Edadismo: los riesgos que nadie debe pasar por alto
Durante la celebración del encuentro «Conversaciones de mayores» quedaron patentes los beneficios que propocionan las relaciones intergeneracionales
Zygmunt Baumann, sociólogo y padre del concepto «modernidad líquida», apuntó antes de su fallecimiento que el actual momento histórico se caracteriza por el desvanecimiento de unas relaciones personales sólidas , al dejar de ser fuertes, estables y duraderas debido al ritmo cambiante e inestable al que estamos sometidos, lo que marca una tendencia al individualismo.
Ante esta reflexión, Sacramento Pinazo, doctora en Psicología y presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología , señaló durante el transcurso de la jornada «Conversaciones de mayores», organizada por ABC y La Caixa , que estamos en una sociedad compleja en cuanto a las relaciones personales en general, «pero fundamentalmente en las relaciones intergeneracionales». Explicó que es habitual que las relaciones entre diferentes generaciones tengan lugar de forma natural dentro de la familia de manera bidireccional: abuelos que cuidan a nietos, pero también nietos que atienden a sus mayores.
Entre los numerosos beneficios para los nietos que tienen más relación con los abuelos destacan que perciben una mayor cohesión familiar, conocen más la historia de su familia, a sus ancestros, de dónde vienen, tienen más claros los valores y reconocen la figura del abuelo como alguien importante en esa tarea de apoyo familiar.
Los abuelos, por su parte, ayudan a desarrollar la generatividad (capacidad de ayudar a los demás), se sienten más saludables, sufren menor soledad y depresión y ganan bienestar. También los padres obtienen beneficios de estas relaciones puesto que les permite conciliar su vida familiar y laboral, reducir su estrés, la sobre carga familiar y sentir que tienen apoyo.
«He jugado con mi nieto en el pasillo con el balón, hemos tirado lámparas, hemos hecho guerras tirados en la alfombra... Es como volver a la vida»
Así lo asegura Tomás Martínez, auditor jubilado que ha tenido la «gran suerte» de cuidar de sus nietos, como él mismo puntualizó en el encuentro celebrado en EspacioCaixa Murcia, bajo el título «Relaciones intergeneracionales en una sociedad compleja y distinta: bienestar social, esfera política». Reconoció que asumía el rol de «ministro de Exteriores» porque era el encargado de acompañarles al cole, llevarles al parque..., mientras su mujer cumplía como «ministra de Interior», al ocuparse de las comidas y atenderles dentro de casa.
Explica que su mujer dejó de trabajar para encargarse del primer nieto. «El trabajo me ha robado años de poder estar con el pequeño. Ser abuelo es lo más grande que te puede pasar —resaltó—. Nuestras relaciones con ellos son formidables. He jugado en el pasillo al balón, hemos tirado lámparas, hemos hecho guerras de cosquillas tirados en la alfombra... Es como volver a la vida. Es una pena que haya gente con hijos que no piensen en tener descendencia porque se van a perder algo muy grande: disfrutar de sus nietos».
Sin embargo, hay personas que no tienen nietos o que, teniéndolos, no mantiene relación con ellos. Este es el motivo de la proliferación, aún insuficiente, de proyectos que se diseñan adrede para crear puntos de encuentro que unan generaciones que normalmente no están juntas. «Parece mentira –lamentó Sacramento Pinazo– que en una sociedad como la actual sea necesario instaurar espacios “artificiales” para que las generaciones se encuentren. Nuestra población está configurada, en este sentido, en compartimentos estancos como queda patente con el hogar del pensionistas para mayores, la guardería para niños, los centros de juventud para jóvenes... Cada uno tiene su sitio, pero no para compartir y permitir que dos generaciones se miren cara a cara».
Edadismo
Esta experta y profesora de Psicología Social en la Universidad de Valencia advirtió que la falta de relación puede dar lugar a una imagen negativa de la vejez «porque hay una tendencia a englobar lo que no se conoce bajo una etiqueta, en la que las personas mayores no salen muy bien paradas. Es lo que se denomina como edadismo, estereotipo negativo hacia la vejez».
Bajo esta creencia se extiende la idea de que al cumplir años se tienen pérdidas, se sufre discapacidad funcional, se padecen más enfermedades, no se aporta a la sociedad... «Esta imagen tan negativa favorece que cualquier mayor de 65 años llegue a creerse todos esos estereotipos y los haga suyos. Estas falsas creencias pueden limitarles su participación social e integración en actividades. “Como ya estoy mayor... ¿para qué voy a hacer algo?". El edadismo es muy limitante. Y peligroso: puede llevar a la soledad no deseada a muchas personas. “Como soy viuda me quedo en casa y sola porque es lo que me toca”. No es justo. Todos los mayores no son iguales, componen un grupo de población muy heterogéneo y con muchas posibilidades de seguir aportando a la sociedad».
«Tengo una edad, sí, pero puedo dar mucho a los demás»
Ruth Romero, jubilada y voluntaria de EspacioCaixa Murcia , coincidió al reconocer que «somos los mayores los que nos aplicamos el edadismo y, por tener una determinada edad, pensamos que ya no servimos para nada o somos una carga para los demás. Hace falta cambiar este concepto para generar un compromiso de respeto hacia nosotros mismos y potenciar una actitud de crecimiento. Tengo una edad, sí, pero puedo dar mucho a los demás. Es imprescindible que hagamos un alto y reflexionemos sobre nuestros sentimientos, sensaciones... sobre qué está pasando en este momento de mi vida y aprovechar las relaciones intergeneracionales porque tenemos mucho que ofrecer . Y qué recibir».
Después de su jubilación, esta especialista en psicología y musicología pensó: «¿y, ahora, qué?» . Fue así como decidió dar clases a niños con dificultades de lectura. «Les enseño conocimientos y valores. A mí me aportan mucho porque es sorprendente cómo aprenden y lo contentos que van a las sesiones. Me dan mucho cariño y alegría cada día. Me siento útil con ellos, pero también conmigo misma. Me han ayudado a perder el miedo. Y la vergüenza. Al final de cada sesión les dejo claro que he aprendido mucho con ellos. Todos ganamos por estas juntos».
Tomás Martínez añadió que «los abuelos estamos muy desaprovechados». Destacó que hay infinidad de actividades de provecho que pueden realizar . «Por ejemplo, tener una relación mayor con los colegios, acompañar a los niños en el recreo, en las salidas o viajes escolares... Podemos transmitirles nuestros conocimientos, experiencias, tradiciones, valores; en definitiva, testimonios de vida. Sería de gran interés que pudiéramos tener voz y voto en los centros de gobierno de los centros escolares ».
En esta línea Sacramento Pinazo insistió en la necesidad de fomentar también las relaciones intergeracionales fuera de la familia destinando recursos en el ámbito comunitario como escuelas, bibliotecas, conservatorios de música, teatros... «Hay muchas posibilidades –señaló–. No deberían ser acciones puntuales, sino que hay que darles continuidad . Cuando la gente da el paso y crea puntos de encuentro, ya no hay vuelta atrás, quieren hacer de nuevo este tipo de las acciones porque se dan cuenta de lo enriquecedoras que son para ambas partes y del gran beneficio que generan. Lo que pasa es que hay que visibilizarlo más y las administraciones tienen que agilizar todas las gestiones», concluyó Pinazo.
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