que, «aunque pueden entender lo que les expliquemos, les puede ser más difícil controlar su conducta y entonces será importante el papel del adulto para supervisarlos y protegerlos. Se deben evitar situaciones que les puedan hacer difícil contenerse; por ejemplo, es mejor no pasar por delante de un parque en el paseo si sabemos que van a querer quedarse a jugar y no van a poder».

¿Y si tiene miedo y no quiere salir? ¿Qué hacer?

Esta puede ser una situación habitual. En las consultas de salud mental muchos padres nos han comentado que los niños se han acostumbrado bien a la situación de no salir e, incluso, expresan su miedo a hacerlo.

Es muy importante entender y normalizar estas emociones en los hijos, explicarle bien la situación y mantener y transmitirles calma. Si el adulto se muestra seguro y confiado, al niño también le será más fácil confiar.

Si realmente les cuesta mucho trabajo salir, es importante animarle, pero sin presionar demasiado y pactar con él pequeños pasos para superar su miedo poco a poco, transmitiendo confianza en que pueda hacerlo.

¿De qué manera puede afectarle esta nueva realidad que rompe sus esquemas de salir a la calle?

Actualmente hay pocos estudios científicos sobre cómo la situación de pandemia y confinamiento pueden influir a la infancia y adolescencia pero, en general, las situaciones estresantes pueden afectarles de diversas maneras: causar síntomas anímicos como irritabilidad, nerviosismo, apatía, miedos… y afectar a funciones básicas como el sueño o la alimentación, así como a su capacidad de concentración.

En general, los niños han demostrado mucha capacidad de adaptación a esta situación y tenemos que confiar en sus recursos naturales de afrontamiento. Estos síntomas normalmente tenderán a desaparecer una vez que se puedan adaptar a la situación. Para favorecerlo es importante saber que los adultos de su alrededor pueden ayudar mucho transmitiéndoles serenidad y confianza.

Si, aun así, los síntomas persisten durante mucho tiempo, causan mucho malestar en el niño o empiezan a afectar a su funcionamiento diario, sería recomendable consultar con su pediatra o médico de atención primaria para que pudiera valorar una derivación a salud mental.

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