FAMILIA
«Acogimos un bebé de 10 días y cuando nos despedimos, fue como perder un hijo»
Una familia de acogida malagueña cuenta su experiencia con la Asociación Infania
Marcos lleva en casa de Mónica y Jesús nueve meses, y todavía estará unos meses más, hasta que su adopción sea una realidad. El pasado 10 de diciembre cumplió 5 años, y sus padres de acogida le prepararon una celebración por todo lo alto. «Se lo merecía. Es un pequeño que trae muchos problemas... y que llegó a mi casa con el corazón roto, pero tiene un futuro. Queriendo, se puede. La familia que lo adopte se lleva un niño encantador, cariñoso...», cuenta Mónica. « Él inunda toda la casa con su alegría y saca la mejor versión de mí . Me llama "mamá linda", "mamá preciosa", "mamá guapa"... y por él hago cosas que con mi hijo mayor, de 22 años, nunca llegué a hacer», asegura Mónica. Esta pareja llegó a la acogida porque siempre les han gustado los niños. Ambos estuvieron de acuerdo a la hora de llamar a Infania. Hicieron los trámites, las entrevistas, rellenaron el perfil y acabaron por ofrecer su total disponibilidad a la Asociación Infania , especializada en acogimiento familiar .
Un relato sobre #acogimientofamiliar por una #familia adoptiva :) De @adopcionpuntode
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— Infania (@Asoc_Infania) December 21, 2015
Mónica reconoce que cuando se acaba el proceso lo pasa mal, pero que pone en la balanza «la alegría, la felicidad, lo que le aportan, y en otra su marcha, la tristeza, el vacío, y puede mil veces más lo primero» . «Tuvimos un bebé que llegó a casa con 10 días y cuando lo recogieron, fue como la pérdida de un hijo. Pero los padres que lo adoptaron quieren seguir teniendo contacto con nosotros, y eso es un consuelo muy grande», añade. Esta familia espera a recuperarse anímicamente para llamar a la Asociación, pero no suelen tardar mucho porque el acogimiento, explica Mónica, «crea un enganche, una adicción. Se les llega a querer como a un hijo propio». «Cuando superas la pérdida, necesitas otro» .
Marcos, por ejemplo, es el cuarto niño que convive con esta familia de Málaga, y con cada uno han vivido una experiencia diferente. «No nos importa que cambien totalmente nuestras vidas. Cuando son bebés, el giro es de 180º. Pasamos de acostarnos a la hora que queremos, a despertarnos cada tres horas a dar un biberón. Pero de pronto ese niño te sonríe y dices, ya está pagado». «Ojalá no hubiese niños de acogida», concluye Mónica.