«Veo a mi madre por la rendija de una ventana. Nos mandamos besos desde lo lejos»
Javier explica lo que supone no poder visitar a su madre de 83 años en la redidencia de mayores
Los martes, jueves y sábados son sagrados para Javier. O lo eran. Esos días acudía a ver a su madre en la residencia de mayores. Hoy las visitas no son posibles por el coronavirus. Sin embargo, confiesa emocionado, «el otro día pude verla a través de una rendija de una ventana. Me vio y nos sonreímos. Nos saludamos y mandamos besos con la mano desde lejos. Es una pena que no pueda estar a su lado, acariciarla, darle un abrazo o un beso», lamenta.
«¿Pero qué pasa?» fue lo primero que le preguntó por teléfono su madre, una mujer de 83 años con problemas de movilidad, pero con la cabeza perfecta. «Le pregunté si se acordaba de cuando hace años pasó lo del aceite de colza y que todos nos teníamos que cuidar mucho, y le expliqué que ahora era algo parecido porque hay un bicho que es contagioso y nos lo podemos contagiar».
A pesar de la tristeza lógica de no poder estar junto a su madre, Javier reconoce que tiene una gran tranquilidad porque en la residencia Rosa del Camino de Navalcarnero (Madrid) en la que reside está muy bien cuidada y disponen de profesionales muy atentos y hasta médico. «Ahora nos comunicamos por el skype que nos ha facilitado la residencia. Es una forma de vernos, aunque sea a través de una pantalla. Es verdad que ella dice que no me ve muy bien y que las conversaciones no son iguales . Pero algo es algo. Me cuenta que ahora la lavan mucho las manos y la bañan más».
Javier asegura que él tiene mascarilla y que, al principio, estaba dispuesto a ir a verla, pero que acepta y respeta las indicaciones de no entrar para no perjudicar a nadie. «Eso sí, le sigo comprando unas magdalenas y rosquillas que le gustan mucho para acompañar su café diario. Se las dejo en una bolsa con su nombre en la puerta de la residencia y el personal de allí se las hace llegar. Hay que amoldarse a la nueva situación».
Disponibles a todas horas
No obstante, Javier reconoce que la situación para los familiares que tienen mayores con demencia en la residencia y, por esta razón, no pueden ni hablar con ellos « deben ser momentos muy complicados . Menos mal que el personal está muy disponible y podemos llamarles a cualquier hora para que nos pongan al corriente de la situación de nuestros seres queridos», concluye.
Y es que, como Javier, hay cientos de miles de familias en toda España que no pueden ver a sus mayores ni estar a su lado. Es más, algunos viven situaciones límite porque la salud de sus seres queridos es tan delicada que quizá no tendrán ocasión ni de pasar sus últimas horas de vida con ellos ni despedirse como les hubiera gustado.
Según Alonso García de la Puente Rodríguez, psicólogo y director del Equipo Psicosocial de Hospital de Cuidados Laguna , es inevitable que ante este tipo de situaciones se sienta ansiedad y estrés. «En el caso de tener un familiar con demencia con el que no podemos estar, debemos intentar enfocar nuestro pensamiento en él y ser conscientes de que no tiene la necesidad de hablar debido a que su recuerdo le imposibilita acordarse de nosotros. Ellos no sufren».
Si el mayor puede comunicarse recomienda poner en valor recursos tecnológicos como Facetime, Skype… «Además, si siempre hemos tenido confianza en los profesionales que cuidan de él ahora la situación no es diferente. Hay que seguir confiando de manera más fehaciente porque son profesionales sanitarios formados y hoy, más que nunca, extreman las medidas de seguridad para evitar el contagio porque el objetivo es cuidarles ».
En los casos en los que la capacidad cognitiva del mayor lo permita estos profesionales les explican con claridad lo que ocurre con el coronavirus, aunque sin alarmarles. Cuando el nivel cognitivo es más bajo utilizan estrategias adaptadas , algunas de ellas proporcionadas por la Comunidad de Madrid, que se parecen mucho a las que se emplean con niños. Es decir, se les explica en qué consiste el virus, que hay que lavarse las manos y cómo, pero sin crear alarma. «Las personas mayores se ven con pocos recursos de gestión vital y, por ello, debemos infundirles la seguridad de la que carecen, pero animándoles a ser muy prudentes y llevar a cabo siempre las medidas de higiene que nos han propuesto. De lo contrario –prosigue– les puede generar estrés, ansiedad, sentimientos de frustración, ganas de huir de la situación…».
Gestionar la ansiedad
Respecto a las familias que sufren ansiedad por este motivo desde sus casas, el psicólogo de la Fundación Vianorte-Laguna aconseja buscar estrategias para mantenerse entretenidos con el fin de no pensar constantemente en eso que nos preocupa: nuestos mayor en la residencia. Propone juegos de mesa, actividades, y hacer actividades que tal vez no hacemos habitualmente por falta de tiempo: barnizar una mesa, ordenar el armario… o leer tranquilamente. «Se trata de ocupar el tiempo y generar nuevas rutinas. Que la rutina no sea “no sé qué hacer”, sino generar nuevos hábitos. Esto es especialmente importante si se tienen niños en casa».
De momento, Alonso García de la Puente aspunta que en las residencias siguen las directrices del Ministerio de Sanidad. «Hay que estar informado continuamente. Saber qué dicen los expertos para poner todas las medidas de protección de inmediato. Además, se restringen las entrad as de familiares y profesionales no imprescindibles en la habitación de los pacientes para minimizar el riesgo de contagio. Las medidas de higiene son absolutamente extremas».
En relación a los mayores que viven solos y sin familia, que se enfrentan a un encierro, « es importante que sigan las instrucciones del Ministerio y si es imprescindible salir, hay que llevar guantes y mascarilla. Deben crear rutinas dentro de casa y procurar tener contacto telefónico con conocidos o a través de El Teléfono Dorado de Mensajeros de la Paz (900 22 22 23) o el Teléfono de la Esperanza 902 500 002. Hay que hacerles notar que no están solos. En este sentido, hay interesantes iniciativas ciudadanas y vecinales para organizarse y ayudar a las personas solas, mayores o imposibilitadas en las labores esenciales. En este caso, hay por supuesto que llevar guantes y mascarilla y evitar el contacto cercano ».
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