Conversaciones de mayores
Esposos e hijos varones ganan peso como cuidadores de familiares dependientes
Cada vez más esposos de 80 años, y también hijos varones, cuidan a sus seres queridos ante una sociedad con familias más reducidas y dispersas
La baja natalidad está haciendo que la –para algunos ya mal llamada–, pirámide poblacional esté dejando esta forma para tornarse en una figura rectangular camino de ser una pirámide invertida. Los estudios demuestran que la población española es cada vez más longeva, los octogenarios siguen ganando peso sobre el total y las personas centenarias, que antes eran casi anecdóticas en nuestro país, sobrepasan las 11.000.
Entre los «efectos secundarios» de esta tendencia destaca el incremento en la demanda de cuidados por parte de este sector de población, mientras que los cuidadores «disponibles» se reducen drásticamente. Se estima que por cada cien personas entre 45 y 65 años, potenciales cuidadores, hay 20 personas mayores de 80 años. En 2050, por cada cien entre los 45 y 65 habrá 80 personas mayores de 80 años. «La situación es dramática. No habrá forma de dar respuesta a tanta demanda», aseguró Andrés Losada , catedrático de Psicología Clínica en la Universidad Rey Juan Carlos y director del grupo de investigación «Cuidemos», durante la jornada de ABC y La Caixa «Nuevas masculinidades en la vejez: el cuidado aparece en los hombres».
Según este experto, el 90% de los mayores son sustentados por familiares «y como hasta hace poco tenían muchos hijos respondían sin grandes complicaciones , pero hoy las familias son más reducidas y, por motivos varios, como los laborales o que están más dispersas geográficamente, no pueden cuidar de sus seres queridos como antes ».
Nuevos perfiles
Añadió que tradicionalmente han sido las mujeres las encargadas de estas funciones en un 80% de los casos, pero los nuevos escenarios hacen que el hombre empiece a ocuparse también de estos cuidados.
«La sociedad parece que no acepta tanto que sea un hijo en edad laboral quien se encargue de estas labores de cuidados»
El perfil del nuevo cuidador es el de hombre de 80 años que cuida generalmente de su esposa . «No tiene más remedio que hacerlo porque se enfrentan a una situación dramática y no dispone de otros recursos. También los hijos varones empiezan a ocuparse de estas funciones, sobre todo, cuando no tienen hermanos. Generalmente cuidan de su madre, porque si tuvieran que cuidar del padre, sería la madre quien lo hiciera. Sin embargo –matizó Losada– la sociedad parece que no acepta tanto que sea un hijo en edad laboral quien se encargue de esta labor. Las empresas tampoco lo valoran con buenos ojos, bien por estereotipos, prejuicios...», aseguró Andrés Losada.
Alfredo Payá , médico jubilado, explicó durante la jornada, que él cuidó de su madre enferma de Alzheimer hasta que la situación fue insostenible y la llevó a una residencia. «Entre la sensación de tristeza y culpa , me quedo con la culpa, que es muy dura de llevar, pero no tenía más opción en aquel momento».
Formación machista
En su opinión, los hombres cuidadores «han salido del armario» porque antes «estaba mal visto que lo fueran porque no estábamos preparados o la formación recibida era machista . No era raro escuchar, “¿no tienes una mujer para que se ocupe?”. La sociedad hoy está cambiando y, dentro de poco, cuando la mayoría de la población sea más mayor, van a tener que cuidar todos, hombres y mujeres, y mucho más jóvenes que ahora».
Andrés Losada quiso matizar el doble efecto del machismo. Por un lado está el discurso de «que se ocupen las mujeres», pero la otra cara exige que el hombre sea fuerte y pueda con todo. «Bajo esta premisa –puntualizó–, que un hombre de 80 años asuma en soledad el cuidado de una persona con demencia es un crimen ».
En su turno de palabra, Ismael Mielgo , jubilado de 73 años, explicó que junto a su mujer atendió, en su propia casa, a su suegra enferma de Alzheimer. En su opinión es muy importante que se vea con normalidad que un hombre atienda a los demás y que no se busque un culpable. «Yo empecé a cuidar, como todos los hombres de mi generación, porque no había más remedio . Entras como figura de apoyo, no para ocuparte del cien por cien de todo».
«La responsabilidad mayor, por lo general, es de la mujer porque en mi generación también ellas lo asumen así —puntualizó Mielgo—. Nos implicamos más según la necesidad sea mayor. Al principio yo hacía gestiones más administrativas, iba al médico, a por medicinas, sacaba de paseo a mi suegra... Pero, con el tiempo, he ayudado al aseo personal cuando mi mujer ya no podía hacérselo sola a su madre. También hay mujeres de nuestra edad que no se dejan ayudar, y no es para reprochárselo –advirtió–, porque lo han aprendido así. Afortunadamente, esta visión está cambiando. La responsabilidad de lo que ocurre en la familia es de todos. Y, lo que está muy claro, es que el cuidador necesita siempre ayuda externa, independientemente del género del cuidador».
«Familismo»
Añadió Andrés Losada que, además, culturalmente se ha transmitido, sobre todo a las personas de más edad, que los hombres no sufren y pueden con todo: « No pueden estar tristes ni llorar ». Por eso, cuando se les pregunta sobre su estado de ánimo «no lo expresan o no han sido educados para reconocerlo; sin embargo, sus analíticas muestran mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares».
Durante la jornada, Losada reconoció que quizá las esposas e hijas cuidadoras sufran más por la influencia del «familismo», tendencia a priorizar a la familia por encima de todo . «En principio es bueno porque implica que la familia está unida. Pero cuando surgen problemas las mujeres son más vulnerables porque asumen todos los cuidados, no piden ayuda, otros se aprovechan... y sienten soledad, lo que es muy doloroso».
«Nunca ha frito un huevo»
Los estereotipos también dejan huella en los cuidados. «Ambos géneros –matizó Losada–, piden poca ayuda y, sin embargo, ¿quién recibe más ? Los hombres. Tienen más respaldo, incluso sin pedirlo, y esto es por la influencia de estereotipos que favorecen a los hombres. “Pobre papá, nunca ha frito un huevo y ahora tiene que encargarse de todo para cuidar a mamá”, pero no se dice “pobre mamá, hace todo y voy a ayudarla”».
La conclusión final es que los profesionales médicos y de enfermería deberían ser capaces de identificar este tipo de situaciones angustiosas de tantos cuidadores, ya sean hombres o mujeres, mediante protocolos diferentes al de preguntar “¿qué tal de ánimo?”. Detectar casos de cuidadores que sufren es fundamental para ellos, como individuos, y para que puedan ejercer bien su labor», concluyó Andrés Losada.
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